Ella

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Cap. 1

De camino a la universidad iba Kagome Higurashi, una chica alta, de piel clara, ojos oscuros y negra cabellera, pero amigable, amorosa y solidaria como nadie más. Estaba de término de su carrera con apenas 24 años, su sueño era ser una buena doctora para ayudar a los demás. Iba tarde así que corría lo más rápido que podía ya que tenía que presentar un examen, al llegar a la entrada de la universidad se encontró con su mejor amiga Sango, una castaña muy simpática.

- Kagomeee- gritó la castaña al verla correr 

- Voy tarde, hablamos al rato

- Me tocara hablar con ella luego- Dio media vuelta y se dirigió a su clase, aunque estudiarán en la misma universidad tenían carreras diferentes, a ella le gustaban más las leyes.

La mañana transcurrió normal, a la pelinegra le había ido bien en su examen final – por nada no le había cogido el sueño por estar estudiando- así que después de que corrigieron el examen y obtenido las mejores calificaciones salió en búsqueda de su amiga Sango por todo el campus universitario, hasta que por fin la encontró recostada en el pasto sumida en sus pensamientos.

- Sangoooo – le gritaba desde el frente.

- Kagome- dijo sorprendida, mientras ambas se sentaban en el pasto.

- Llevo más de 5 minutos llamándote y no me hacías caso- suspiro - donde tienes esa mentecita tuya?

Aunque ambas eran de la misma edad, Kagome le superaba en madurez.

- Tengo que contarte algo, estuve hablando con Miroku ayer y me pidió que fuera su novia, ahhhhh- grito la castaña emocionada, sorprendiendo a Kagome por ese cambio de estado de ánimo tan drástico.

- Sango, me vas a romper los tímpanos gritándome tan cerca pero si eso fue lo que te pidió porque estas tan preocupada si  lo querías desde hace tiempo?

- Si, es lo que siempre he querido Kag pero es que no estoy muy segura, si el en verdad sintiera lo mismo que yo por él, solo me mirara a mí en vez de estar tocando donde no se debe.

- Sango- le llamó mientras ponía una mano sobre su hombro- que alguien no te quiera como tú quieres no significa que no lo haga, solo dale su tiempo.

Sango sonrió y la abrazó – sabes tanto del amor y sin embargo no te das la oportunidad para amar de nuevo.

- Sango – suspiró derrotada- ya hemos tocado este tema y está fuera de discusión, pero cuéntame qué le dijiste a Miroku? – le pregunto curiosa y alegre.

Su amiga le siguió contando lo que su amado enamorado y ella habían conversado la noche anterior, la miraba alegre y feliz, amaba ver a las personas enamoradas y con ese brillo en sus ojos que se notaba a leguas pero ella no, una vez cayó en las redes del amor y terminó siendo desplazada por alguien más, Kikyo, y aunque no le guardaba rencor se prometió no volver a enamorarse para no salir lastimada.

- Tierra llamando a Kagome, estás ahí? – le preguntaba sango al verla con la mirada perdida.

- Ah? Que? Claro que estoy aquí Sango, qué cosas se te ocurren

- Estabas muy distraída.

- No es nada, estaba pensando en los exámenes que me faltan por presentar, no te preocupes.

La castaña solo asintió, sabía que desde que su amiga se enteró de la traición de Inuyasha, su ex novio, se había cerrado al amor, y aunque le daba consejos a todos sobre este, se decidió a no darle una oportunidad de que llegue a su vida y solo se dedicaba a su carrera y su familia.

- Pero mira qué hora es– atinó a decir mientras miraba su celular - se me hace tarde, tengo que ayudar a mamá en la cafetería. Nos vemos luego Sango- dijo mientras se paraba y caminaba de camino a casa.

Sango solo le dedicó una sonrisa mientras veía como su mejor amiga se perdía entre la grandeza del lugar y las personas, luego se levantó dispuesta a ir a hablar con Miroku.

Kagome recién llegaba a su casa – vivía en una casa no muy cerca de la ciudad, muy linda y grande, un bello jardín, dos plantas, en la planta baja la sala cocina y demás y en la planta alta 4 habitaciones- saludó a su abuelo y subió a tomar un baño mientras dejaba su mochila a un lado de la cama. Se vistió con un pantalón negro que llegaba hasta las rodillas, una blusa blanca sin mangas y unas zapatillas sencillas, tomó su celular, se despidió de su abuelo que aún seguía viendo televisión y salió de camino para la cafetería de su madre. La cafetería era un lugar muy amplio y concurrido pero además tenía un ambiente hogareño, paredes color limoncillo con detalles marrones en los bordes y pisos.

- Hola mamá

- Kagome, hija, como te fue en tu examen hoy?

- Me fue muy bien mamá, uhyy pero esto está lleno de personas – dijo mientras observaba el lugar- que mesas aún no han sido atendidas?

- Hija, te dije que no era necesario que vinieras, Souta está aquí, además estás en exámenes finales.

- No te preocupes mamá, sabes que me gusta estar aquí – dijo mientras sonreía.

Salió a buscar donde apuntar y se dirigió a las mesas que aún estaban en espera, gracias al poco personal que había. Vio como una señora de cabellos largos negros y de sonrisa amable junto con un hombre alto de cabellos plateados saludaban cariñosamente a su madre mientras los dirigía a una mesa, le parecieron familiar pero no recordaba de donde, así continuó atendiendo la mesa que estaba cerca de la entrada hasta que el llamado de su madre la interrumpió.

- Kagome, hija, puedes venir? Quiero presentarte a unas personas – le llamó su madre mientras la pareja le sonreía

- Claro que si mamá, voy en cuanto termine aquí – le respondió

Luego de haber terminado se dirigió a la mesa donde estaba su madre conversando amenamente con la pareja, se enfocó tanto en ellos que no se dio cuenta que en ese momento está cruzando la puerta un joven alto de largos cabellos plateados y un porte de elegancia sin igual como el señor que había llegado momentos antes, ella tenía la mirada fija en otro lugar mientras el venia leyendo algo y de un momento a otro, estaban los dos en el suelo.

- Fíjate por donde caminas – él la miró por encima del hombro mientras recogía lo que venía leyendo

- Lo mismo digo – dijo sin mirarlo mientras recogía su libreta, al ver la forma en la que le hablaba el joven decidió no dejarse humillar, ella aunque era una persona de buen corazón también era una persona de gran carácter.

Pero cuando ambos chocaron sus miradas quedaron pasmados, se paraban sin despegar la vista de los ojos del otro enfocados como si estuviesen hipnotizados, como si el mundo a su alrededor se detuviera, cosa de la cual los acompañantes de la madre de Kagome se dieron cuenta y solo atinaron a mirarse y sonreír.


El hilo rojo del destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora