2. Recuerdos obsesivos.

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Dos semanas. Dos putas semanas habían pasado desde que conoció a Alessandra y temía estar obsesionándose con su simple recuerdo, había momentos en que se reprochaba no haberle pedido siquiera el número de teléfono, alguna forma de contactarla... Pero ¿para qué? No serviría de nada, sabía que era mejor así. Que no podía seguir complicándose la vida, mucho menos a otra persona.

—¡Me encanta, me encanta! —exclamó Karol emocionada sacando a Gabriel de su ensimasmiento.

Matt la miraba con los ojos brillantes de admiración y él la miró entre aburrido y cansado.

—Ya era hora —bufó—. Llevamos todo el día viendo apartamentos.

—Logan, no molestes, ¿para qué querías venir entonces?

—Matt insistió.

—¿Y bien? —el agradable agente inmobiliario se adentró en la habitación principal vacía. Karol volteó a ver a su novio con ojos suplicantes y como no podía ser de otra forma Matt asintió sonriendo, no le podía negar nada.

—Lo tomamos.

Mientras su amigo discutía precios con el vendedor, Karol lo tomó del brazo y lo guió al pasillo. A Gabriel no le extrañó, llevaban una buena relación amistosa.

—Logie, necesito que me hagas un favor.

—Claro, ¿qué pasa?

—Verás... —Karol se estaba tomando su tiempo, debatiéndose entre si decirle o no—. Matt no deja de lamentarse el tener que dejarte en tu departamento solo y yo... necesito que tú lo convensas de que esto es lo mejor para nuestra relación.

—Karol, yo no creo que...—ella lo interrumpió.

—Sé que no lo estoy obligando a nada pero no quiero que piense que te está abandonando de ninguna forma. Ustedes son como hermanos y yo no puedo permitir entrometerme —tenía los ojos aguados y Gabriel estaba rezando para que no se echara a llorar.

—Me alegra que... pienses así —ladeó la boca—. Hablaré con Matt, él sabe que esto es lo mejor, Karol. No puede estar conmigo para siempre... y de verdad se le ve muy contento contigo. Le haces bien y por lo mismo me agradas..., lo sabes, ¿verdad? —estaba algo incómodo, no solía expresar nada, pero había veces que la situación lo ameritaba y la verdad era que no se arrepentía de haberlo dicho, ella parecía encantada por oír ésas palabras, le mostró su mejor sonrisa y asintió—. Y yo también quiero pedirte un favor.

—Lo que sea —respondió la chica rápidamente.

—No me llames Logie —Karol rió.

Seguidamente se adentraron y se reunieron con los dos hombres. Matt la tomó por la cintura mientras le plantaba un casto beso en la mejilla y le susurraba algo al oído, ella soltó una risita.

Ni siquiera veticinaron el día de la mudanza cuando ya se hallaban en su apartamento desocupando la habitación de un ansioso Matt.

—Lo digo en serio, Gabe. ¿Qué tal si se da cuenta que merece algo mejor? —iba de un lado a otro mientras Gabriel hacia todo el trabajo vaciando el topado armario.

—¿Como yo justo ahora? —probó con el humor para distraerle. Matt le brindó una mirada furiosa—. ¿Quieres sólo calmarte? No estás por contraer matrimonio.

—No es sólo el asunto de la mudanza, me siento bajo mucha presión... —confesó. De repente, recordó la conversación con Karol y se sintió culpable por no haber encontrado momento de hablar con su amigo.

—Matthew, si lo dices por tu necesidad de protegerme creo que deberías superarlo... Estaré bien solo, no me pasará nada —Matt paró en seco; se sorprendió un poco por el rumbo que tomaba la conversación, además de por el hecho de que Gabriel lo había llamado por su nombre completo, cosa que sólo hacía cuando tocaba un tema serio.

Gabriel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora