Había estado en su cama dando vueltas desde que posó la cabeza en la almohada. No sabía cuánto tiempo había pasado, estaba ansiosa.
Intentó relajarse al pensar que no sería la única que estuviera así pero no logró creérselo. Iba a entrar en el último semestre de su carrera en La Universidad de Boston, claro que sería la nueva, el resto de sus compañeros serían amigos desde hacía años y ella llegaría más perdida que de costumbre. Sin embargo, sabía que el hecho de empezar de nuevo era lo menos que le aturdía.
Resopló, no le gustaba la situación, nada de lo que pasaba en realidad. Pero simplemente no podía evadirlo más, podía soportar seguir viviendo en las sombras de su casa, siendo ignorada. Lo que no podía era permitir la intromisión de su padre en sus estudios.
A él nunca le había complacido el que eligiera una carrera con tan corto margen de trabajo, aseguraba que era un capricho irracional, que debía sacar la cabeza de los libros de fantasía que tanto le gustaban y prestarle atención a la vida real, a lo que de verdad importaba. Alessandra lo escuchaba todo sintiéndose en ocasiones culpable por causarle tanta molestia, otras veces se sentía tremendamente insultada y colérica, al darse cuenta que su padre de verdad creía que lo único que relevante eran el poder y el dinero. Sin embargo, nunca parecía salir de simples quejas y gruñidos cuando ocasionalmente lo invitaba a algunas de sus exposiciones, pero no fue sino a inicios de su penúltimo semestre que su papá había decidido tomar cartas en el asunto. Empezó a pagar, sobornar para notas deficientes, exámenes y reportes reprobados, todo para que ella perdiera su beca estudiantil, que tanto esfuerzo le había costado, pues él nunca estuvo dispuesto a pagar nada por seguirle el juego, como decía, a pesar de nadar en dinero.
Esa generosa beca había sido por lo único que ella había podido estudiar lo que quería y su padre, su progenitor, pagaba para que todo su esfuerzo y dedicación por conseguirla se perdiera. Ella lo descubrió al poco tiempo, afortunadamente. Al principio tuvo el impulso de informarle al decano de su facultad, hacer que los despidieran, algo, pero cuando enfrentó a su padre tuvo que dar su brazo a torcer, se dio cuenta que no podía hacerlo. Al ser él tan reconocido y con una imagen que cuidar por su alto cargo político, un escándalo como ése no le sería beneficioso. Así que cuando le dijo que haría le pusieran sus notas correspondientes, que no se preocupara quedó disculpado. ¿Qué más podía hacer? Pero en cuanto, unas semanas después de todo el alboroto, le informaron de una posibilidad de intercambio a la Universidad de Boston ella no dudó en aceptarla, no podía permitir la siguiera doblegando pero tampoco podía luchar con él. Quería irse, simplemente, además, siempre había querido estudiar ahí. Recordaba sonriente que sus abuelos no se mostraron especialmente emocionados por la noticia de su mudanza pero la entendían y decidieron felizmente apoyarla en todo, como no podía ser de otra forma, como siempre habían hecho.
Poco después de que saliera el primer rayo de sol decidió salir de sus recuerdos y levantarse de una vez, como mucho había pegado el ojo por dos horas, se reprendió a sí misma.
Y al igual que la luz que se colaba en sigilo por la ventana, a su mente llegó lo ocurrido la noche anterior, sonrió. Luego de volver de su caminata con Logan cada uno fue a su habitación tras una corta despedida, ella durante todo el rato se sintió presa de su mirada y le era imposible describir cómo la descolocaba, recordaba haber estado hablando más que normalmente, sólo hacía eso cuando estaba nerviosa, aparte de retorcerse las manos y con él por alguna razón siempre lo estaba; un nerviosismo bastante peculiar, uno que nunca había sentido pero que extrañamente le gustaba.
Se duchó con agua caliente y se preparó con calma, como si los huesos le dolieran, intentado perder tiempo y llegara la hora de entrada de una buena vez. Resopló al ver su reloj, apenas era un poco más de las seis treinta de la mañana.
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Gabriel ©
RomanceGabriel; obligado a madurar y cambiar de manera abrupta pagando por las malas decisiones de su pasado. Indiferente, controlador y con la vida hecha trizas. Alessandra; vivaz y jovial, una soñadora empedernida de mirada chispeante. Pero con cicatri...