Matthew estacionó en su antiguo lugar de costumbre, eran poco más de las ocho treinta de la noche, le había tomado demasiada energía atreverse a ir ahí, pero necesitaba recoger sus cosas, no podía seguir usando la ropa de Gabriel, esperaba que Karol aún estuviera en sus acostumbradas clases de yoga de los sábados, solía llegar después de las nueve porque se devolvía caminando, al llegar tomaba su yogurt favorito que él siempre le guardaba en el refrigerador y se iba a tomar un baño de espuma hasta las diez, cuando si él no la había acompañado en el baño iba a llenarlo de besos. Matt se reprendió por haber recordado tantos detalles, se sentía tan humillado, usado..., dolido. Se obligó a bajar del auto antes de que arrepentirse.
Tomar las cosas, irte. Se recordó con el mantra que llevaba memorizando desde primera hora de la tarde.
La familiaridad del apartamento lo noqueó, en poco tiempo ése se había convertido en su hogar, intentó no mirar los cambios inminentes que su partida había dejado, como espacios vacíos donde solía haber uno que otro jarrón o cuadro que furioso había tirado y roto, se encaminó a la habitación principal algo avergonzado al recordar la escena, de alguna forma le relajaba el que Karol no hubiera cambiado la cerradura. Buscó rápidamente su ropa y la metió en una pequeña maleta que había llevado consigo, le sorprendió descubrir que aún todo estaba como lo había dejado, sólo una solitaria de sus camisetas reposaba en la cama, una que ella solía usar para dormir, la dejó en su sitio, a ella le encantaba. Su laptop fue a parar con su ropa, embalaba sus zapatos en una bolsa cualquiera cuando escuchó la puerta delantera ceder ante una llave, sin poder evitarlo entró en pánico, no estaba listo para enfrentarla. Pero quería verla, así que por un diminuto espacio entre la puerta la vio entrar.
Karol examinó el lugar como buscando algo, él empezó a respirar con dificultad, intentando recordar si había movido algo al entrar, luego la vio exhalar cansada, como decepcionada, Matt se preguntó si esperaba encontrarlo a él, odió el que el corazón se le acelerara tan solo de pensarlo. Entonces tuvo tiempo de darse cuenta que no llevaba su ropa de hacer ejercicio, incluso llevaba bufanda, su favorita, cuando empezaba quitársela salió de su campo de visión, se había adentrado a la sala. Matt terminó lo que hacía rezando por no hacer ruido ni que entrara a la habitación. Cuando la escuchó revolver cosas en la cocina se relajó, entonces abrió la puerta dispuesto a irse cuando recordó sus cosas en el baño, maldijo por lo bajo y fue. Casi gritó ni bien abrió la puerta, el botiquin de primeros auxilios estaba abierto, habían algodones llenos de sangre, el blanco lavamanos también tenía manchas carmesí, incluso en el piso, le faltó poco para desmayarse, ¿qué había ocurrido?
Ni siquiera le importó que en ese momento Karol entrara al cuarto, gritando de la impresión al verlo de pie en el umbral del baño. Pero sí que le importó cuando la vio, se habría echado a llorar ahí mismo pero estaba más furioso que triste. La tomó de los hombros lo más suave que pudo, exigiendo que lo mirara.
–¿Quién te ha hecho esto? –Karol había empezado a llorar de la impresión, se odiaba a sí misma por que cada vez que alguien le hablaba o la tocaba se echaba a llorar, pero ahora que lo tenía al frente, en contra de todas sus preocupaciones para no dejarse ver por él, lo acercó esperando que la abrazara mientras se desahogaba en su hombro, sabía que lo haría, lo conocía, él era su Matthew, el de siempre. Ella era la que había cambiado.
–Karol, por favor –suplicó–. Dime quién te ha hecho esto, no me dejes así –ella sorbió su nariz antes de mirarlo.
–¿Para qué quieres saber? ¿Piensas hacerle lo mismo? –Matt intentaba leer sus expresiones en silencio.
–¿Quién fue? –rogó. Karol se rió sin ganas.
–No, Matt. Sólo... abrázame, por favor –ninguno habría sabido decir cuánto tiempo estuvieron así. Matt en algún momento la arrastró hasta la cama, aún estaba en sus brazos, Karol se revolvió casi dormida.
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Gabriel ©
RomanceGabriel; obligado a madurar y cambiar de manera abrupta pagando por las malas decisiones de su pasado. Indiferente, controlador y con la vida hecha trizas. Alessandra; vivaz y jovial, una soñadora empedernida de mirada chispeante. Pero con cicatri...