10. Prioridad.

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Luego de asegurarse que su amiga estaría bien y de limpiar todo Alessandra se dispuso a irse. Le dio un largo abrazo y cerró la puerta tras sí, en el momento en que una melena de cabello oscuro bastante conocida se acercaba tranquilamente por el pasillo hacia ella. La cara de Jeff rompió en una gran sonrisa al verla, ella suspiró y se acercó igualmente.

—¡Hola, Ale!

—Hey.

—¿Qué tal todo? —observó su ropa sucia—. ¿Alguna fiesta de la que deba saber? —ella rió.

—No lo creo... Estoy bien, ¿tú? —su respuesta tan estereotipada lo hizo revolver incómodo. Cada vez que Alessandra posaba sus grandes ojos en él se sentía extrañamente inquieto y el que sin querer tenía tendencia a acortar cualquier tipo de conversación con él no ayudaba.

—Excelente... —señaló la puerta tras ella con el dedo—. ¿Está Bobbie ahí?

—No por mucho —murmuró bajito, él no alcanzó a distinguir las palabras por lo que más alto respondió de verdad—. Sí, está ahí —esbozó una sonrisa misteriosa. Jeff se la quedó mirando, el suficiente tiempo para hacerla incomodar y que volviera a su postura. Él se percató de eso y empezó a mezclar las palabras.

—Bien, su-pongo, entonces uh-que te veo luego, ¿verdad? —ella se vio confundida ante su nerviosismo, pero de inmediato soltó una risita.

—Vale, ¿sí recuerdas que tenemos la mayoría de las clases juntos, no? —él balbuceó una respuesta antes de reprenderse. Estaba demasiado nervioso, pero se las arregló para inclinarse hacia ella y darle un casto beso como despedida, como siempre hacía como excusa de tocarle la piel con los labios. Alessandra se sonrojó más por la sorpresa que por otra cosa, pero él tomó esto con un tipo de incentivo—. Nos vemos.

Alcanzó a caminar medio pasillo hasta que lo escuchó de nuevo.

—¡Eh! Espera —se giró hacia él interrogante—. Mañana se estrena esta nueva película... y yo me preguntaba si tú... Es decir, si yo... Digo, si querrías acompañarme —ella torció la boca parpadeando.

—¿Qué película? —Jeff palideció.

—No tengo idea —esbozó una sonrisa apenada. Alessandra rió pero lo miró solemne.

—No creo que sea buena idea. Pero, gracias por la invitación.

Jeff levantó el rostro con indignación.

—¿Es por ese chico que se hizo pasar por tu hermano? —ella resopló.

—Nunca se hizo pasar por eso.

—Digamos que más o menos me dio esa impresión —rió nervioso—. Pero... ¿entonces sí es por él? —sonaba dolido.

—Sólo no creo que sea buena idea —repitió amistosa y lentamente, queriendo desaparecer, y le golpeó el hombro cuando se percató que ya la había alcanzado, de la misma manera, intentado aligerar el ambiente—. Somos algo así como amigos, supongo. ¿De verdad quieres arruinar eso? —ella vio cómo buscaba algo para decir. Había estado tan cerca, pensó, tan cerca de escabullirse de esa inevitable situación.

—¡Por eso lo digo! —añadió rápidamente con una sonrisa demasiado tensa—. Quiero afianzar nuestra amistad.

—Entonces supongo que no importará si invito a Julie —Jeff maldijo en su mente pero pudo lograr que ella no viera su disgusto.

—Cl-claro que no importa —su cara se iluminó y eso sólo terminó de noquearlo.

—Excelente. Nos vemos —se alejó relajada, con su manera de caminar particularmente elegante. Aún sonreía, Jeff no hubiera podido imaginar lo disgustaba que estaba por lo que acababa de pasar. Detestaba no poder tener nunca una sana relación de amistad (cuando pocas veces lo había intentado) con alguien del sexo opuesto. Ni siquiera con su hermano, aunque los motivos de él fueran por sentimientos más cercanos al odio.

Gabriel ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora