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Un alma en pena vagaba por las calles de Londres, decir que tiene alma quizás sería algo presuntuoso pero vagar llevaba vagando una eternidad, desde 1891 para ser exactos 125 años llevaba ese oscuro ser sin rumbo por Londres. Su tez pálida, cabello negro, finos rasgos y ojos carmesíes daban a entender que alguna vez fue un gallardo caballero aunque ahora era poco más que un vagabundo de marcadas ojeras y cabello largo. Durante 125 años este ser había estado revisando uno por uno todos los bebés nacidos en Londres sin éxito, buscando aquello que una vez perdió buscando aquello que le faltaba.
Se sujetaba el pecho entrando a duras penas en una planta de parto llendo a ver a los bebés, pero ninguno tenía el alma de Ciel, su amante y confidente. Hacia años que había perdido la esperanza de volver a encontrarlo pero el lo creía haber sentido hacia poco. Se frotaba la sien pensando que podría haber sido su imaginación. Su desesperación había tocado fondo, era incapaz de comer, acababa devolviendolo era incapaz de regenerarse como hacía antes, solo tenía fuerzas para arrastrarse a buscarlo.

Una voz deliciosamente conocida despejo sus pensamientos
- No hace falta, estoy bien. Lo prefiero asi. ¡Adiós! - Solo podía verlo de espaldas, era un chico bajo con cabello azul grisáceo y lo que parecía padecer algún tipo de enfermedad pues lucia delgado en exceso y pasos dificultoso lo delataban. Caminaba aprisa con el móvil en una mano y un transportin en la otra hablando autoritario. A Sebastian no le hizo falta mirarlo did vexes para reconocer aquella silueta, e inmediatamente corrió asta el.
- ¡Ciel! - Su voz desesperada y sus movimientos ansiosos hicieron retroceder al menor
- ¿Quien eres tu? - Ciel miro de arriba a abajo al mayor escudriñando cada centímetro mientras en gato dentro del transportin maullaba - Si eres algún compañero de habitación del hospital, lo siento, no te reconozco - con las mismas se giró y continuó andando. Sebastián estaba inpactado, jamás había visto a Ciel así, una palidez extrema, sus ojos azules casi lucían opacos, unas ojeras muy marcadas, los labios azulados y cada uno de sus huesos marcado en su delgadez. Vestía unos pantalones anchos y una camiseta sin mangas por lo que era muy chocante sus brazos y rostro.
Sebastián siguió al menor por todo Londres oculto para que no lo viera asta llegar a una pequeña finca a las afueras donde pastaban dos enormes caballos frisones negros y un pequeño caballo árabe tordo en frente de una casa de campo de dos pisos. Ciel abrió el transportin dejando salir un gato parecía raza maine coon su enorme tamaño casi lo hacia parecer un gato montes, pero su plateado color lo diferenciaba.Ciel quedo observando los caballos pastar tambaleandose y sin más cayo al suelo con problemas respiratorios, tosiendo mucho. Sebastián un poco dudoso sobre como actuar espero unos segundos a ver si alguien lo socorria e inmediatamente corrió asta él. Su cuerpo era extraordinariamente liviano mas de lo que recordaba y no sabia que hacer con el menor solo lo abrazo pegandolo a él, el menor ya había perdido la consciencia, el gato por algún motivo insistía en morder la pierna de Sebastián
- Bocchan, no me deje solo, por favor - Sebastián le susurraba angustiado y a la vez Ciel se había estabilizado, respiraba tranquilo. Entro en aquella casa que parecía antigua, dejando al gato fuera, por fuera pero el interior estaba finamente decorado subio las escaleras girando a la derecha, al igual que en la antigua mansión el había escogido esa habitación. Una habitación pintada de azul claro con los muebles en blanco donde habían montones de fotos en las paredes de el montando el caballo pequeño, llevando un carruaje tirado por los dos caballos negros, con el gato y lo que más llamaba la atención eran unos dibujos que se repetían una y otra vez en el dibujo se veía una persona alta y un niño cada dibujo representaba una situación diferente pero ninguno estaba detallado ninguno de los seres tenía rostro.
- Ugh - Sebastian corrió a esconderse mientras Ciel despertaba y un poco aturdido miraba por la ventana buscando una explicación a como había llegado asta ahí - ¡Taker! - grito por la ventana obteniendo un maullido de respuesta y poco después el trotecillo del gato se escuchaba por el pasillo. - Taker no te quedes fuera -el gato paso al cuarto quedando parado frente a Sebastián estático mirando fijamente a los ojos del demonio casi parecía burlón y continuó con su camino asta el regazo del menor - Taker, no me asustes así, creía que te habías vuelto a escapar ¿me has traído tu asta aquí? - Con voz tonta hablaba al gato mientras se levantaba y comenzaba a cambiarse de ropa. Al quitarse la camiseta podían verse todos los huesos marcados del menor y alguna que otra cicatriz, unas parecían haber sido cosidas otras no, Sebastián cuya único escondite era la sombra podía ver perfectamente el demacrado cuerpo del menor, sus lágrimas caían en silencio ¿como es que no lo había encontrado antes? Luchaba contra su sentir para no abrazar al menor que poniendose unas botas altas, una sudadera y una mochila salía del cuarto seguido del gato que parecía lanzar miradas fulminantes.

Minutos después Ciel se había montado en el caballo tordo y se hayaba galopando en medio de un bosque de el bosque de coníferas cercano a la casa. Sebastián no necesitaba seguir a Ciel conocía muy bien el camino ese camino llevaba a la mansión que ahora se encontraba abandonada a las afueras de Londres. El animal daba trancos firmes, a juzgar por la confianza de ambos por esos caminos no era la primera vez que iban asta ayí. Ciel llego asta las abandonadas caballerizas y metió el animal - Ahora vuelvo Lizzy - Sebastián río ante en nombre del animal. Estaba seguro de que el niño había estado llendo y viniendo del lugar, la caballeriza estaba abastecida con forraje y agua y la puerta que desembocaba a la mansión lucia usada recientemente. Ciel entro sin vacilar a la mansión y abrió la mochila sacando una cámara de fotos digital - ¡Taker! - gritaba de nuevo y el gato lo alcanzo enseguida - Debió de ser un sitio muy elegante ¿no crees? - las cortinas rasgadas y las plantas que se habían internado en la mansión por las ventanas le daban una imagen lúgubre y hermosa a su manera. Todavía quedaban muebles y objetos que Ciel cogía y observaba meticulosamente, mientras el felino desaparecía una vez más por la mansión - ¿Sebastián? - Leía con una poca dificultad el letrero desgastado de la habitación. A Sebastián se le aceleraba el corazón, no había sido habierta esa habitación desde la muerte del niño, ni siquiera había sido limpiada simplemente sellada, pero después de tanto tiempo el sello estaría débil. Si entraba encontraría toda una habitación llena de sangre seca por todas partes y un pentagrama en el centro y extrañas escrituras en las paredes , exactamente la escena que quedó cuando Ciel murió. El menor ya había puesto una mano en el picaporte cuando el sonido de paros en el oído superior lo asustaron - ¿Taker? - su respiración se agitó -¡Vamonos! - Ciel corrió y salió galopando del lugar tan rápido que casi no le dio tiempo a ocultarse a Sebastián.
- Hehehe Parece que lo asuste justo a tiempo ¿no? Mayordomo - kun

Kuroshitsuji : EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora