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Sebastián quedó unos segundos parado y repentinamente arrancó la manta del menor que ahora se encogía pudoroso.
- Ya es tarde para las vergüenzas ¿no? - Forzaba las piernas del menor lentamente lamiendo sus delgadas piernas, cada vez más cerca del punto clave. Alzó la mirada lujuriosa luciendo media sonrisa socarrona - ¿Está pidiendo que me abra paso mordiendo tu suave piel? - Ciel se ruborizada aún más si era posible y abrió las piernas lentamente - Si utilizas esa expresión de inocencia solo me provocaras más - Desde las caderas hasta los labios del menor paseo la lengua sensualmente lamiendo los labios del menor - abre la boca - Tímidamente abría la boca y Sebastián inserto dos dedos con algo de brusquedad - asegúrate de lubricarlos bien - Ciel sujetó con ambas manos la de Sebastián lamiendo con devoción y lentitud, haciendo que la erección de Sebastián volviese con fuerza. Arrancó su mano de las del niño algo ruborizado ante la mirada interrogante del menor - Voy a entrar - con cuidado introdujo el dedo en el menor mordiéndose el labio de reprimía de intentar todo lo que pasaba por su mente. Comenzó a masturbar con maestría el miembro de Ciel que rápidamente se puso duro.
- Seb-Sebastián, se me cansan las piernas - Entre jadeos y gemidos luchaba por mantenerse con las piernas en alto
- Ponlas en mi cintura - Ciel abrazo el cuerpo del mayor con sus piernas, haciendo una expresión de total inocencia que excitaba sobremanera al mayor - No quiero que hagas esas expresiones delante de nadie mas, ya te he librado de muchas violaciones este mes - río levemente metiendo otro dedo
- ¿como? - con inocencia y incomprension por la lasciva mirada del otro preguntó
- Autocontrol pequeño Ciel, eres el único capaz de excitar a este demonio hasta que duele - Hizo un fingido gesto de dolor y volvió a su sonrisa ladina. Ciel se cubrió la cara de pura vergüenza con una almohada escuchando la suave risa del mayor acercarse a él - Que no te de vergüenza - cogió la mano del menor colocándola en su miembro que ya comenzaba a expulsar perlado y cálido líquido - Todavía no conozco ningún otro humano que sea capaz de excitar así a un ser nacido para la lujuria como yo, no cualquier cosa me excita así - apartó la almohada con agresividad dando un salvaje beso que duro unos segundos - Intente olvidarte, pero es imposible - Sebastián se inclinó sobre el menor dejando de masturbarlo comenzó a restregar su miembro por la entrada del menor que respondía moviendo las caderas y apretando las piernas alrededor del mayor
- Date prisa demonio engreído
- Oh mi Bocchan salió a la luz - Con una suave risa embistió al menor quedando quieto, deleitado por la estrechez del menor y su apretada entrada, que junto a la mirada sumisa y extasiada del niño se le hacía ridículamente erótico - Ciel, ¿Duele? - El menor se había quedado estático respirando deprisa mientras unas lágrimas rodaban por sus mejillas
- Duele - Sebastián lamía las perladas lágrimas y abrazaba al menor intentando relajaro y tranquilizarlo
- No te preocupes - Comenzó a besarla, primero lento y tierno pero con los segundos se volvía salvaje y apasionado - Siempre podemos dejarlo aquí - concluía el mayor notando como la entrada del menor seguía apretada alrededor de su miembro
- ¡No!¡Muévete! - Sebastián complacido por la petición comenzaba muy lentamente, tan lento que le resultaba tortuoso aunque poco tiempo paso hasta que Ciel cogió el ritmo y parecía relajarse. - Más... Aprisa... ¡Nhg!- entre jadeos iban aumentando el cadencial ritmo.
Jadeos y gemidos rebotaban por toda la estancia decorando el grotesco sonido de sus cuerpos al chocar .
- Ciel ... - Intentaba advertir el mayor sin demasiada efectividad
- ¡Maas! - Interrumpió
- Me vengo pequeño lujurioso - al oído del menor decía esas roncas palabras que Ciel parecía ignorar
- Hazlo, hazlo dentro - casi como si una orden se tratara antes que terminase de hablar el espeso y cálido fluido lleno su interior y poco después el del menor manchaba los pechos de ambos quedando ambos exhaustos.

Ciel despertaba envuelto en una manta entre los brazos de Sebastián que sudando se había acostado y ahora estaba frío al tacto. Intentó asegurarse de que dormía y extendiendo su manta abarcó también al mayor, aunque al ver la sonrisa de este se dio cuenta de que no dormía.
- Agg los demonios no duermen - casi como un auto recordatorio volvió a meterse bajo las mantas.
- Eres adorable, recuerdas las cosas tarde - Ciel se intentó levantar pero un terrible calambre desde su espalda baja lo hizo caer al suelo. - ¡Ciel!
- Eres un ser horrible Sebastián - Sebastián todavía desnudos ambos lo cogió en brazos a pesar de los intentos de zafarse del menor
- Debimos haber parado cuando lo sugerí - suspiraba el demonio mientras trataba de hacer que parase de revolverse
- Tsk estúpido - Ciel finalmente se dejó llevar hasta el baño donde Sebastián preparo la bañera metió a Ciel con suma delicadeza - Tu y tu monstruoso miembro - Ciel hizo un gesto de dolor acomodándose en la bañera - Podréis bañaros conmigo - Ciel se sumergió ocultando su sonrojo mientras Sebastián se metía tras él comenzando a lavarle el pelo como antaño hacía, con suma delicadeza mientras Ciel miraba a otra parte ruborizado.

Comenzando ambos la nueva vida como almas destinadas a encontrarse. En ese irónico destino del cual un demonio aliviaba a una rota alma de la tristeza y maldad que le rodeaban, extendiendo un rayo de esperanza en medio de la oscuridad de ese quebrado niño ¿quien es el que tiene la autoridad para decidir quien es un demonio y quien un ángel? Lo que para el dolido shinigami era un cruel demonio arrebatando la luz al niño, para susodicho era un ángel salvador sacándolo del más oscuro infierno. Aunque de igual manera Undertaker sentía la necesidad de librar al menor de las garras del oscuro demonio y por ese motivo seguía de cerca cada movimiento del ser.

Kuroshitsuji : EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora