14 prólogo 2

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El tiempo pasaba, Sebastián y Ciel estaban bien juntos, pero Sebastián mostraba necesidad de poseer a Ciel y contra más presionaba al menor más lo asustaba. Sebastián era un demonio, y como demonio estaba hambriento, además incubo y como incubo era muy lujurioso. Por consecuente estaba hambriento del cuerpo del menor. Contra más tiempo pasaba más tenso se ponía Sebastián perjudicando también al menor.

- ¡Te digo que no! - Ciel gritaba ya fuera de sus casillas cansado de esa situación que se volvía cotidiana.
- Puede que tu no me des tu cuerpo por tu propia voluntad, pero el contrato me da potestad para tomarlo a la fuerza - Sebastián no parecía alterado aunque si enojado, continuaba insistiendo
- Piensas hacer eso solo hazlo, adelante. No se como pude pensar que podías ser una excepción entre los demonios - Aunque esas eran sabias palabras racionales salidas del cerebro del menor, su corazón se negaba a dar por perdido aquel amorío que al principio parecía tan sólido. Ciel salía del pequeño invernadero y entro en la mansión a buen paso se encerró en el despacho. La primavera había llegado pronto y por tanto todo el jardín había florecido aunque a Ciel poco le importaba ahora Sebastián lo tenia sumamente fatigado con el tema del sexo. No era que el no quisiera, de hecho Ciel tenía mucha práctica con el sexo oral pero tenía miedo. El quería ir despacio a pesar de tener 14 años su cuerpo era fino, delgado, pequeño, androgino todavía, nada que pudiera hacer frente al escultural cuerpo del mayordomo. Era un complejo que sabía estaba perjudicando a ambos pero no podía caminar su cuerpo de la nada, por más ejercicio ni siquiera se tonificaba, seguía siendo igual de enclenque y androgino. Con un pequeño suspiro se sentó en la gran silla del despacho después de cerrar la puerta con llave. Se abrazó las rodillas y quedo un rato pensativo sabia que Sebastián ya no iría buscando disculpas con un pastel y una fingida mueca de inocencia pues estaba cada vez más cabreado con el tema. Unas cristalinas gotas empañaban su vista y rápidamente las seco con su manga, no dejaría que Sebastián viese el daño que le hacía, se mostraría fuerte porque así es el Conde Phantomhive.

Sebastián recogía el almuerzo del invernadero, todos los árboles frutales estaban en flor habría sido una hermosa tarde de no haber sacado el tema otra vez. Sabia perfectamente que Ciel se negaría, pero eso lo enfurecía sí ya era pareja ¿donde esta el impedimento? Termino de recoger todo y volvió a la cocina, realmente el único perjudicando era él que con un año de abstinencia había llegado a su límite demoníaco y todo lo excitaba haciendo que se pusiese de mal humor pues era doloroso. A su vez le dolían estas discusiones pues sabía que Ciel las sufría más de lo que aparentaba y le molestaba verlo fingir entereza.
- Sr. Sebastián ya casi es hora de la comida - Mey-Rin devolvía a Sebastián a la realidad
- Enseguida estará lista, vaya preparando la mesa señorita - fingiendo una sonrisa comenzaba con la comida que en poco tiempo estuvo lista. Hacia una semana que Sebastián había dejado de hacer tareas cómo servir la comida o vestir a Ciel pues su mente calenturienta y desocupada en esos lapsos de tiempo tendía a excitarlo aunque solía a espiarlo por alguna rendija comprobando que todo estuviera bien. No era que no se preocupase por Ciel, ya no estaba con el apenas, pero los ratos juntos eran agridulces.

- Bocchan espero todo este de su agrado
- Gracias Mey-Rin - ¿cuando había llegado la situación a esto? Ciel estaba seguro de que el mayor lo vigilaba, sentía sus ojos clavados en su nuca. Suspiró resignado y subió al despacho otra vez esquivando el encuentro con Sebastián, si el no quería verlo sus motivos tendría. Subió un tanto pesado las escaleras y volvió a cerrar, con una pluma comenzó a garabatear dibujos sobre un papel, escenas cotidianas junto al demonio que ahora parecían lejanas para el menor.- Se... Bas...tian... Susurraba lento en voz baja sabiendo que no vendría. Quien se habría imaginado que el mismo Conde de planteaba rendirse, dejar que lo violara únicamente para poder estar juntos, estar sin el se sentía terriblemente vacío, necesitaba al mayor . Se armó de valor pensaba terminar con la distancia - Sebastián
- ¿sí bocchan? -tan pronto como entro en el despacho y a modo de respuesta dejo caer una de sus medias, conforme toco el suelo Sebastián ya tenía su felina y reluciente mirada sobre el menor, totalmente ansioso respirando rápidamente.
- Puedes... - Ahora que el mayor estaba delante su determinación de quebró - ...mi cuerpo está a tu disposición...
- Se ha hecho el difícil - Sebastián se relamió complacido y con rapidez comenzo a desvestir al menor mostrando toda su ansiedad - por fin me dejara tocar ese delicioso cuerpo suyo - Con ferocidad lamía el cuello del menor bajando rápidamente, al mismo tiempo que rasgaba la ropa del menor con impaciencia. Ciel permaneció en silencio, emociones contradictorias en su interior el deseaba al mayor, pero también era un cúmulo de inseguridad, estaba seguro de no ser lo suficientemente bueno para su experto compañero. Finalmente se decidió empezando a quitar torpemente la ropa del mayor - Dese prisa bocchan o arrancaré los ropajes también. Me ha hecho esperar demasiado, estoy por reventar, no puedo esperar más - Todavía más inseguro continuaba quitando las prendas tenía verdero pavor a defraudar al demonio - te aseguro que no te conviene hacerme esperar mas - arrancando la ropa quedaron ambos desnudos Sebastián estaba erecto y lubricado con el líquido preseminal, respiraba muy agitado y comenzaba a sudar, su demoniaca mirada estaba fijada en las caderas del menor. Metió un poco a la fuerza tres dedos el la boca del menor - Lamelos, quiero que los lubriques bien para no hacerte daño - a modo de queja Ciel mordió los dedos pero a pesar de sentir el ferroso sabor inundar su boca Sebastián solo le devolvió una lasciva sonrisa - Puede lubricarlos como desee no me voy a molestar - saco los dedos y comenzó a pasarlo por la entrada del menor que se tenso de inmediato - Pero debes relajarte. Relájate o te dolerá - comenzó a lamer los labios del menor e inserto el primer dedo sintiendo el cálido interior de Ciel. Toda aquella escena parecía excitarlo excesivamente - Relájate pronto por favor
- Relájate tu, te va a explotar el corazón. Late muy rápido...

Ciel había parado una mano sobre el pecho del mayor. Sebastián sabia que todo estaba siendo rápido y brusco para una primera vez pero Ciel lo habia hecho esperar demasiado. Para un demonio como el el sexo es algo esencial pues en parte es un incubo, esencial para alimentarse, para liberar tensiones, para desfogar... Toda esa tensión acumulada estaba por salir e iba a alcanzar a Ciel - Late rápido porque estoy acelerado - comenzó a besar con rudeza al menor y masajear su miembro que comenzaba a funcionar de relajante
- ¡Ngh! Eres muy ansioso - Ciel se quejaba pero impasible metió el segundo dedo
- Porque necesito tu cuerpo para saciar mis ansias - Ciel buscaba donde esconderse aunque al estar apoyando en la gran butaca verde era imposible - No te escondas, quiero ver tu cara influenciada por el placer. Quiero ver la expresión de tu primera vez - tuvo que parar unos instantes, no quería cruzar la línea de no retorno y correrse antes de tiempo aunque por el podía volver a ponerse erecto no quería hacerlo antes de probar ese manjar
- No digas esas cosas estúpido - Inserto el último dedo emulando embestidas, Ciel por fin parecía relajado
- Voy a entrar - quito sus dedos acariciando su miembro contra la entrada del menor con rapidez lo inserto quedando tortuosamente estático sobre el menor que se había tensado otra vez alrededor del miembro del mayor - Relájate no quiero hacerte daño y si sigues apretando así no se cuanto resistiré
- Que precoz - cierto tono de burla de dejaba entrever
- Estoy demasiado encendido, quiero sentir todo tu cuerpo - Ciel parecía relajarse otra vez y Sebastián comenzó con el por el momento desincronizado movimiento. Sebastián guiaba las caderas del menor
- Eres muy ¡Ngh! calenturiento - Ciel parecía un poco nervioso pero Sebastián acariciaba todo su cuerpo buscando aliviarlo
- Lo dice el que esta perdiendo su virginidad a tan temprana edad - al fin se sincronizaron consiguiendo alcanzar el punto sensible del menor que se estremecía a cada estocada. Aumentaron la velocidad todo lo que pudieron haciendo que el menor no dejase de gritar y gemir.
- Se siente extraño - Ciel arqueaba su espalda avisando de su incipiente éxtasis mientras Sebastián continuaba besando y mordisqueando con codicia todo el cuerpo del menor
- Pero delicioso - comenzó a acariciar el poco desarrollado falo sintiendo toda su calidez exploto en su mano que relamió con delicia
- no hagas eso - Ciel avergonzado tapo su rostro con el brazo
- Pero es de mi dulce bocchan - Lamia sus pringados dedos con avaricia ante el avergonzado menor - Ugh Ciel me vengo - Sebastián quedo de inmediato parado con cara de fastidio y urgencia - ¿quieres que lo haga dentro? - Sebastián utilizo un tono lascivo y apremiante
- Haz lo que prefieras demonio pervertido - Sebastián apenas aguanto y se corrió con un gemido seco, que chocó con su normalmente aterciopelada voz llenando el interior del niño con cálido fluido. Poco a poco salió de su interior quedando abrazado al niño que trataba de recuperar su respiración normal.
- Te amo Ciel - como un tenue suspiro susurraba a la oreja del menor que se ruborizó y escondió entre los brazos del mayor cerrando los ojos, parecía ir a dormirse en cualquier momento.
- yo también te quiero tonto - quizás Ciel no se diese cuenta, pero su rostro relajado y feliz mientras dormitaba daba una estampa tierna que Sebastián quería memorizar, sus largas pestañas hacían una pequeña sombra sobre su rostro , su boca entreabierta y su tenue respirar todo parecía perfecto en el menor que se había quedado dormido.

Sebastián se había quedado todo el tiempo al lado del menor. Eran sobre las siete de la tarde cuando se durmió y rondaban las tres de la mañana cuando el menor comenzaba a despertar.
- Nnnn... - Ciel se pareció sorprenderse de ver al demonio a su lado
- Hola - acariciaba con mimo los revueltos mechones del menor que parecía aturdido
- ¿Que haces aquí? - somnoliento se acomodaba entre las mantas
- Te observo dormir, parecías muy tranquilo - bajo sus manos hasta las caderas del menor - además no quería que despertases solo y dolorido. Ciel trato de sentarse pero un terrible dolor se lo impidió y Sebastián lo cogió en brazos
- ¡Me has dejado paralizado!- Ciel se intentó revolver poro otra punzada lo dejo totalmente petrificado
- Solo dolorido , le dije que se relajara - Ciel se agarró al cuello del mayor que le acariciaba el trasero con cariño y sutileza
- Déjate de formalidades, se siente frío. Además te odio demonio estúpido... Me has partido...
- Perdóname - beso los labios del menor a modo de disculpa
- Estabas muy ansioso, hoy pareces tan tranquilo - Ciel peino a Sebastián con los dedos y le devolvió el beso - Te obligue a estar así de ansioso, estabas desesperado y yo te obligue a estar así - Ciel apoyo su frente contra la del mayor - perdóname tu, yo prácticamente te empuje a esa situación - era cierto que estaba relajado por primera vez en mucho tiempo pero no culpaba al menor que seguramente tomo esa difícil decisión por eso
- ¿lo hiciste por eso? Estúpido
- Lo hice porque quise, además te habría reventado la vena del cuello si espero mas - Ciel se dejo mimar por el mayor que reía mientras seguía acariciando sus doloridas caderas
- Perdón por la pelea de esta mañana
- Todo esta olvidado si te quedas a mi lado

Kuroshitsuji : EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora