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Sebastián quedó helado y separó a Ciel mirándolo a los ojos, parecía estar mentalizando de que tendría que decirlo, buscando las palabras - aquel día...yo quise convertirte en demonio. Elegimos mi cuarto para ello hicimos el símbolo en el suelo, escribí todo en las paredes... Todo estaba perfecto. El ritual era sencillo, pero largo, estábamos desprotegidos durante susodicho, consistía en hacer una brecha en su estómago y recitar unas antiguas escrituras mientras te desangras siendo en algún momento convertido . A medio ritual...- su voz hasta el momento firme se quebró, como si las palabras quisieran quebrar de su garganta - Undertaker apareció alegando que jamás permitiría semejante atrocidad con un Phantomhive, perdí demasiado tiempo dada la lucha contra el sepulturero. Todo estaba lleno de sangre ... No me di cuenta de que era demasiada, pensé que sería de los tres...hasta que me giré contemplando su mortecina apariencia y tus súplicas por ayuda, ya era tarde no pude taponar la herida - Ciel cerró los ojos intentando recordar
- No recuerdo apenas nada... - Sebastián deslizaba sus manos por los costados del menor, apoyando sus yemas en los huecos de las costillas, haciendo gestos de tristeza
- No fue una grata experiencia es mejor así - Ciel dio un paso atrás con fastidio por las caricias del mayor
- Recuerdo haber intentado abrir la puerta de la habitación, pero- fue interrumpido por el mayor
- yo la sellé, desde aquel día ha estado sellada - cortó Sebastián tajante - y sellada quiero que quede al menos mientras esté deshabitada la mansión - fue relajando su tono y dejó caer sus brazos a los lados con desánimo volviendo a cerrar los puños y cruzó los brazos
- No entiendo por donde vas ...
- Vuelve conmigo Ciel, se mi amante otra vez - Ciel titubeo ante la proposición a lo que el mayor se tenso en demasía esperando la respuesta, el rostro de sebastian reflejaba su ansiedad
- Yo... No ... - Ciel se sentó sobre el colchón. Sebastián se apoyó en una mesita clavando sus uñas en la madera ansioso - Realmente no esperaba que me dieses la opción de no serlo, jamás pedí irme, por siguiente jamás quise dejar de ser tu amante...- Ciel se ruborizó y quedó mirando al suelo un tanto contrariado - pero necesito algo de tiempo para que todo vuelva a ser igual , necesito aclararme. Un dia soy un pobre desgraciado y al siguiente un Conde de hace 125 años pareja de un demonio y amigo de un shinigami ... Es de locos... - Sebastián lucía más aliviado y un poco divertido dirigió su mirada a la pared, una pared entera llena de dibujos poco detallados de dos personajes uno alto y otro bajo en distintas actividades cotidianas, si solo necesitaba tiempo era algo aceptable.
- Entonces me retiro Ciel, puesto que hoy te has saltado la comida y casi la merienda deduzco que tendrás hambre ¿quieres que te prepare algo? - Sebastián se inclinó a modo de reverencia y quedó al lado de la puerta, mientras Ciel se sonrojo por la propuesta
- No tengo hambre... - Ciel comenzaba a cambiarse de ropa mostrando su desafortunado cuerpo y sin decir más Sebastián salió del cuarto pasando su mano por el dibujo de la figura alta cogiendo en brazos a la baja con nostalgia. Volvió media hora después entrando sin avisar siquiera entro al cuarto con una bandeja
- Ciel, te he traído unos dulces - Susurro con ternura cerca del menor que se estremecía ante aquella voz
- Te digo que no tengo hambre - Sebastián prendió la luz tenue de la mesita y colocó una bandeja con mousse de chocolate encima del regazo del menor que se había incorporado
- Debes comer, aunque sea un poco.- Sebastián pasó su mano por el delgado rostro del menor con dolor - Me duele verte así de demacrado - Ciel hizo un gesto de fastidio y comenzó a comer, primero lento y luego con ansia como si no hubiese comido nada en siglos. El demonio contemplaba complacido la reacción
- ¿Contento? - un fingido gesto de molestia que bien conocía el mayor hizo sonreír a Sebastián que cogió la bandeja.
- Buenas noches bocchan - Ciel se giró dando la espalda al demonio

-Soy Ciel, bocchan ya no existe - Con ese frio comentario se despedía el menor


Por algún motivo Ciel había comenzado a gritar en sueños, estaba empapado en su propio sudor no paraba de moverse en todas direcciones abrazado a la almohada con fuerza, parecía estar pasándolo realmente mal. Pero Sebastián tenía miedo de despertarlo, se daría cuenta de que lo contemplaba en la oscuridad, aun así le dolía ver así a Ciel y se quedó a su lado, cogiendo su mano en un intento de hacerlo sentir arropado.

Se encontraba en el cuarto de Sebastián otra vez, y tenía claro a lo que iba.
- Bocchan, ¿está seguro que desea volverse demonio? Recuerde que es una existencia eternamente maldita - Sebastián parecía profundamente preocupado mientras pintaba con alguna clase de ungüento en un extraño lenguaje las paredes del cuarto.
- Si no lo hago antes de que te des cuenta mi etérea existencia habrá acabado - Sebastián beso al menor acariciando su rostro.
- Entonces lo haces mas por mi que por ti - Ciel se colocó en el centro del símbolo del contrato dibujado en el suelo y cogió una daga para comenzar el ritual.
- Lo hago porque quiero - Con un fingido gesto de fastidio desvió la mirada, Sebastián suspiro con una ligera sonrisa revisando todo una vez más
- Recuerde que debe clavarla en medio de su vientre y aun si caes debes hacerlo dentro del símbolo
- Entendido - Ciel inco con fuerza la daga en su estómago y estiro hacia abajo soltando un grito desgarrador. Miró a Sebastián y le dedicó media dolida sonrisa dando comienzo al ritual. Los símbolos dibujados comenzaban a emitir una tenue luz rojiza dando un ambiente un tanto espeluznante.
- Hanc animam caelo deripit ille jugis vindico inferos peccatum. Corrumpere diabolus cornu facite ut- Un estruendo lo interrumpió comenzando a luchar con el intruso. Mientras Ciel tembloroso luchaba por mantenerse en pie, cosa que le fue imposible y cayó al suelo - Seb-bastian - Su tenue voz no era escuchada y su frágil cuerpo se sentía frío y extremadamente pesado - Auxilio - su quebrada voz se perdía en el fragor de la batalla, repentinamente los símbolos dejaron de brillar. Ciel sabia lo que pasaba, se moria, pero no podía evitarlo.
- Tranquilo, ya estoy aquí - Sebastián presionaba con mucha fuerza le herida, Ciel sabia perfectamente lo que seguía, sentía como su vista se nublaba e intentaba hablar pero había sangre en su garganta impidiendo que sus palabras salieran "No fue culpa tuya" Sentía las lágrimas del mayor caer en su piel, nunca lo había visto llorar, nunca y sabía el motivo de esta excepción. Ciel intentaba centrar la vista pero no lo conseguía y poco a poco dejaba de escuchar al otro. Era totalmente incapaz de consolar al mayor que se abrazaba a él y lloraba, sentía los cálidos brazos del mayor abrazarlo y sentía el aliento en su oído, le susurraba algo. Ciel luchaba por moverse , su corazón se encogía al sentir así al mayor, pero no pudo hacer nada. Su consciencia se perdía.

- Sebastián... Mmmnnn... Sebastián...
- Ciel estoy aquí - Inconscientemente Ciel se abrazó al mayor tomándolo por sorpresa - ¿Ciel? - el menor continuaba dormido pero se había abrazado fuerte a la cintura del mayor que estaba sentado en la cama a su lado - Sebastián... No fue tu culpa... - Sebastián acariciaba delicadamente al menor susurrandole al oido
- Fue el único error que cometí Ciel y lo pagué caro, todavía lo estoy pagando... - Sebastián cogió en brazos al menor envolviendolo en la manta lo acunaba con extremo cuidado, no queriendo romper ese momento, deseando que fuese eterno. Aquel frágil niño otra vez en sus brazos, dormido con una expresión ahora serena y tranquila llamándolo en sueños.

Hacía rato Ciel se había sentido levantado y acunado por Sebastián. En un principio se había sentido cabreado, había incumplido una petición, pero poco a poco se había dejado llevar por aquella cálida sensación. Le traía recuerdos de cuando estaba en la mansión, las noches de tormenta como la de ese día Sebastián se quedaba con el hasta que se dormía.
De repente Sebastián lo dejó sobre el colchón y arreglo un poco las mantas y salió del cuarto segundos antes de que el despertador sonase. Se levantó rápidamente cambiándose de ropa bajo a la cocina donde el veloz demonio ya tenía una taza de té y un trozo de pastel.
- Buenos días Ciel - Sonreía colocando los alimentos en la mesa con elegancia, estaba más relajado que el día anterior
- Buenos días - Ciel se sentó en la mesa y Sebastián retrocedió un poco, manteniendo la distancia cosa que en el fondo molestaba a Ciel - Tsk - rechistaba mientras comenzaba a desayunar bajo la mirada atenta del mayor. Después de la cercanía de esa mañana ahora esta distancia lo molestaba.
- ¿Estas molesto? - la voz de Sebastián sonó firme pero Ciel sonrió para sí sabiendo el nerviosismo que ocultaba
- Un poco - jugueteaba con el tenedor en el alimento
- ¿Porque? - Sebastián se sentó en el asiento más alejado.
- Porque dije algo de lo que ahora no se como retractarme - Sebastián lo miro con duda en sus carmesíes ocelos

Kuroshitsuji : EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora