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Era una mañana neblinosa en Londres y apenas podían dividirse dos figuras paseando por sus calles, Ciel un pequeño Conde de tez pálida, cabello grisáceo y un único ojo visible de azul cielo , seguido de Sebastián su templado mayordomo, ojos rojizos, pelo negro, ambos pareja y amantes. El menor de ambos parecía tenso ante la situación, en la calle a causa de la espesura no se veía más más aya de unos cuantos metros y él caminaba inseguro de lo que le esperaba más a delante.
- Bocchan puedo caminar yo delante si lo desea - en un comienzo se dirigían a la comisaría, pero estaban perdidos, ante las cada vez más asustadas reacciones del menor Sebastián decidió esperar una orden y divertirse un rato mas con el tierno Conde que realmente parecía un niño a veces.
- No hace falta Sebastián, yo me basto para encontrar la comisaría - la seguridad del conde se disipó cuando un gato que pasaba corriendo sobresaltó en demasía al menor que por poco se sube a los seguros brazos del mayor.
- No se lo niego bocchan, pero ya llevamos hora y media buscando - un sonido sin identificar hizo que al menor se escapara un pequeño grito. Sebastián cogió en brazos al menor apoyándolo en un costado el menor enredaba sus piernas en la cintura del mayor y escondió su cabeza en el hombro del mayordando una imagen enternecedora - Bocchan ¿le da apuro la niebla?
- Callate estúpido - Ciel poso sus temblorosas manos sobre el pecho del mayor - Es solo que no me inspira confianza
- Es adorable cuando algo "no le inspira confianza" - Sebastián reía un poco esquivando la mirada ofendida del menor - Realmente detrás de ese carácter impuesto hay un niño bastante humano, es una verdadera caja de sorpresas bocchan
- Eses estúpido - con un suspiro apoyo su cabeza en el hombro del mayordomo besando el cuello de este suavemente
- No haga eso bocchan, sabe lo sensible que soy a esas cosas - el menor se limitó a recostar su cabeza topándose la respiración del conde con el cuello del mayor que andaba buscando el edificio distraído por ese leve contacto.
- Vale, perdona - fingiendo arrepentimiento con aire cansino se dejaba llevar por el mayor que cada vez caminaba más aprisa no pidiendo apartar sus pensamientos del menor. Desde que estaban saliendo el menor se había relajado, mostrándose bastante sumiso. Antes jamás se habría recostado así sobre el mayor, totalmente relajado. Sebastián reía, era como ver a un conejo relajarse al lado del lobo, el estúpido y sensual conejo que había cautivado al lobo. No sabia que era lo que le gustaba tanto del menor, pero tenerlo totalmente a su disposición lo excitaba, cosa que en un principio procuro no prestar atención pero le fue imposible al notar la confianza con la que se había amodorrado el menor. Tan desvalido, tan inocente ¿no le habían enseñado a no mostrarse débil ante un demonio? El menor tenía total confianza en el mayor, pero este no tenía el control de su cuerpo desde que el menor era objeto de deseo, lujuria y codicia. En un momento dado tuvo que dejarlo en el suelo y por primera vez sentarse en un banco cercano rompiendo su estética de mayordomo.

Sebastián se sentó en un banco cercano con sus manos entre las piernas cerradas, parecía estremecerse. Cambiando de posición con los brazos cruzados se doblaba sobre si mismo ahora sonrojado.
- Sebastián ¿te encuentras bien?- realmente era extraño este repentino comportamiento, Ciel nunca había visto dolerse al mayor.
- Es... Estoy bien, deme un momento bocchan - el mayordomo volvía a doblarse temblando y jadeando ante el menor que casi sin pensar coloco una mano en la frente del mayor exaltandolo
- Lo siento, pensé que podrías tener fiebre - él en su inocencia solo provocaba más al demonio.
- Solo deme un poco más de tiempo, por favor - su normalmente imperturbable voz sonaba alterada y volvía doblarse respirando agitado
- ¿realmente estas bien? - La niebla los envolvía a ambos dando un ambiente falsamente privado
- No ...- Sebastián temblaba ligeramente - No exactamente... - volvía a jadear, ciertamente parecía bastante dolido. Intentaba erigirse pero volvía a doblarse cerrando las piernas.
- Sebastián, ¿pudiera ser que estas duro? - el menor incrédulo de la reacción del mayor reía un poco
- Bocchan no se ría, es una situación penosa para mi
- Pero ¿porque? - Sebastián solo miro hacia otro lado esquivando la pregunta - Eres adorable cuando estas así de sumiso ¿puedes andar? - Ciel se inclinó intentando mirar a los ojos del mayor
- Será doloroso - Ciel se mordía el labio mientras observaba la situación - pequeño pervertido, deja de mirarme así y ayudame a llegar asta el carruaje - apoyándose en el menor a duras penas pudo llegar asta el carruaje entre la niebla que estaba a algunas calles de distancia entre temblores y jadeos ambos subieron dirigiéndose a la mansión, uno sentado enfrente del otro.
- Eres muy excitable - se jactaba el menor cerrando las cortinas del carruaje y fijando su azul ocelo sobre el mayor
- No me excito sin un motivo bocchan - Cerro los puños y los ojos parecía dolorido - Aunque para los humanos si podría ser algo así como un ninfomano - rió un poco ante su propia afirmación
- Aguanta asta la mansión - Ciel se sentó sobre las rodillas del mayor acariciando el miembro por encima de los ropajes
- Bocchan, estos pantalones son especialmente estrechos - Ciel dejo un pequeño beso en los labios del mayor
- perdón - con aire cansino Ciel recupero su anterior asiento siendo parado por la gentil mano del mayor.
- Tampoco le he dicho que se aleje - Sebastián planto un suave beso de regreso en el menor que no sabía muy bien como comportarse en esa situación .

Una vez llegados a la mansión dificultosamente subió las escaleras asta la habitación del menor dejandose caer sobre la descomunal cama
- Bocchan pido permiso p-
- Déjate las formalidades demonio, ahora mismo no importan - Ciel lamía el cuello del mayor haciéndolo tiritar mientras desabrochaba la bragueta rápidamente
- ¡Ngh!- El menor jugaba por encima de la ropa interior del
mayor
- Juguemos un poco - el menor sacaba unos vibradores de su mesilla, uno con forma de falo y otro con forma de anillo.
- Ciel casi temo preguntar - con suma delicadeza puso el anillo alrededor del miembro del mayor que se retorcía de placer - Que cruel bocchan - el menor se quitaba el pantalón mientras lamía el otro vibrador
- pues esto lo va a ser más aún - jugueteando en la entrada del mayor introdujo el otro vibrador
- ¡Ngh! Ciel empieza ya y deja los preliminares - Ciel se sentó sobre el mayor dando pequeños mordiscos marcando su dentadura en la nívea piel. Retrocedió un poco restregando su trasero por el excitado miembro, mientras su ya . Sebastián que se mordía el labio dio un empujón cambiando los roles - Pequeño conejo sadomasoquista , que se cree dominante cuando es el dominado - lamía el pecho del menor con deseo mientras se quitaba el vibrador del miembro jugando con el en los genitales del menor - No juegues asi - Sebastián penetró al menor - conmigo , que no respondo de mis actos - Ciel acariciaba el rostro del mayor y depositaba un dulce beso en él dando comienzo al frenesí entre ambos, dejando como banda sonora el grotesco chocar de sus cuerpos mezclados con jadeos y gemidos.

- Sebastián, te aseguro que no puedo venirme mas - tras arduas horas de sexo ambos se habían corrido varias veces, pero Sebastián todavía quería mas
- Pero Ciel todavía no e he corrido - por un segundo su fingida inocencia casi despista al Conde, que mas que sexo quería dormir pues estaba obviamente agotado.
- Sebas - un bostezo lo cortó seguido de un escalofrío provocado por su piel humeda y una corriente de aire - Voy a parar ya... - la voz del menor se fue apagando asta parar totalmente quedando dormido sobre el pecho, inconscientemenete abrazado a la camisa de Sebastián.
- A veces olvido que eres un frágil humano - acarició el humedecido cabello del menor y Sebastián se levantó con el menor en brazos, lo envolvió en la chaqueta del uniforme que casi lo cubría entero. Esquivando todo curioso lo llevo asta su habitación donde las sábanas y mantas estaban totalmente limpias y ayi lo dejo.
Mientras se enfundaba la ropa observaba al menor, la fina capa perlada poco a poco desaparecía de su piel y su respiración que en un principio era muy agitada de había relajado casi asta el extremo. Un escalofrío recorrió todo el cuerpo del mayor, solo pensar que es un frágil humano lo atemoriza, porque sabía que eso significa que algún cercano día sería un adiós. Con un poco de angustia infundada busco el pulso al menor que obviamente tenía y en algún momento acabo acariciando la mejilla del Conde que se movía buscando ese contacto. - Eres tan etéreo que no debería haberme aferrado a ti - deposito un pequeño ósculo en la frente del menor y se terminó de correr - antes de que me de cuenta te habré perdido - con un suspiro salía del cuarto volviendo poco después con un poco de agua y un pequeño trozo de tarta justo cuando Ciel abría los ojos adormecido y cansado. - Bocchan quiere un poco de agua - Ciel apenas se había despejado, su cuerpo se retorcía bajo la chaqueta
- Mmm dame agua Sebastián - con esas sencillas palabras conseguía que el corazón de Sebastián latiese desbocado, era como la pequeña droga quevmantenia cuerdo al mayor.

Quien le diría en que entonces que su final feliz no existe y que en medio del ritual de conversión de humano a demonio el menor murió de una manera cruel, desangrado. La vida de Ciel escapó inevitablemente de su cuerpo dejando a Sebastián sentado junto a un mausoleo donde por primera vez en su demoníaca existencia llora desgarradamente con un sentimiento de vacío y culpa que ni la más suculenta de las almas, ni la más habilidosa de las prostitutas es capaz de llenar, es un demonio roto en busca de una persona que ya no existe.

Kuroshitsuji : EtéreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora