Salimos del acuario, el tiempo paso volando ya eran las dos de la tarde y aun no habíamos comido nada
— ¿Qué quieres de comer? —me preguntó Justin
—No lo sé qué recomiendas —levante los hombros
—Ven hay un sitio donde venden una comida deliciosa —me jaló de la mano
Comimos en un sitio bastante agradable, Justin devoró todo lo que pusieron frente a él en unos minutos yo tarde un poco más y al final no quería moverme de la mesa sentía como una enorme piedra en mi estomago que no me dejaba levantarme.
—De aquí no salgo hoy —bufé y me recosté en la mesa
—No era tanta comida —se burló Justin
—Era demasiada para mi —hice una mueca e inconscientemente miré el reloj en mi mano, eran las 3:30 y en media hora debía estar en mi casa o mi padre iba a matarme —Tenemos que irnos ya —me levanté rápido de la mesa
—Es cierto —Justin se apresuró a pagar
Corrimos hasta el estacionamiento y cuando llegamos, casi saltamos en el auto Justin aceleró y salimos de allí
—Tienes quince minutos —suspiré
—Llegaremos —dijo seguro
Llegamos justo a tiempo a mi edificio abrí la puerta pero antes de salir me di la vuelta y le dí un beso en la mejilla a Justin
—Gracias —sonreí y salí del auto
En el ascensor trate de hacer desaparecer la sonrisa estúpida de mi rostro, no sé porque no podía dejar de sonreír era inevitable, me reí de mi misma y me mordí el labio inferior ¿Por qué Justin tenía que ser así conmigo?, sentí que de verdad le gustaba pero porque yo, recordé lo que dijo de los delfines y no pude evitar reírme muy fuerte en el ascensor, si yo estaba loca Justin estaba mil veces peor pensé mientras salió del ascensor y entraba en mi apartamento.
Mi padre estaba sentado en la sala con el computador enfrente pase de él y fui directo a mi cuarto
—En mis tiempos se saludaba —me dijo mi padre
—Buenas tardes —dije sin interés y me encerré en mi cuarto
Me acosté a dormir un rato estaba muy cansada, pero me desperté con un grito de mi madre desde la planta baja, ella me llamo varias veces baje aun adormilada.
— ¿Qué pasa? —pregunte confundida
—¿Tú tomaste el dinero que estaba aquí guardado? —me preguntó
—Sí pero es que…—empecé a explicar
— ¡¿Por qué no pediste permiso ese dinero no era tuyo?! —dijo mi madre alterada
—Mama déjame explicarte es que —de nuevo fui interrumpida
—No déjame nada Lauren —dijo mi madre —Sabías para que era ese dinero, no, no lo sabías —empezó a gritarme
—Seguramente te lo gastaste con el muchachito ese que vino el otro día —mi padre dijo
— ¿Cuál chico? —pregunto mi madre
—Mama recuerdas que te dije que estaba enferma el vino solo a ver como estaba —me defendí
—Nunca me dijiste eso —se cruzó de brazos
—Sí, si te lo dije pero tú nunca escuchas —dije con lágrimas en los ojos
—No le hables así a tu madre —me reprendió mi padre pero lo ignore