Durante la cena, apenas hablaron. Jamie no podía hacerlo, estaba totalmente cautivado por esa diosa que tenia a su costado. El saber que ella estaba tan cerca que podía tocarle el brazo con sólo extender el suyo un poco, lo dejó sin habla. Y Dakota parecía sentirse cómoda con aquel silencio. No hizo ningún intento de hacerle las preguntas que se suelen hacer dos extraños que se conocen de vacaciones. No le preguntó de dónde era y ni a qué se dedicaba ni cuál era su signo del zodíaco. No le preguntó nada. Le dijo que le gustaba el callaloo.
—Creo que mañana probaré el *conch —añadió.
El joven lo había comido la noche anterior y no le había impresionado nada.
—A mí también me gustaría probarlo —dijo—. ¿Qué te parece si lo probamos juntos? añadió.
Esperó su respuesta con el corazón palpitante y las manos sudorosas. Tal vez ella rechazaría su invitación. Cuando por fin habló para aceptar, un suspiro de alivio salió de sus labios.
La perspectiva de volver a cenar con Daki al día siguiente lo mantuvo en un estado de éxtasis durante toda la noche. A la mañana siguiente, después de haber dormido poco, volvió a examinarse en el espejo del baño y decidió que las ojeras no le sentaban mal. En todo caso, acentuaban su aspecto de hombre duro, ademas su leve insomnio se debía a la mujer castaña que no dejaba de rondar su cabeza, no se detuvo a tratar de dormir, solo se dedico a pensarla a recorrer su fantástica figura con su imaginación, era demasiado guapa y en sus sueños se mostraba mas que accesible.
—Estás hecho un verdadero casanova —le dijo a su imagen en el espejo.
Luego se puso el bañador y se dirigió a la playa.
Daki odiaba volar y, por eso, durante el viaje a Tobago, intentó controlar su ansiedad con un par de cócteles. No le gustaba beber mucho, así que, después de dos copas, se sintió algo mareada y todavía seguía poniéndose nerviosa siempre que el avión se movía debido al viento.
Como si las turbulencias del viaje no fueran suficientes, antes de aterrizar, tuvo que ir al servicio para ponerse las lentillas. Las había comprado para el viaje y, como había confiado en quedarse dormida durante el vuelo, no se había molestado en ponérselas antes.
Las lentillas habían sido una compra impulsiva. En Seattle había ido a la óptica para comprar un nuevo par de gafas de sol, pero la asistente del oculista la había convencido de que comprara las lentillas, después de confesarle que sus extraordinarios ojos marrones no eran naturales, sino el resultado de sus lentillas de color. Aunque los ojos de Daki eran de un intenso y llamativo color azul cielo, siempre había deseado en secreto tener ojos marrones, para cambiar talves un poco su apariencia.
La inteligente vendedora la había convencido de que el color marron claro iría de maravilla con su asombrosa melena castaña clara. Especialmente si se soltaba el moño y se dejaba el pelo suelto.
Después de encargar las lentillas marrones claros, Daki había entrado en una boutique a comprar unos cuantos vestidos de verano y alguna ropa interior sexy. En su vida diaria, vestía de un modo muy correcto. Trajes de chaqueta grises o azules, camisas de algodón y zapatos de piel. Para sus vacaciones deseaba adoptar otra imagen. Aunque generalmente lo ocultaba bien, en el fondo de su corazón se consideraba profundamente romántica con un toque atrevido-sexy y salvaje.
Cuando decidió tomarse unas vacaciones en una isla tropical, se imaginó a sí misma viviendo una escapada romántica, una aventura interesante.
Tenía grandes planes. O mejor dicho, sueños. Después de todo, cualquier chica tiene derecho a soñar. Especialmente una con una impresionante melena castaña y unos ojos azules increíblemente hermosos, ocultos bajo sus lentillas marrones. Sabía que estaba exagerando, lo que sólo sirvió para convencerla de que necesitaba unas vacaciones. Hacía dos años que no se tomaba un descanso y nunca había estado en una isla tropical. La idea le encantaba.
Así que allí estaba, de pie en el pequeño lavabo, mirando las lentillas. Había dejado intencionadamente las gafas en casa porque sabía que, de no hacerlo, perdería el valor y terminaría por ponérselas. Durante las sesiones de prueba, había estado cómoda con las lentillas y le gustaba tener los ojos marrones. Se había soltado ya el pelo y se dispuso a ponerse la lentilla derecha. Un ojo marron le devolvió la mirada desde el espejo. Sonrió seductoramente a su imagen. No había duda de que su aspecto había mejorado mucho.
Cogió la otra lentilla con la yema de su dedo índice y, estaba a punto de colocársela en el ojo izquierdo, cuando el avión se movió violentamente al cruzar una zona turbulenta. La lentilla se cayó al suelo y la joven se arrodilló para buscarla. El avión siguió moviéndose violentamente y la joven se puso muy nerviosa. Se sentó jadeante, vio la señal luminosa que pedía a los pasajeros que volvieran a sus asientos y se apresuró a obedecer.
Aterrizaron en medio de extraños ruidos y Dakota, dominada por el pánico, se olvidó por completo de la lentilla. Cuando llegaron a la terminal y el avión se detuvo por completo, su miedo desapareció, pero no así el efecto de los cócteles.
Eran casi las seis de la tarde cuando salió del aeropuerto. En el avión no había conseguido comer gran cosa y pensó que lo primero que tenía que hacer era echarse algo al estómago. Al llegar al hotel Caribe Reef, dejó las maletas en su habitación, se duchó rápidamente, se puso uno de sus atractivos vestidos veraniegos y bajó a cenar al restaurante.
En el instante en que salió a la terraza se sintió atraída por un hombre de tez blanca, que notoriamente tenia un ligero bronceado que estaba sentado en una de las mesas. Parecía un osado conquistador y, sin duda, tenía éxito con las mujeres. La rubia que esta de pie a su lado lo miraba como si quisiera comérselo.
Dakota se puso nerviosa al ver que él volvía la vista hacia ella. Antes de retirar los ojos, lo miró de medio lado con mirada enigmática y luego siguió al maître, que la instaló en la mesa contigua a la del apuesto comensal. Era extraño , nunca le había pasado , pero se sentía totalmente intrigada por aquel desconocido, y porque no decir, se sentía también atraída por el encanto que este enigmatico y sexy hombre emanaba.
Cogió el menú y fingió estudiarlo. Seguía sintiendo la mirada de él sobre ella. Al fin, ella también se volvió a mirarlo. El hombre le sonrió. Una sonrisa encantadora. Paul Walker, en sus mejores películas de aventuras, no lo habría hecho mejor. Sintió que el corazón dejaba de latirle, y derretirse lentamente como un *chocolatito al sol.
Sonrió a su vez. Luego recordó sus fantasías amorosas. Allí estaba ella. No hacía ni veinte minutos que había llegado a la isla y ya había un hombre apuesto y sexy que no apartaba los ojos de ella. Nadie la había mirado nunca así.
♥♥♥
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*conch : son conchas, hay un plato delicioso de ellas
*chocolatito al sol: es una frase que la uso con mi hermana cuando vemos a un chico guapisimo que nos hace suspirar , jejejjeje, queria compartirlo con ustedes, haber si se animan a usarlo con sus amigas , como un codigo ,jejejjeje les presto mi frase jjejejjeje. suena bien no??
Ahora dias de publicacion : ¿como les gustaria? diganme y me esforzare, o vere esta semana las leidas y ya me acomodo a lo que quieran.
♥♥♥
Las quiere Aryam
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LOCAMENTE CASADOS (En edición)
Fanfiction¿Te casarías a primera vista?...¿Cruzarías un balcón a media noche por una locura de amor?... ¿Qué harías , si tu amiga se enamora de tu esposo y todavía viven en el mismo departamento? Ser esposos, hermanos falsos y compañeros de trabajo no es una...