Capitulo 28

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Si pudiera volver a empezar, ¿actuaría de un modo diferente? El problema era que Dakota no estaba segura de la respuesta. Lo único que sabía era que se sentía muy confusa. Estaba casada, pero no vivía como tal. Era hija única, pero de repente tenía un hermano. Había un compañero de trabajo al que tenía que fingir que conocía muy poco y que al mismo tiempo era su esposo. Desde que vio por primera vez a su fantástico conquistador de Tobago, había perdido por completo el sentido de la realidad. Y casi no tenía un momento de paz. Sabía que no podría resistirlo durante mucho más tiempo.

Era viernes por la tarde y acababa de llegar a casa del trabajo. Se desnudó y se puso una bata. La casa, sin Jamie, parecía vacía. Se preguntó si podría haberlo solucionado todo si hubiera accedido a abandonar su empleo en vez de exigirle a él que lo hiciera. ¿No sería su ambición lo que los mantenía separados? ¿Sería una idiota por permitir que su carrera se interpusiera en el camino de su verdadero amor?

No, no era tan sencillo. Su empleo era, sin duda, uno de los problemas, pero el asunto era ya mucho más complejo. No sólo le parecía una farsa su matrimonio y nunca estaba segura de cuál de los múltiples Jamie Dornan que veía era el verdadero, sino que además se sentía en guerra consigo misma. En su interior se debatían la austera y convencional Dakota y la ninfa lujuriosa y desinhibida que había nacido en Tobago. ¿Cómo era posible que en un solo cuerpo convivieran dos seres tan opuestos?

Oyó sonar el timbre de la puerta. Vaciló. No sentía ganas de ver a nadie. El timbre volvió a sonar. Dudó todavía un momento y luego se dirigió decidida hacia la puerta.

—Hola, Daki.

La joven sonrió débilmente a Eric.

—Estaba a punto de tomar una ducha.

—Siempre tienes alguna excusa para evitarme.

—Es que esto no me parece correcto.

El hombre entró en el apartamento.

—¿Qué es lo que no es correcto?

—No deberíamos vernos tan a menudo fuera del trabajo.

—¿Por qué no? No estás saliendo con nadie más, ¿verdad?

—No, en este momento no —repuso ella, dirigiéndole una mirada triste que él malinterpretó.

—Tienes que ser más audaz, Daki. Disfrutar más de la vida. Eres muy atractiva. Un hombre podría enseñarte muchas cosas —dijo, acariciándole los brazos.

—¡Eric. No lo hagas! Quiero decir que no deberíamos vernos tan a menudo, porque no me parece bien que tu padre haga una excepción. Deberíamos atenernos a las normas de la compañía igual que los demás empleados.

—Vamos, Daki. Un día seré yo el que dicte las normas de la compañía.

—Pero todavía no ha llegado ese día. Y en la fundación empiezan a murmurar de nosotros.

—No tendrás que escucharlos durante mucho más tiempo, querida.

Daki lo miró sorprendida, olvidando por un momento que él seguía acariciándole los brazos y el cuello.

—¿Qué significa eso?

—Sólo tienes que decir una palabra.

—¿Una palabra?

El joven la cogió por los hombros y la atrajo hacia sí.

—Di que sí, Daki. Di sí y no tendrás que volver a trabajar nunca más. Yo te daré todo lo que necesites, cariño. Di sí y me convertirás en el hombre más feliz del mundo.

—Tú no puedes darme todo lo que necesito, Eric. De verdad.

—Te amo, Daki. ¿Y acaso no es amor lo que desea una mujer por encima de todo?

—Tal vez las mujeres que has conocido hasta ahora sí, pero yo...

—Papá dijo que tú eras la mujer que yo necesitaba —la interrumpió él—. Y tenía razón. El desea esto tanto como yo. Y también mi madre. Está dispuesta a encargar las invitaciones en cuanto me des una respuesta.

—¿Las invitaciones? Eric, estoy intentando decirte...

—Serás una novia maravillosa. Con unos pocos cambios...

En el mismo momento en que Eric se declaraba a Dakota, al otro lado del pasillo, Jamie se disponía a abrir un sobre abultado. Cuando leyó su contenido, su primer instinto fue negar la evidencia. Tenía que ser un error. Volvió a leer la carta y un sudor frío empezó a mojarle la espalda. Su esposa había pedido el divorcio.

Aquello era una locura. Ella no podía querer el divorcio. Estaba seguro de que lo amaba. Y él también la amaba. Estaban hechos el uno para el otro. Hizo una pelota con la carta y la lanzó al otro lado de la habitación.

Decidió que si Daki quería que dejara la fundación, dimitiría el lunes. Al infierno con su carrera. Sin ella, lo demás carecía de importancia. Dejaría su trabajo, volvería a vivir con su esposa y empezarían desde el principio. Tal vez aquello fuera lo mejor.

Salió al pasillo con paso decidido. Estaba seguro de que todo saldría bien.

Daki seguía haciendo esfuerzos desesperados por deshacer el amoroso abrazo de Eric cuando sonó el timbre de la puerta.

—Daki, soy yo. Déjame entrar. Tenemos que hablar —sonó la voz de Jamie.

Eric suspiró profundamente.

—Danos un momento de paz, James. —gritó—. Tu hermana y yo estamos hablando.

Jamie golpeó la puerta con los puños.

—Abre, Dakota.

La joven cerró los ojos. Se sentía algo mareada. Por el tono de voz de su esposo, supuso que había recibido la petición de divorcio enviada por su abogado. Había llegado antes de lo que esperaba. Había planeado decírselo personalmente aquella tarde. El divorcio le parecía la única salida. No podía seguir de aquel modo.

—Abre la puerta, Daki.

—No está vestida, James. Está a punto de meterse en la bañera y me ha pedido que le enjabone la espalda —gritó Eric.

La joven abrió la boca para protestar, pero, antes de llegar a hacerlo, pensó que quizá era mejor dejar que Jamie se hiciera una idea equivocada. Tal vez así aceptara aquel divorcio que era la única solución.

—¡Daki! ¡¿Qué ocurre, Daki?! —gritó su esposo, con una mezcla de miedo y furia en la voz.

Eric, que estaba más que harto de aquel hermano entrometido, replicó en tono insinuante:

—Ya te lo puedes imaginar, James.

Jamie dejó de golpear la puerta y de gritar y se retiro. Dakota cerró los ojos y se mordió con fuerza el labio inferior. Unas lágrimas le resbalaron por las mejillas.

Eric la miró sorprendido.

—Tu hermano terminará por comprenderlo cuando se dé cuenta de que mis intenciones son buenos—dijo amablemente.

—¡NO! No, Eric, no quiero que comprenda nada. Ya vete por favor, no soporto todo esto— musitó, abriendo la puerta para que se vaya y así lo hizo.

Sola en su departamento se largo a llorar, por el daño que le hacia a Jamie, por el daño que se hacia a

comenten si les gusto o no, pero ya las estoy preparando para el final, mis sentimientos como los suyos están a flor de piel :)

May :(

LOCAMENTE CASADOS (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora