Capitulo 22

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Durmieron un rato y después a cenar. Al estar frente a frente en la mesa, ninguno de los dos hablaba, solo miradas y sonrisas cómplices los acompañaban y algo de música también.

Juntos lavaron el servicio, ella lavaba y el secaba. Por fin, después de tantas semanas se veían como un verdadero matrimonio. Pensaban que talvez la espera había valido la pena, estaban disfrutando, entre jugueteos y bajo la voz Pablo Alboran en pasos de cero, la distrajo atrayéndola a él para después hacerla girar sobre si, ella reía, compartían su primer baile relajado, el también giraba de la mano de ella, la música del malagueño era tranquilamente movida como la brisa del mar y aunque no entendían el idioma de esta, se trataba de una perfecta canción para el momento en el que se encontraban.

El departamento se llenó de las carcajadas de Jamie, pues su esposa era una verdadera diversión al dar un espectáculo de baile español, era cómico verla moverse grácilmente pero sin saber los pasos exactamente, él la seguía, aunque sus pasos tampoco eran buenos, de igual manera hacían reír a Dakota.

Al día siguiente como no tenían por qué ir al trabajo, se situaron en el sofá a ver películas, de comedia, romance, de todo tipo hasta que les diera sueño, parecía imposible que lo consiguieran, ella acostada en su regazo compartían caricias, algunos besos y palomitas de maíz.

Despertaron alrededor de las 11de la mañana, el resto del día se la pasó entre arrumacos y besos, fueron a almorzar a un elegante restaurant cerca de la zona, luego al cine a ver alguna película y cenaron en casa algo de comida rápida.

Una noche más la pasaron desvelados tras dos rondas seguidas, compartían ya la misma habitación, esa mañana al despertarse juntos mudaron las cosas de Jamie que se encontraban en la otra habitación a la suya, de los dos, compartían el mismo armario, algunos libros de la estantería de la habitación terminaron estando en la sala, pues faltaba espacio.

******

Era viernes, y como se habían prometido cada uno, era momento de que sepan que ambos irían a la cena de negocios, bueno tres... más el supuesto hermano James.

Se lo dijeron después del almuerzo, ambos para eso se encontraban algo incomodos, pensantes, en como tomaría el otro la relevante noticia, y vaya que lo fue; en especial para Dakota, Jamie no se sorprendió por su reacción, pues la esperaba y estaba preparado para eso.

Su día había regresado a la habitual discusión de siempre que tenían cuando el supuesto hermano se sumaba a los problemas.

—No pueden ir los dos —protestó Daki, metiendo en la maleta un suéter de lana gris.

—Muy bien. Dile a August que tu hermano no puede ir.

La joven suspiró.

—¿No lo comprendes? Ha sido una orden. Quiere conocer a mi familia.

—Sí que lo comprendo. Quiere asegurarse de que tu hermano no es un estúpido o un villano antes de casarte con su único hijo. — Le había confesado la intención real de aquella cena, era su esposa, claramente debía saberlo y por ningún motivo iba a dejar que ese gilipollas de Eric se aproveche de la situación , así que tendría al hermano, el esposo y a su compañero de trabajo, vigilando la cena.

—Jamie, eso es ridículo. Es evidente que no puedo casarme con el hijo de August. La bigamia es un delito.

—Y tampoco puedes decirle a tu jefe que ya estás casada. Te despediría.

Se marchó al armario para sacar su ropa y empezó a llenar una maleta.

—¿Qué haces?

—El equipaje —respondió él, irónico.

—¿El de cuál de los dos? —preguntó Daki.

—El de los dos.

—Jamie...

—Así cubriré todas las posibilidades. Cuando el hermano no esté presente, el bueno de Jamie Dornan vigilará.

—Estás celoso de un hombre al que ni siquiera conozco.

—August dijo que su hijo es un mujeriego. Que las mujeres lo encuentran irresistible.

—¿De verdad? —murmuró ella, con coquetería.

Jamie empezó a meter la ropa en la maleta.

—Tú querías ponerme celoso. Es una venganza.

—¿Una venganza? —preguntó la joven, con aire de inocencia.

—No te hagas la lista.

—Entonces deja de hacer locuras —lo cogió del brazo—. Mira, ni siquiera Superman podría ser Clark Kent y Superman al mismo tiempo. Creo que lo mejor será que ninguno de los dos vaya. Le diré a August que James está en casa con la gripe y tú puedes llamarlo y decirle que Jamie Dornan ha tenido que salir de la ciudad debido a una emergencia familiar. Eso será lo más seguro.

El joven siguió haciendo la maleta.

—No conseguirás engañarlos —musitó ella, nerviosa.

Antes de que pudiera decir nada más, sonó el timbre de la puerta.

—Debe ser Bella —comento Dakie—. Ha pensado que podíamos ir los tres juntos hasta casa de August.

Él sonrió.

—Querrás decir los cuatro.

Jamie no lo hubiera admitido nunca delante de Daki, pero aquella reunión entre James Johnson y Roberth August le preocupaba bastante. Una cosa era engañar a la enamorada Bella y otra muy distinta conseguir hacer lo mismo con un hombre inteligente y frío. ¿Y si se daba cuenta de que el hermano de Daki y su reservado empleado de la fundación eran la misma persona? Sabía bien lo que ocurriría. Su esposa y él serían despedidos al instante.

Esperó nervioso mientras Bella llamaba a la puerta de la mansión de tres pisos de su jefe. Roberth August, el fundador de la fundación, había construido la casa a mitad del siglo diecinueve. Aunque era deliberadamente poco ostentosa, estaba bien diseñada e impecablemente cuidada.

Un sirviente abrió la puerta. Era un hombre de cabello rojo oscuro, vestido con pantalones negros y camisa y chaqueta blancas.

—Entren, por favor. La familia está en el salón principal —dijo amablemente.

Daki y Bella dejaron sus maletas en el suelo. Jamie llevaba dos, una de piel negra y otra marrón.

—Esta maleta es del señor Dornan—dijo, señalando con el dedo la marrón—. Por favor, llévela a su habitación. El llegará más tarde.

Bella lo miró sorprendida.

—¿Cómo es que tienes tú su maleta? —preguntó.

......


LOCAMENTE CASADOS (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora