capitulo 3

248 7 0
                                    

No se estrelló contra mí tan fuerte, llevándome a creer que fue intencional, pero me las arreglé para gritar como una niña pequeña. Anudé mi bikini de nuevo en su sitio mientras el luchaba por reposicionarse.

—Mi nombre es Justin Bieber, ya que sé que estás casi babeando como un perro rabioso por saberlo, y no tengo novias, ni relaciones, ni doy flores o llamadas regulares. Si eso funciona para ti, creo que podríamos trabajar en algo especial.

¿Así que éste era el momento fortuito que había estado esperando la mayor parte de una gloriosa tarde de verano? Que desperdicio. No hubo nada en el otro lado de esa cargada mirada más que una oportunista… eh-hm aventura de verano. Señor ayúdame, iba a convertirme en monja si mi radar masculino no se reajustaba hacia chicos que no caminaran sobre sus penes.

—Y yo te daría mi nombre si realmente quisiera sacar adelante algo más contigo que decirte que te largues lejos de mí —dije, girándome sobre mi espalda una vez estaba segura de que todo en la parte delantera estaba cubierto. Sin embargo, no sé si fue mi movimiento de torsión o su retorcido sentido del yo, su pierna capturó mi cadera mientras giraba y la siguió hasta rodearla. Súper, ahora el chico estaba a horcajadas sobre mí y, a pesar de estar enojada más allá del apaciguamiento, sentí que mi corazón latía a través de mi pecho como nunca antes lo hizo.

Me sonrió. En realidad, era más una sonrisa irónica. Una llena de actitud y ego. Era un poco demasiado sexy, y podría haber sido malditamente sexy si no hubiera tomado ya la decisión de no caer en las trampas de este chico. —Me estaba preguntando cuánto tardaría en tenerte en horizontal —dijo, sus ojos deslizándose hasta mi ombligo—. Aunque no soy del tipo chico-misionario que te gusta.

Lo que quedaba de mis nociones románticas de caballerosidad masculina y el amor a primera vista fue simplemente destruido. Nunca admitiría verbalmente que era una romanticona, ese era uno de los muchos secretos que mantenía para mí, pero era un ideal especial y un chico tomó el último trozo al que me aferraba.

Empujando su pecho, lo que era como tratar de mover un tanque, me quité las gafas de sol para que pudiera ver mi mirada. —¿Eso es porque requeriría de una real, viviente, y que respirara mujer –no del tipo imaginario o hinchable- para tener sexo contigo?

Se echó a reír con esto, como si acabara de decir algo tan mono como un gatito. —No, el suministro de mujeres nunca ha sido un problema. Pero si son ellas las que vienen llamando a mi puerta, ¿por qué debería ser el único en hacer todo el trabajo?

Ese sabor desagradable en mi boca podría haber sido sólo un poco de vómito. —Eres un cerdo —dije, empujándole de nuevo. Tan duramente que mis manos golpearon su pecho, pero era como si nada más que una simple ráfaga de viento llegara a él.

—Nunca dije ser otra cosa —respondió, levantando las manos en señal de rendición cuando llegué hasta él de nuevo con mis manos—. También supe que no pararías de mirar hasta que aprendieras la fría, dura verdad. Así que, considérate advertida. Puede que no sea el tipo de chico que lee libros de texto en la playa —dijo, mirando hacia mi libro abierto—, pero soy lo suficientemente inteligente para saber que chicas como tú deberían permanecer lejos de chicos como yo. Así que mantente alejada.

Mi mirada era oficialmente furiosa ahora. —Eso no será un problema una vez pares de mantenerme sujeta —dije, esperando que se moviera. Lo hizo, pero todavía tenía esa sonrisa arrogante. Odiaba ese tipo de sonrisa—. Y puedes considerarte advertido de estar traspasando mi propiedad personal —agarré mi toalla rosa de playa en explicación mientras una erupción de ladridos sonaban detrás de mí— y ten cuidado con el perro. —Me burlé de él mientras se situaba así mismo a mi lado, todavía a horcajadas—. Te puedes ir ahora.

CrashDonde viven las historias. Descúbrelo ahora