capitulo 22

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Temía poner un pie en los pasillos de Southpointe el lunes en la mañana —qué rumores se habían desatado durante el fin de semana, cuáles verdades fueron confirmadas, y qué nueva reputación me esperaba.

Esa podría ser la razón por la que me quedé encerrada en el Mazda después de haberme parqueado en mi espacio. Me convencí a mí misma de que no me había acobardado, simplemente disfrutaba de las últimas canciones de mi nuevo CD, pero el hecho de que me había puesto mis lentes de sol con forma de ojos de gato y que me encorvaba hacia abajo, era cobardía sin ninguna duda.

Sabía que la primera campanada sonaría pronto porque el parqueo estaba mayormente lleno de carros y vacío de estudiantes, pero yo aún no podía alejarme de la seguridad de mi auto. Me había preparado durante todo un día para este momento, salir delante de todo el mundo que sabía lo que había pasado la noche del sábado, con la cabeza en alto y mayor confianza, pero no estaba funcionando.

De nuevo contemplando las ventajas de la educación en casa, encendí el auto de nuevo, concluyendo la calificación para el día de hoy como un día libre. No pude pensar en un momento en el que sintiera más enferma.

Revisando mi espejo retrovisor, puse al Mazda en reversa, encontrándome a mi misma con a esperanza de echarle un vistazo a alguien a quien no debería. Entonces algo brilló en mi visión periférica mientras un golpe en mi ventana le siguió.

Ahí estaba Sawyer Diamond, sonriéndome como si fuera la mañana de un lunes cualquiera, sosteniendo un ramo de flores. Me saludó con la mano. —¿A dónde crees que vas?

Bajé mi ventana. —A cualquier lugar menos aquí.

—¿Y la razón es? —Dijo, dándome las flores a través de la ventana. Era un ramo mixto envuelto en papel de estraza y una cuerda comprada en una de esas elegantes boutiques sin duda. Eran hermosas, pero no estaba segura de si estaba lista para aceptar flores de Sawyer o de lo que aceptar esas flores significaría.

—Estoy contemplando establecer nuevas metas y convertirme en desertora de la escuela, —le dije, mirando hacia la escuela. —Escuché que hay una genial escuela de belleza en el centro de la ciudad.

Sawyer se rio, inclinándose en mi puerta. —Sí hay una, de hecho, pero es para chicas que quedaron embarazadas o que no saben diferenciar la parte trasera de la portada de su libro de álgebra.

—Suena perfecto, —dije, tomando fuertemente el volante, tratando de fingir que un par de chicas que pasaban a un lado de nosotros no estaban susurrando una a la otra sobre mi. No fue fácil dado que lanzaron al menos cuatro miradas de reojo en mi camino antes de que se perdieran de vista.

—Vamos, —Sawyer dijo, inclinándose sobre mi regazo y arrebatando las llaves fuera de la ignición. —Hora de ir a clases.

—Dame eso, —le ordené, tratando de quitárselas.

—Puedes tenerlas de vuelta después del sexto periodo, —dijo con calma, guardándolas en su bolsillo. Por el brillo en sus ojos, no pude decir si estaba más entusiasmado sobre la posibilidad de que yo tratara de tomarlas o sobre tenerme de rehén aquí todo el día. 

—Sawyer, —gemí, calculando cuánto tiempo me llevaría el caminar hasta mi casa. —No necesito esto en este momento.

—Sí, como que sí lo necesitas, —dijo, moviendo mi puerta abierta. —He visto las vidas de muchas chicas descarrilarse gracias a un respetable ciudadano —lo fulminé con la mirada a través de mis ojos de gato —quien no será nombrado —editó, tendiéndome la mano. —No quiero ver a otra más.

—Todos van a estar hablando sobre mi y mirándome y susurrando durante las clases sobre mi. Necesito estar en un mejor estado mental para manejar ese tipo de ridículo.

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