Capítulo 3

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Falta un minuto para entrar y no tengo ni idea de dónde estoy. Pienso en que ahora si que me vendría bien el número de Bruno.

Dios ¿cómo puedo ser tan torpe?
Perderme en la segunda semana de clase... la primera fue un auténtico caos, pero ya me ubicaba más o menos en la mayoría de las clases, pero ahora seguía en las mismas.

Veo a Raúl al fondo del pasillo y voy corriendo hacia él. Me ve y se gira hacia mí.

- Yanira, ¿qué pasa?

- El aula... dibujo... estoy perdida - digo medio muriéndome por la falta de aire.

- ¿El aula de dibujo? - yo asiento - La verdad es que está bastante escondida. Ven conmigo, si puedes - ríe por mi mala forma física.

- Si que puedo - digo respirando mejor.

- ¿Te llevo algo? - pregunta mirando mis libros.

- No, gracias. Sólo dime donde tengo ir no quiero que llegues tarde por mi culpa.

- No te preocupes no tengo clase.

Andamos por un largo pasillo, bajamos unas escaleras a la izquierda y luego giramos por un pasillo a la derecha.

- Al fondo a la derecha, detrás de la máquina de refrescos. Y corre que viene ahí - dice señalando a sus espaldas.

Me asusto, le doy un beso en la mejilla en modo de agradecimiento y salgo corriendo hacia la puerta que me ha dicho.

Al entrar veo que no hay mucha gente, unas quince personas más o menos, de las cuales reconozco a una chica que se llama Laura que tiene varias asignaturas conmigo.

Se dan todos la vuelta, y un chico alto y moreno, que se me hace conocido no sé de que, me mira de arriba a abajo sin discreción alguna y con toda la superioridad que cree tener.
Le hecho una mirada de asco y me siento.
Él me sigue mirando descaradamente como si nada.
Odio los chicos así, me dan asco. El típico descerebrado que se tira a cada tía que se le pone por delante. No me gusta juzgar a la gente a simple vista, pero con la mirada que me había echado, sabía de sobra que clase de chico era.

Y lo raro era que me sonaba su cara.

La profesora entró y se puso en medio de la clase, en la parte donde no había mesas ni sillas, en donde se suponía que se colocarían los caballetes para cuando tuviésemos que dibujar algo.
Era una clase enorme, probablemente la más grande que había en toda la universidad.

La clase empezó como todas, una presentación y lo que vamos a dar en el curso. Pero como otros cursos no es una materia tan seria y es más libre, como lo suelen ser los profesores, y teniendo en cuenta que es una materia optativa que se elige a mayores de las clases que ya se han escogido, aún más.

- Bien, mirad por la ventana todos, acercaos - todos nos acercamos - ¿Qué veis?

- Nubes.

- Vale, bien. ¿De qué color?

- ¿Blancas? - dice un chico como si fuese obvio.

- ¿Solo blancas? - inquirió la profesora.

- También grises.

- ¿Seguro? Fijaos bien.

- Azules también.

- Muy bien, ¿qué más?

- Amarillas.

- Y violetas.

- De acuerdo, entonces nos ponemos en cuestión lógica, ¿qué conclusión sacamos?

Simplemente la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora