Capítulo 21

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- ¿Cómo estás? - pregunto con ella a mi lado en la cama, abrazada a mí.

- Muy bien.

Me mira y sonríe.

Paso un brazo por su espalda y la acerco más a mí. Me encanta tenerla cerca, y si está desnuda... esto es el paraíso. Cierra los ojos y se acomoda en mi pecho. La miro plácidamente, todo lo que me da la gana, porque ella no me ve, y así lo disfruto más, aunque sus preciosos ojos marrones enamoren a cualquiera. Quizá por eso es mejor que los tenga cerrados.
¿Se habrá quedado dormida?

- Yan - susurro para no despertarla si duerme.

No me responde ni se mueve. Debe de estar dormida. Me levanto con cuidado, para no molestarla y me pongo los calzoncillos que están en el suelo. Bajo a la cocina y voy recogiendo la ropa que hemos tirado y colgándola en el pasa manos. Cojo la nocilla y un cuchillo, y voy a la nevera a por zumo. La abro y escucho ruido arriba.
Se ha despertado.
La veo aparecer solo con mi camisa por las escaleras.

- Hola preciosa.

- Hola - dice frotándose los ojos.

- ¿Tienes sueño?

- La verdad es que si - dice sonriendo.

- Podías quedarte más.

- Es que me desperté y no estabas.

Me acerco a ella. La agarro por el cuello de la camisa acercándola a mí y la beso.

- Sube si quieres - digo bajando las manos hasta su cintura.

- Da igual.

- ¿Subo a dormir contigo?

- No hace falta - dice riendo.

La miro.

- ¿Quieres comer algo?

- ¿Eso es nocilla? - pregunta mirando a mis espaldas.

- Sí.

- Pues te la robo.

- ¿Cómo que me la robas?

Se acerca a la encimera y coge el tarro. Me giro para mirarla y veo que se la está comiendo, y no tiene intención de compartir.  Rodeo la mesa y me acerco a ella, pero se aleja de mí.

- Oye, dame.

- No - dice protegiendo el tarro con sus brazos.

- ¿Cómo que no?

Me acerco más a ella y se esacapa.

- ¡Ven aquí mala! - digo corriendo atrás de ella - ¡dame mi nocilla!

Sube corriendo las escaleras y yo la sigo.

- ¡No me coges lento! - dice riendo.

Teniendo en cuenta todo, me tiene más que cansado. Pero no voy a dejar que me gane. Corro más rápido y la cojo justo en el pasillo de las habitaciones. La agarro por la cintura para que no se me escape y nos caemos al suelo.

- ¡Ven aquí mala y dame mi nocilla! - digo agarrándola fuerte para que no se escape mientras ella se ríe.

Estalla en carcajadas cuando me pongo a horcajadas sobre ella.

- Pero ¿de queres te ríes?

- De que tienes nocilla en la nariz.

- ¿Eh? ¿Qué...?

No me deja terminar y pasa la mano llena de nocilla por mi nariz.  Suelta una carcajada malévola y se ríe sin dejar de mirarme.

- Que... que... que tonto.

Simplemente la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora