Capítulo 37

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Toco el timbre y cojo su mano.

- Bueno... que empiecen los septuagésimo-octavos juegos del hambre.

- Y que la suerte esté siempre de nuestra parte - digo sonriendo.

Unos segundos después mi padre abre la puerta y me lanzo a sus brazos.

- Hola pequeña.

- Papá, este es Adri, no sé si te acuerdas de él.

- Pues claro que me acuerdo Yani. Encantado de volver a verte hijo - dice tendiéndole la mano.

- Lo mismo digo señor - dice Adri estrechándosela.

- Pasad pasad, no os quedéis en la puerta.

Cojo la mano de Adri que sé que no se le hace fácil esta situación.

- ¡Yani!

- ¡Enano!

- ¡Que no soy tan enano!

- Ven aquí anda - digo abrazándolo - ¿Qué tal el cole?

- Bien. He sacado dos dieces ya.

- Muy bien enano - digo despeinándolo.

- Enhorabuena Dani - dice Adri a mis espaldas.

- Gracias - dice estrechando la mano que mi prometido le tiende.

- ¿Dónde está César? - pregunto dándome cuenta de que es el único que falta.

- Ha ido a buscar tu sorpresa - dice mi padre.

Dirijo una mirada hacia Adri llena de complicidad. Una sorpresa.  Adri se da cuenta y una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios. Le doy la mano y él me la agarra con fuerza. Esa fuerza que tiene que de un momento a otro se puede transformar en mil cosas diferentes.

- ¿Qué sorpresa?

- Está a punto de llegar. ¿Nos vamos sentando mientras? - dice mirando a Adri.

- Por supuesto - responde con una sonrisa.

Parece que ya no está tan nervioso como antes de entrar. Cojo su mano bajo la mesa justo cuando se oye abrir la puerta.

- ¡Sorpresa! - escucho chillar a Sofi en la entrada.

Me levanto y veo que está del brazo de César.

- ¡Qué dices! - chillo incrédula abrazándola.

- ¡Si!

- ¡Mal hermano! Estás cosas se dicen. Y más si es con tu mejor amiga - digo abrazándolo a él también.

Entramos al salón y después de que Sofi y César los saluden a todos, y me doy cuenta de que aún faltan dos platos más por ocupar.

- ¡Sorpresa sorpresa! - chilla una voz que jamás podría olvidar.

- ¡Abuela!

Me levanto literalmente corriendo a abrazarlos.
Mis abuelos por parte de padre son como mis segundos padres, aunque en realidad mi abuela es como mi primera madre después del divorcio.
Ellos fueron los únicos que se preocuparon por Dani y por mí cuando pasó todo. César ya era mayor de edad y sabía cuidarse solo, pero por aquel entonces, yo aún era menor, y legalmente no podía vivir sola. Mis abuelos fueron los que nos cuidaron mientras mis padres discutían e iban a juicios. Mi abuela se convirtió en mi mejor amiga. Siempre nos habíamos llevado bien, pero después con el divorcio me apoyó muchísimo, teniendo en cuenta que el resto de mi familia materna me había culpado por ello.

Simplemente la verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora