Capítulo 13 : El pasado se repite.

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Los días posteriores a aquel encuentro fueron un verdadero martirio para Ryan.

Evans la seguía constantemente, como un perrito, cosa que le tenía desquiciada.

Afortunadamente, aún no se había atrevido a ponerle una mano encima.

Pero no había olvidado sus palabras.

- ¿ Que quieres, Evans ?

- Aún nada, pequeña Ryan. Aún nada.

(...)

A las 9 estaban casi todos ya en sus habitaciones. Ryan dejó la pistola en la caja, la cerró, y volvió a su camarote.

Su compañera seguía en la sala de tiro, argumentando que tenía que perfeccionar su técnica y que iba a quedarse un rato, así que ahora estaba sola en su habitación.

Suspiró al sentir el agua fría por su cuerpo y aprovechó los siete minutos de ducha de los que disponía cada soldado para relajar cada centímetro de su cuerpo. Últimamente estaba muy tensa.

Mindy llamó a la puerta, y Ryan recordó que ella era la que había cogido la llave del camarote, así que se envolvió en la toalla blanca y le abrió la puerta dejando un reguero de gotitas por la habitación.

Pero, para su espanto, no era su compañera de camarote.

Evans la miró descaradamente y sonrió maliciosamente. Ryan, más asustada que nunca, empujó inmeditamente la pesada puerta para cerrarle, sabiendo de lo que era capaz. Pero él también fue rápido, y empujó para el lado contrario, logrando entrar en la habitación.

El primer golpe llegó, y Ryan cayó al suelo golpeándose la cabeza, quedando algo aturdida.

Cuando las cosas dejaron de dar vueltas, Nick ya le había tapado la boca con las manos y la arrastraba hacia la cama.

Horrorizada, gritó con todas sus fuerzas, pero en vano. Nadie podía oírla.

- Ha llegado el momento, pequeña Ryan.

Lloró y lloró mientras sentía sus asquerosos brazos manoseando su cuerpo, se removió y pataleó intentando quitárselo de encima. Pero por más que luchó, no pudo hacer nada.

Resignada, dejó que el hombre se divirtiera con su cuerpo. Con suerte, todo pasaría rapido.

Cerró los ojos y se mordió la boca con fuerza, reprimiento los gemidos que querían salir de ella. Se sentía sucia, usada, como un juguete de usar y tirar.

Cerró los ojos para no verle la cara al monstruo que la estaba volviendo a violar.

Pero los volvió a abrir bruscamente cuando escuchó la puerta abrirse.

- Oh, mierda Heming - se disculpó Mindy al ver la escena, mientras volvía a cerrar la puerta. Pero antes de hacerlo del todo, su compañera se dió cuenta de sus ojos bañados en lágrimas, su mejilla derecha enrojecida, y como sus piernas se removían furiosamente bajo las sábanas.

Supo que algo andaba mal, y corrió a avisar al capitán Lagross entre gritos escandalizados.

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