Chilló asustada mientras la movían en la camilla por el hospital .
No. No. No. No estaba preparada para tener un hijo.
- NO QUIERO HACERLO SOLA - gritó desesperada mientras llegaban a la zona de ginecología.
Tenía que romper aguas justo el primer día de trabajo. ¿ No podía haber sido unos días atrás, cuando aún estaban de vacaciones ?
Lymingway hacía horas que se había marchado, ya que como era el capitán del barco debía de estar en él a primeras horas de la mañana.
- ¡ Cálmese señorita ! Todo irá bien, no tiene de qué preocuparse - intentó tranquilizarla una joven enfermera mientras la empujaba suavemente hacia la cama.
- ¡QUIERO QUE VENGA MI NOVIO! ¡ NO TENDRÉ AL BEBÉ SIN ÉL ! - ordenó rotundamente, agobiada.
- Joder Elise, llámalo de una vez, me voy a volver loca - pidió la enfermera a una segunda, que salió disparada en busca del teléfono.
- Está en camino.
Ryan respiró aliviada y trató de relajarse. No quería convertirse en una de esas personas chillonas que recriminan el trabajo de los demás.
(...)
- ¡ Quiero una sala ya, o tendremos al bebé aquí en medio ! - gritó la doctora después de examinarla.
- Tranquila,tranquila, Tex está en camino - se repitió así misma una y otra vez.
- ¡ RYAN ! - su voz se escuchó alta y clara encima del barullo de la sala. Las personas se abrieron para dejarle paso, y muchos observaron curiosos el uniforme de capitán de la marina de los EU y los señalaban.
A ella no le hizo ninguna gracia. ¡ Lo horrible que tenía que estar y todo el mundo mirando !
- Ya estoy aquí, cielo - sonrió nervioso tomándole de la mano.
- Tex- suspiró cansada, aunque enseguida vinieron los gritos.
- ¡ Hay una sala libre,doctora! - anunció una enfermera.
- ¡ Vamos rápido, el bebé está a punto de llegar ! - metió prisa y todos tiraron de la camilla hasta la habitación.
- No quiero - sollozó Ryan sensible y le apretó - ¿ Y si no es hijo tuyo, Tex ? ¡¿ Y si es hijo de ese bastardo ?!
- Por favor , Ryan - sonrió él dándole un pequeño beso en los labios - después de todo por lo que hemos pasado, el amor no es un enemigo. Sea hijo de quien sea, estoy seguro de que lo amaré tanto como te amo a ti.
(...)
Y aquella promesa se vió reforzada cuando, horas más tarde, Ryan tuvo entre sus manos a la pequeña bolita de calor que era su hijo.
Un gracioso bebé con los ojos tan verdes como los de su capitán.
FIN