La niña cuentos de hadas

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Había una vez, una pequeña niña.

Ella soñaba con conocer a un príncipe azul, que ese príncipe azul la llevara lejos de su casa y ser feliz para siempre. La niña imaginaba un mundo tan Hermoso en todas y cada una de las cosas. Pero la niña creció. Conoció personas que se hacían llamar "amigos".

Esa niña tuvo miedo y se escondió.

Entonces salió la joven.

La que conoció la persona que pensaba que sería su príncipe azul, pero ese príncipe azul estaba herido y no tenía su corazón completo. Ella le ofreció una parte de su corazón y aunque se separaran él podría quedarse con ella para que no le doliera. Se alejaron y conoció otro chico, ya había dejado de creer en príncipes azules. Este otro chico juró amarla, pero nunca la quiso. Le hizo daño, uno tan fuerte que envió pequeñas cuchillas directo a su corazón incompleto. Ella con el tiempo, fue quitando poco a poco las cuchillas que le herían. Con el tiempo, llego un joven, que prometió no dejarla aunque ella lo empujara lejos, le prometió que aunque ella quisiera correr de el, el correría detrás de ella y no la dejaría sola. Pero ella corrió, y él no corrió detrás de ella. Así fue como perdió otra pequeña parte de su corazón.

Meses más tarde, aún estaba herida. Pero conoció a un príncipe, el cual no era azul. Ella no podía ver su color hasta más tarde, ella le contó que estaba herida todavía, le faltaba una parte de su corazón y tenía unas cuchillas  que no había podido sacar. A él no le importaba, prometió ayudarla. Pero el amor que él le prometió, era para una princesa que él no podía tener. Y ella se enteró y le dolió, pero sabía y conocía al dolor así que ayudó al chico a sanar.

Ahora esa joven estaba apunto de saludar a su forma adulta. Su corazón podía aguantar mucho más dolor y no romperse. Ya no lloraba, era difícil hacerla llorar. Podía sentir compasión y tristeza, pero no importa cuan duro el dolor fuera, ella no lloraba. Había perdido la habilidad de hacerlo y tenía envidia de los demás. Ella quiso ser tan fuerte que olvido lo que ser débil se sentía. Quiso parecer tan dura que terminó convirtiéndose en piedra. Y se sentó.

Se sentó a esperar que en algún momento, sea quien sea. Venga y rompa esa roca y le permita volver a sentir, volver a llorar. Tomó la mano de su forma adulta y le habló.

-Van a pasar muchas cosas, puedo sentirlo. Le has dado tu corazón a muchas personas y todas te traicionan. Te hieren. Pero puedo ver, al final del camino, a pesar de los rotos que haya en la calle o los charcos con los que te vas a mojar, hay una luz. Camina. Levántate. Corré. Sonríe. Ayuda. Cánsate si es necesario pero vuelve a levantarte. Duerme y despierta. Canta y baila. Escribe y lee. Vive. A pesar del dolor. Aunque no puedas llorar. Hazlo. No le tengas miedo al dolor, ese es tu peor error. -

La joven, puso su mano en el corazón y sonrío. Luego lo saco y miró como poco a poco las heridas se iban convirtiendo en cicatrices.

-¿vez? Ya casi está curado. Solo tienes que esperar un poco más. -

Se lo entregó a la adulta y se unió con la niña. La niña miró la joven y le preguntó.

-¿Terminará en un cuento de hadas? ¿Conocerá a su príncipe azul? -

La joven la miró y sonrió.

-claro que si, en algún momento futuro. El dolor no es para siempre, el amor si y el amor que ella da y ofrece, es el amor tan puro como aquel que entregó su vida, un amor eterno. -

Entonces la joven, que había aprendió a conocer al mundo y al dolor, tomó de la mano a la niña. Y la niña, quien había visto las lágrimas y el dolor en la joven, la siguió. Ambas tenían algo en común y eso las ayudo a descansar sin dolor. Ambas creían en cuentos de hadas.

Sentimientos de una chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora