El billete de dos

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Bienvenidos a la subasta de valores.
Cambie el de menos por el de más.

-.-.-.-.-.-

En un día como cualquiera, estaba sentado comiéndose un helado un pequeño niño de 6 años junto con su padre y su madre. El padre, había llegado ese día con malas noticias a la casa. Lo habían despedido de el trabajo y no le pagarían lo que ya había ganado antes. Así que decidieron, él y la madre, que lo último que tenían guardado lo usarían para comprar helado con su hijo.

Mientras estaban sentados, se preocupaban por el mañana. En el bolsillo solo tenía 5 dólares que luego usarían para comprar leche y pan. El Niño se fijó que un poco más adelante de donde estaban ellos sentados habían muchas personas riendo y gritando. Le hablo a sus padres para que fueran a acercarse. Los padres, también curiosos de que estaría causando todo el alboroto, caminaron hacia allá.

De entre todos los gritos, lograron escuchar a un hombre.

-¡Cambiamos billetes de dinero, entré a la subasta y cambié su billete de un dólar por el valor de 100!-

El padre y la madre se miraron y sonrieron. ¡Esa sería una buena forma de sustentar la familia por unas semanas!

El padre dejó al niño con su madre y corrió a inscribirse en la subasta. Con mucha suerte, llego a obtener el último lugar. Tomó su numero y se sentó en la silla indicada. Dejo pasar el billete de uno, el de cinco, el de diez, el de veinte, el de cincuenta hasta que llegó al de cien. Rápido todos rompieron a gritar y discutir por qué querían el de cien.

Mientras gritaba para ver si ganaba la subasta, su hijo le tomó la mano sonriendo y le dijo que él quería el de dos.

El padre, confundido, lo miro triste y le dijo -Lo siento cariño pero no había billetes de dos. Además, tengo uno que vale más que el de dos, no puedo cambiarlo por uno de menos. - el padre miró a la mesa donde estaban los billetes y pudo distinguir el que su hijo le había dicho que cambiara.

-Pero nadie quiere al de dos ¿por qué?-

-porque no vale mucho-

El padre, envió al niño con su madre nuevamente decidido a ganar el billete de cien.

No pudo obtenerlo.

Cuando el hombre de la subasta dijo que eso sería todo el se acordó de el billete de dos. Levantó la mano y dijo que le gustaría cambiar el de cinco por el de dos.

-¿por qué haría cosa semejante?- le preguntó el hombre de la subasta.

-No pude ganar el de diez, porque lo deje pasar, no gane el de veinte, porque lo deje pasar y no gane ni el de cincuenta ni el de cien tampoco. Quiero enseñarle a mi hijo que no importa el premio al final, cuan grande o pequeño, cuanto valga o cueste, lo importante es recibir algo por más pequeño que sea.-

El padre fue y recibió su billete de dos. Llamó a su hijo y le entregó el billete en la mano.

Todos pensaban que la subasta había terminado hasta que el hombre les pidió que por favor se detuvieran.

-Verán, no sé si se percataron que mientras hacía la subasta el billete de dos nunca fue mencionado. Sin embargo este hombre no sólo lo noto, sino que cambió un billete de cinco por el de dos. Esto es una lección. Aveces solo porque lo que vemos no parece que tiene mucho valor lo ignoramos y lo dejamos pasar. Este billete de dos no es real.-

El padre, molesto, quiso que le devolvieran su billete de cinco pero no quisieron hacerlo.

-Le vamos a cambiar el billete de dos. Acaba de ganar el juego. - le entregaron un sobre con mil dólares en la mano.

El hombre de la subasta sonrío, tomó el billete de dos junto con el de cinco y los guardo.

-No importa cuánto  pensemos que valen los papeles, son solo papeles al final. Usted quiso cambiar el valor de cinco por el de dos solo para hacer feliz a su hijo. Los billetes de dos fueron descartados hace mucho tiempo. Ya no se hacen. Este vale más que el de muchos ceros. Recuerde eso. No importa cuánto tenga escrito el papel la felicidad no viene de el. -

El padre, abrazó a su hijo, beso a su esposa y siguieron su camino. No obtuvieron el billete de cien, obtuvieron más por querer el de menos. Lo que tenían los ayudaría para encontrar un nuevo trabajo y sustentar su familia mientras lo hacía.

.-.-.-.-.-

Encuentro curioso como familias pueden romperse y dividirse  solo por dinero. El dinero tiene valor en la vida pero no lo es todo. ¿Cuánto cuesta comprar un hermano? ¿Una buena madre? ¿Un buen padre? ¿Una buena relación amistosa? ¿Un buen noviazgo? No cuesta nada, no se puede comprar. Si algo hace, es destruir las relaciones que con solo palabras podemos obtener.

Este mundo va derrumbando poco a poco porque las personas no son conformes. Mientras más tienen más quieren. Necesitan del dinero para esconderse detrás de el y ser fuertes. Compran una felicidad momentánea porque en las noches el dinero no les hace compañía y no les puede traer a nadie a la vida.

He aprendido que el dinero no lo es todo. La felicidad es lo que vale. Momentos en nuestras vidas nos harán querer más dinero para salir de los problemas si, pero no debemos recostarnos de el como una dependencia. 

He visto personas llorar pérdidas de familiares porque debían dinero. Madres que perdieron a sus hijos, hijos que perdieron a sus padres, amigos que pierden amigos, esposas que pierden esposos... El dinero y ambición los llevo a una caja negra.

El orgullo de decir "esto me costó diez mil" y "esto me costó cien mil" crean discusiones. Crean caos. Solo porque él tiene más y yo tengo menos no me dice a mí que el vale más que yo.

Sí, necesitamos el dinero para nuestro diario vivir, no es malo tener dinero, malo es dejar que el dinero tome el lugar de lo que importante en nuestras vidas.

El billete de dos, resultó valiendo más de dos. El billete de cinco solo valía cinco. Son números y sorprendentemente el de menos valor fue el que trajo más felicidad a esta familia.

Si estuvieras en su lugar.. ¿Hubieras escogido el billete de dos después de no haber ganado la subasta o te hubieras quedado con el de cinco?

Sentimientos de una chicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora