-James, ¿puedo acompañaros a Sirius, Remus y a ti esta tarde?
James se ajustó bien las gafas, se alborotó el pelo y cogiendo por la barbilla a su esposa dijo:
-Cariño, vas a aburrirte mucho. Hablaremos de cosas de hombres y seguro que tú tienes cosas mejores que hacer.
-Sí, claro...
La pelirroja torció el gesto y salió de la habitación contrariada. Últimamente James pasaba completamente de ella y no le prestaba atención. Caminando por los pasillos del castillo, tuvo la sensación de haber vuelto a aquella época en la que ella vagaba sóla o en compañía de Severus, mientras James se hartaba de reír con sus amigotes. Su mente volvió a derivar en Severus, así pues tras la conversación del día anterior decidió visitarle de nuevo para pasar el rato y no enredar más las cosas.
Cuando hubo llegado a la enfermería se encontró con un Severus Snape en pie vestido con su levita, pantalones y capa negra. En su mano un bastón le ayudaba a mantener el equilibrio. Madam Pomfrey estaba riñéndole por la rapidez con la que el pocionista quería salir de allí.-Insisto, profesor Snape. Sus heridas no son un juego de niños. La más mínima rotura de puntos y puede sufrir una grave hemorragia-declaró la enfermera con los brazos en jarra.
-Agradezco su dedicación, señora Pomfrey, sin embargo creo ser un adulto capaz en plenas facultades para valorar mis límites. Además, aun me quedaré unos días en el castillo, ante cualquier necesidad sé dónde se encuentra.
-Hola Sev, Madam Pomfrey
Severus Snape recibió con una sonrisa el saludo de la pelirroja a la vez que se despedía suavemente de la enfermera que aún miraba con enfado al hombre. Éste se acercó a Lily con una leve cojera y andar pausado. La pelirroja aprovechó para mirarle de arriba a abajo. No quedaba más que el atuendo del Sev que conocía. Había desaparecido el chaval desgarbado, flacucho y frágil que parecía para dejar en su lugar un hombre musculoso, alto e imponente. Sonrió al recordar que varios alumnos le habían recomendado tener cuidado con el genio de éste. Verdaderamente impresionaba su figura estando de pie.
-Buenos días Lily
-Buenos días ¿Intentando escapar de las medicinas?
-En absoluto, sólo no quiero pasarme un día más en cama. ¿Me acompañas a dar un paseo?
-Claro-aceptó ella sonriente.
Ambos empezaron a pasear por los jardines de Hogwarts a un paso no muy rápido para que las piernas del pocionista no sufrieran demasiada presión. Se cruzaron con varios alumnos que saludaron de manera temerosa y respetuosa al pocionista ante lo cual Lily no pudo evitar sonreír.
-Vaya, vaya, profesor Snape. Es usted la solemnidad personificada.
Él la miró sin comentar nada y se limitó a sonreír suavemente. Ese paseo le abría la puerta a antiguos recuerdos que parecían no perdonarle nunca.
-¿Todo bien, Sev?
-Estupendo, gracias. ¿Por qué lo dices?
-Te noto callado y un poco apagado.
-Debe ser tanta poción y antídoto. Me tienen algo entumecido.
Ambos guardaron silencio durante unos minutos ante la actitud tan pasiva del hombre.
-Severus...¿te vas a ir de Hogwarts?
Él la miró directamente a los ojos y tuvo que acordarse de respirar para no ahogarse.
-Sí, Lily.
-¿Por qué?
-Nada me ata ya a Hogwarts.
-¿Cómo que no? Eres el mejor pocionista que existe, un héroe de guerra, la gente te aprecia y...
Él sonreía a la vez que negaba todos y cada uno de los argumentos de Lily.
-No soy el mejor pocionista del mundo, mis actos no son heróicos sólo correctos en parte y lo de que la gente me aprecia es una invención tuya muy malograda, Lily. Sigo siendo el mismo Slytherin inclinado hacia la balanza del lado oscuro.
-¿Por qué te empeñas en desprestigiarte?
-No me desprestigio. Soy realista.
Ella sintió que un peso se le colocaba junto al pecho. Su rontro se puso serio, se mordió el labio y buscó los ojos del pocionista. Él no la miraba, aunque por dentro no deseaba otra cosa.
-¿Qué harás, Sev?
-No lo sé, Lily. Seguramente me marche a otra parte. América, España, Italia...quién sabe.
-¿Y yo?
-¿Tú qué?-dijo el pocionista mirándola sin poder resistirse. Tenía los ojos más bonitos del mundo y sabía que sería una de lás últimas veces que los mirase.
-Creí que podríamos recobrar nuestra amistad...
Él sonrió amargamente y retiró la mirada azabache en dirección al suelo.
-Lo siento, Lily. No puedo hacer eso.
-¿Por qué?
-Soy una persona tóxica. Cerca de ti no puedo hacerte otra cosas mas que daño.
-¡Salvaste a mi hijo, por Merlín! Deja de creer que eres como Voldemort.
-En cierta forma siempre lo seré-declaró él enseñándole la marca tenebrosa- Mira Lily, disfruta de tu hijo, de tus amigos y de tu...marido. Yo ya he pagado la deuda que tenía contigo. Estamos en paz.
El pocionista empezó a andar dejando atrás a la pelirroja con las palabras pesándole aún sobre los labios. Había soñado con ella, con sus besos, su aroma...No podía ser. No quería volver a la historia de siempre. Lily estaba viva y él podía aprender a dejar de sentirse culpable por todo cuanto le hizo en el pasado (o al menos eso esperaba).
Lily por su parte le vio alejarse con su capa ondeando al viento. La marcha de Severus le había abierto una brecha en el corazón y un par de lágrimas le bordeaban los ojos. ¿Acaso no le había dicho Hermione que la quería? Si de verdad la quería, ¿por qué se iba? ¿Tan insoportable le era verla al lado de James? ¿Y si no la quería? Aquella última pregunta ensanchó aún más un miedo que no había sentido antes.
Continuará...
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Todos los muertos resucitan: Lily, James, Sirius...
FanfictionCuando Harry derrota a Lord Voldemort, una misteriosa magia blanca atraviesa su cicatriz provocando una reacción inesperada: la resurrección de los muertos emparentados con él. James, Lily y Sirius vuelven a la vida de forma inexplicable. Severus Sn...