Key word: BET

16. Confesiones

—Así que... ¿te gusta alguien?

Samantha me miró con sorpresa. No parecía estar esperando este interrogante, y eso que estuve como media hora para convencerme a mi misma de preguntarlo.

La rubia miró al suelo con indecisión. La respuesta era positiva.

Ya ni siquiera quería saber, solo quería correr lo más lejos que pudiera y esconderme debajo de un roca. Cuando comencé con esto, lo único que deseaba era que personas desafortunadas tuvieran romances de películas. Era una necesidad tan egoísta que no me preocupó pensar que quizás no eran el uno para el otro, tan simple y llano como eso. Pero con un apuesta de por medio había que hacerlo, pasara lo que pasara.

Me sentía tan mierda.

Entonces algo sucedió. Una señal del cielo vino para decirme que no todo estaba perdido, que algo bueno podía salir de todo esto. Algo que quizás remendara mi error moral.

—Es lindo. Demasiado lindo para ser real. Es más grande que yo, y muy agradable.

Dejemos de lado lo inusual que resultaba que me estuviera contando esto a mí. No eran pocas las ocasiones en que Samantha había demostrado el poco cariño que me tenía, pero ahora me hacía feliz esa pequeña confesión.

Pero soy yo, tengo que arruinarlo.

— ¿Es Peter?

Ella se volvió hacia mí, escandalizada.

— ¡No! No, ¿cómo podría ser él? Pff, ¿con alguien como yo? Sí, claro. ¡Espera! ¿Acaso él te dijo algo? —Negación, incredulidad, cinismo, alarma, incertidumbre. En ese orden se dieron las emociones de mi acompañante durante la frase anterior. Una frase que solo me hacía querer saltar, correr un maratón, encontrar a Henry Cavill, besarlo y luego casarme con él.

A Samantha le gustaba Peter. Gran parte de mi tarea ha sido facilitada. Quiero llorar, porque tampoco significaría que los estoy forzando a nada. A menos que Peter la rechace, en ese caso le romperá el corazón e indirectamente será mi culpa. Maldición.

—No, no me dijo nada, solo tuve una corazonada—mentí—. ¿Qué es lo que te gusta de él?

Soy de hacer preguntas raras, pero suelen responderme.

Sammy lucía incómoda o indecisa, no podría determinarlo. Miraba hacia el suelo, como si la respuesta estuviera escrita allí, y luego negaba con la cabeza, como si no la convenciera.

—Es... su forma de reír. No. Su manera de hablar. No sé. La forma en la que me mira, creo. Es su esencia. No podría explicarlo mejor. Le gustan las películas de terror, como a mí. Cuando estoy con él me siento cómoda, como estar en casa, pero a la vez me pone nerviosa porque siento no ser lo suficiente como para impresionarlo.

Quise abrazarla aún cuando no había terminado con su monologo. Era tan tierna cuando lucía insegura. Peter moriría a mis propias manos si la lastimaba. Aunque él también me caía bien.

Samatha me miraba dubitativa, esperando una reacción. Le sonreí.

—Bueno, puedo ayudarte, si eso te hace sentir mejor. Aunque la verdad es que tengo cero experiencia en esto.

—Yo menos, pero lo aprecio.

Nos quedamos en silencia, mirando el campo de deportes.

Me había ofrecido (prácticamente la había obligado a aceptar) a ayudarla con sus tareas de matemáticas, y aunque al comienzo habíamos avanzado bastante debido al poco dialogo, ahora el deber estaba completamente olvidado, a medida que una nueva amistad nacía.