Tardaste demasiado

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Después del mal rato que me hicieron pasar, el A.P.E me permitió el capricho de ver a Thomas. Intenté arreglarme con las pocas cosas que tenía; tuve que estirar mi camisa de algodón con u estampado de Nueva York, y corté mis tejanos negros para que quedaran a modo de shorts, no muy cortos. Cogí las adidas negras que tenía, sin saber por qué, debajo de mi cama y puse un poco de brillo en mis labios, eso era el poco maquillaje que tenía.

Cepillé mi pelo a conciencia y lo dejé completamente liso. Suspiré al no verme lo suficientemente guapa para aquel chico, pero con un poco de suerte, le pareceré irresistible.

Ahora si, tomé el pomo de la puerta de mi habitación, y no estando muy segura de mi vestimenta, lo bajé lentamente. Todavía estaba a tiempo de arrepentirme, ya que él me esperaba en la sala principal, pero no lo hice. Tanto nerviosismo por un simple muchacho, ¿no puedo sentirme normal?

«Es que lo que sientes por el no es normal»

Maldita voz de mi cabeza, pero tiene razón; no solo es guapísimo y es muy atractivo, sino que encima es divertido y algo infantil, lo cual me encanta, aunque al convivir con alguien se aprenden muchas cosas, como: es un desorganizado, vago, mal cocinero... Pero al fin y al cabo, los pros casi siempre superan a los contras, como en este caso.

Seguí parada por largo rato frente a la puerta, al cruzarla me encontraría con la persona que, más deseo ver. Cogí aire y giré el pomo nuevamente. Él miraba los cuadros de las generales difuntas, al oír el sonido de los engranajes de la puerta girarse prestó su atención hacia mí, abrió lo ojos como platos y me mostró una sonrisa torcida acompañada de una pequeña risa casi inexistente. Yo me dediqué a sonreirle plenamente y a lanzarme a sus brazos como si fuera la rama que evitase mi caída al vacío. No aguanté más y lloré en su hombro, la había extrañado demasiado y necesitaba sentir otra vez su perfume, su tacto, a él.

Posó su mano en mi cabeza y empezó a acariciarla con ternura y delicadeza, diciéndome que él ya estaba ahí, que no me dejaría más y que me apoyaría siempre, se lo agradecí en silencio. Tomó mi barbilla y me hizo mirarlo a los ojos, con su pulgar quitó las lágrimas que yacían en mis mejillas y volvió a regalarme una de sus sonrisas torcidas.

-Siempre estás hermosa, pero sin lágrimas en los ojos y sonriendo, lo estás todavía más.

Solo me dediqué a hundir mi rostro en su cuello y a reírme tontamente, mientras mis manos le rodeaban su cintura sin mucha fuerza.

-Siento ponerme así, pero es que de verdad te eché mucho de menos .

-Solo se echa de menos a una persona que realmente quieres.

-Pues supongo que te quiero.

-¿En qué sentido?

-En el sentido de como una chica puede querer a un chico.

-¿Entonces de forma pareja?

Me aparté de su cuello para mirarlo a los ojos y mostrarle una de mis mejores sonrisas. Imitó mis gestos y me acercó más a él.

-¿Quieres que te bese ahora o después de mi sorpresa?

Levanté ambas cejas y por el calor que sentía en mis mejillas, creo que me sonrojé, además mordí mi labio inferior. Él lo tomó como respuesta y posó sus labios sobre los míos durante pocos segundos, correspondí al beso y al separarnos le sonreí como si fuese una niña pequeña a la que acababan de darle una golosina. De seguro que me brillaban los ojos y seguía sonrojada.

-Tardaste demasiado.

-Quería estar seguro.

-¿De qué?

-De que te gustaba, porque sino te hubiese gustado, habría hecho el ridículo.

Reí.

-Oye, antes de bésarme me dijiste que tenías una sorpresa.

Chasqueó la lengua.

-Ya te cargaste el momento.

Reímos los dos.

-Okey, te llevaré.

¿Destino? Cualquier parteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora