Capítulo 9: Miedo y deseo

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Desperté al sentir como el frío de madrugada se colaba en nuestros cuerpos. Ambos nos habíamos quedado dormidos en el sofá. La piel de Max estaba fría y aun más pálida de lo que era. Por lo que cuidadosamente me levante del sofá y la tome en brazos para así llevarla a mi cama.

Al tenerla en mis brazos pude notar que su cuerpo pesaba muy poco, ella estaba muy delgada, más de lo normal. Me sentía mal al pensar que quizás esto era mi culpa. Nunca debí dejarla sola, jamas debí permitir que pasará esto.

Al llegar a mi habitación la recosté por debajo de las sabanas de la cama y la cubrí con las frazadas. Al acostarme a su lado fue inevitable perder mi mirada en ella. Se veía tan frágil, tan pequeña. Su respiración era sumamente tranquila pero aveces habían pequeños sobresaltos que hacían que su cuerpo se moviera bruscamente. Por lo que comencé a pasar mi mano por su cabello, para así tratar de tranquilizar su sueño, pero Max comenzó a balbucear algunas palabras hasta que finalmente cedió y entro en un sueño profundo. Cuidadosamente, sin que despertara me recosté en la cama y pase mis brazos por su cintura, encontrando mi propia tranquilidad al sentir su calor y su aroma. Para quedarme finalmente dormido a su lado.

(...)

Ya era de mañana, la luz que entraba a través de la cortina así lo decía. Yo estaba despierto hace más de una hora, estaba mirando a Max. No me cansaba de encontrar lo que era la perfección pura en sus rasgos y en sus ojos que aunque estuvieran cerrados irradiaban vida.

Se me hacia tarde para el trabajo, pero alguna ventaja tendrá al ser el jefe de esta mierda, no es así?. Así que decidí levantarme de la cama y preparar el desayuno para Max tranquilamente. Le prepare un cuenco de cereales con yogurt, a eso le sume un jugo de naranja y unas tostadas que se estaban tostando ahora mismo. De pronto pude escuchar la voz de Max, ella me estaba llamando, estaba casi gritando. Por lo que fui corriendo a la habitación para ver que sucedía.

- Que pasa Max? estoy aquí.

Dije un tanto agitado poniéndome frente ella.

- Nathan..

Me respondió Max abalanzándose sobre mí.

- Pensé que te habías ido, pensé que me habías dejado sola..

Dijo un tanto acongojada.

- Estoy aquí mírame, todo esta bien.

Le respondí tomándola de sus mejillas besándola incontable veces en su boca.

- Lo sé, lo siento.. es solo que..

- Tranquila amor, no tienes que explicarme nada.

Dije abrazándola con fuerza, atrayéndola hacia mí. Fue entonces cuando comprendí que algo andaba mal con Max. Había algo que aun hacia ruido en su mente. Ese miedo a la soledad lo conocía mejor que nadie. Sabia como se sentía, por lo con este abrazo buscaba borrar en parte esa horrible sensación.

- El desayuno esta casi listo, vamos a la cocina?

Dije separándome levemente de ella mientras tomaba su mano.

- Come tu, yo no tengo hambre..

- Vamos Max, ayer ni siquiera quisiste probar la hamburguesa. Debes estar hambrienta.

- No tengo hambre, estoy bien.

Me respondió Max desviando su mirada de la mía.

- Vamos nena, mira lo delgada que estas.. al menos prueba el cereal.

Dije mirándola a los ojos.

- Esta bien..

Me respondió Max un tanto fastidiada, como a una pequeña niña a la que la obligan a comerse sus vegetales. Luego de unos minutos nos sentamos en la mesa y comenzamos a comer, bueno al menos yo. Max no dejaba de mirar el cereal y revolverlo con la cuchara.

Sigues Siendo Mi Obsesión (Caulscott fancic, 2da parte de Eres mi obsesión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora