Samantha y Maya en multimedia.
Oigo la débil melodía de un piano y abro un ojo para ver cómo el sol radiante traspasa mi ventana.
Doy un suave suspiro y me levanto cansada de la cama, sin ganas de hacer nada y con el ánimo bastante bajo.Ando hasta la puerta que está entreabierta y salgo para encaminarme hacia la azotea, de donde procede la música.
Abro la puerta sin apenas hacer ruido y sonrío débilmente al ver a mi hermana melliza, Samantha, relajándose mientras sus pequeños dedos rozan las teclas del piano.
Reconozco esa canción, muchas veces nos ha salvado cuando pensábamos que no podíamos levantar cabeza y por ello es nuestra favorita.
-Seremos grandes, seremos valientes, te cantaré esta canción, que nos ha dado suerte...-tarareo llamando la atención de Sam, que para de tocar al segundo.
-Maya.-me mira.-Que susto me has dado, guarra.-sonríe y me acerco a ella para sentarme a su lado.
-¿Desahogándote un poco?-le pregunto mirando fijamente sus grandes ojos grises.
-Si.-admite mirando al frente.-Es qué...-suspira.-Desde que estamos en Madrid siento que no soy yo.
La miro unos segundos y luego miro también al frente, pensando en las palabras que acaba de decir.
Hace cinco meses que dejemos Dinamarca para venir a vivir a España, ya que nuestra madre es de aquí y quería volver de una vez por todas.
Y desde que estamos en Madrid, nada nos ha resultado fácil.
Nuevo colegio, nuevos compañeros, nueva vida, y joder, nosotras no estábamos preparadas para esto.
Lo único que nos queda es la música, ambas adoramos cantar y tocar todo tipo de instrumentos, y también, una de las cosas buenas que tiene Madrid, son esos dos gemelos que en apenas cinco meses se han convertido en lo único que necesitamos para seguir luchando día tras día. Y eso nos lo trasmiten solo con su música, y eso, joder, eso es algo increíble.-¿Planes para hoy?-me zarandea para que baje de mi nube.-Maya.-chasquea los dedos en mi cara y le sonrío mordiéndome el labio.
-Podríamos decirle a Roger que nos lleve al centro comercial.-le propongo, sabiendo que el mayordomo aceptara sin ninguna duda.
-Vale.-suspira levantándose y anda hasta la puerta.-Voy a ducharme y a cambiarme de ropa, nos vemos a bajo.
Asiento viendo como desaparece y me acomodo más en el asiento para comenzar a tocar los acordes de esa canción.
Esta vez no canto, simplemente me relajo con el sonido de la melodía, y creerme que funciona.******
Me pinto los labios de color carmín y me miro una vez más al gran espejo que hay colgado en el vestidor.
Estamos en mayo, exactamente a veinticinco, y aquí hace muchísima calor.
Me pongo unas sandalias fácilmente y me recojo mi castaño pelo en una trenza de espiga muy bonita.
Decido por bajar a desayunar ya, sabiendo que mi hermana se desesperará si tardo algún minuto más.Cuando entro en la cocina, Roger está terminando de hacer las tostadas y Maya está mirando el móvil distraída.
-Más lenta y te conviertes en un caracol.-susurra la rubia despegando la vista del móvil para bloquearlo.-Nos vamos al centro comercial, no de boda.-se burla con la sonrisa sarcástica que la caracteriza.
Maya es la típica rubia de ojos azules que parece una muñeca de porcelana, la chica más deseada allí donde va y por encima, tiene un carácter que enamora, jamás le ha echo falta maquillarse ni arreglarse para estar preciosa.
A mí me ha tocado ser la morena de ojos grises, la que se pinta y se arregla más para intentar llegar a ser tan guapa como ella.-No empieces.-me quejo sentándome enfrente y sonriéndole al mayordomo como saludo.-¿Mamá y papá ya se han ido a la oficina?
-Si.-sonríe complaciente dejándonos las tostadas en medio.-Daros prisa, que me cambio de ropa y voy sacando el coche.
-Vale.-contestamos al unísono haciéndole reír.
Roger nos ha visto crecer desde que éramos unos bebes gordos y sin pelo, y lo consideramos una parte fundamental de la familia.
Por el cariño que nos tiene, incluso quiso mudarse con nosotros a España, y se lo agradecemos, ya que ninguna de las dos somos capaces de fiarnos de nadie más.-Bueno, necesitamos bikinis, pantalones, vestidos..-enumero dándole un bocado a la tostada y viendo como mi hermana hace lo mismo con ganas.-Comes como una cerda.-le digo haciendo que me mire mal.-Pero bueno, va, que tengo ganas de ir de compras.
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-Roger, ves si quieres a dejar las bolsas en el coche, que te veo un poco agobiado.-le sonrío viendo como no puede con el pelo porque que lleva unas veinte bolsas encima.-Te esperamos por aquí.
El asiente y se marcha mientras me giro para ver cómo Sam se ha ido hacia un escaparate de una tienda de disfraces.
-¿Qué haces?-le pregunto observando cómo ella la cantidad de cosas que hay ahí dentro.
-Se me acaba de ocurrir la mayor locura del mundo.-susurra tragando saliva y giro la cabeza hacia ella interrogante.-Tu y yo queremos cantar, ¿no?-asiento dudosa.-Pero tenemos la típica tontería del pánico escénico.-prosigue y frunzo el ceño sin entender nada.
-¿Qué quieres decir?-me cruzo de brazos.
-Esto.-señala los antifaces llenos de purpurina.-Podríamos disfrazarnos y grabar vídeos con nuestras canciones para subirlos a YouTube.-me mira fijamente.-Estaríamos cumpliendo nuestro pequeño sueño sin ser reconocidas y...-coge aire.-¿Es una locura, no?
-Lo es.-asiento volviendo a mirar el escaparate.-Pero ya sabes que a mí me gustan las locuras más que la pizza.-sonrío y ella hace lo mismo.-Así que, ¿por qué no entramos?
-Vale.-coge aire sin apartar la sonrisa.-Somos un par de incomprendidas tía.La miro sorprendida y me quedo pensando unos segundos lo que ha dicho.
-Eres un genio.-le piropeo.-Eso es, Sam.-prosigo.-Incomprendidas.
-¿Qué?-susurra confundida y le sonrío complaciente.-¿De qué hablas?
-Incomprendidas.-repito y me echo las manos a la cara.-Y eso que yo soy la rubia.-le digo haciendo que me mire mal.-¿Por qué no nos llamamos incomprendidas?
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Hola guapas, no sé si a algunas les sonará esta novela, porque publiqué una muy parecida a principios de 2014. La borré porque era un desastre pero la idea me encanta y por petición de algunas aquí está de nuevo.
Espero que os encante.😋