Samantha
Jesús, Dani, Carmen, Samara, Sebas, Jorge y yo, ya hemos ocupado nuestro sitio en la mesa, y aunque hay un incómodo silencio, parece desvanecerse cuando mi madre entra al salón con el primer plato.
Ellos comen en la cocina junto a los padres, y me gusta bastante porque así podemos hablar de nuestras cosas.–¿Dónde está Maya?–me pregunta frunciendo el ceño y me encojo de hombros. La verdad es que no la veo desde hace rato.–Pues ves a buscarla o se le enfriará la cena.
–Voy.–suspiro levantándome y caminando hacia su habitación.
Entro sin tocar, y aunque al principio me extraña que no me regañe como hace siempre, luego empiezo a comprenderlo.–Maya, ya está la cena.–No tengo hambre.–susurra mientras mira por la ventana. El tono de su voz es cortante, pero a la vez con una pizca de tristeza. Algo ha pasado.
–Tu siempre tienes hambre.–le digo mientas me acerco a ella.–¿Qué ha pasado?
–Jesús y su estúpida manía de no dejarme hablar.–se gira para mirarme.–Me ha llamado guarra.
–¿Qué?–dudo.–¿Por qué?
–Porque no sabe escuchar.–vuelve a girarse por la ventana.–Estaba muy ilusionada, pero como siempre, algo tiene que joderme.
–Habla con él.–le aconsejo.–Dile la verdad.
–No.–niego con la cabeza.–No pienso dirigirle la palabra, a mí nadie me llama guarra.
–Guarra.–le sonrío divertida y ella finge enfadarse pasando por mi lado. La sigo con una sonrisa orgullosa y en cuanto entramos al salón se la quedan mirando. Todos van súper arreglados, incluida yo, con vestidos y tacones, pero Maya siempre pasa la nochebuena en pijama y esta no iba a ser la excepción. Según ella, no tiene que salir a la calle y nadie la va a ver, pero aun así me gustaría verla arreglada para Noche Vieja. Es un proyecto que tengo en mente.
–¿Qué?–exclama.–Estoy en mi casa.
*****
Jesús
Ver a Maya en pijama creo que es una de las mejores cosas que he visto en mi vida. Sus pantalones de ositos se le ciñen perfectamente al cuerpo y la parte de arriba parece tan achuchable que quiero abrazarla. Esta perfecta sin maquillar, y me duele que por culpa de mis asquerosos impulsos ni si quiera se digne a mirarme.
Jamás pensé que dolería tanto que pasarán de ti.–¿Dónde estabas?–le pregunta Sebas antes de darle un trago a su cerveza.
–Arreglándome, ¿no lo ves?–le contesta divertida y aunque no quiera sonreír, lo hago.
–Espero que en noche vieja no te vayas a sí de fiesta.–le sigue él el rollo.–Estas demasiado guapa y alguien podría tener intenciones de violarte.
–No digas tonterías, para nochevieja no me peinaré.–vuelve a sonreír con sarcasmo. La verdad es que siempre me ha gustado este lado de ella, y joder, como me gustaría que esa conversación la estuviera manteniendo conmigo.
La cena pasa más rápida de lo que desearía, y aunque ahora no me entusiasme mucho, llega la hora del amigo invisible. Genial.
–¡Toma!–canturrea Carmen en cuanto ve las bambas que le he regalado.–¡Mil gracias Jesús!
–De nada.–sonrío mientras dirijo la mirada a Dani, que está abriendo el regalo que Maya le ha dado.
–No podría pedir más.–sonríe acercándose para darle un abrazo.
No presto mucha atención cuando Sebas le da el regalo a Sam, ni cuando Dani se lo da ha Samara, ni Sam a Jorge, ni siquiera Carmen a Sebas. Vuelvo en si cuando Samara se lo da a Maya, y ver cómo se emociona al ver una sudadera que según ella lleva queriendo mucho tiempo, me da la vida.
–Jesús.–me llama Jorge y me giro para mirarlo. Me está tendiendo un pequeño paquete y sonrío agradecido.
Después de abrirlo y de volver a darle las gracias, un completo silencio inunda la habitación. Dani le está dando un regalo precioso a Sam y todos lo miran atentamente. Ojalá esos fuéramos Maya y yo. ¿Porque he debido decir esas cosas? ¿Porque no la he escuchado?
–Voy al baño.–dice Sebas de repente, y decido levantarme para ir con él.
–Y yo.
Quiero pedirle explicaciones y liarle la de Dios por ser tan mal amigo, pero por otro lado, por raro que parezca, también quiere pedirle consejo.
–Oye...–suspiro dejando mi orgullo a un lado.–¿Le doy el regalo a Maya? Es que no sé...
–¿Porque no deberías dárselo?–alza una ceja.–Ella tiene otro para ti.
–¿De verdad?–me sorprendo.–¿No estáis liados ni nada?
–¡¿Qué?!–estalla a carcajadas.–Es jodidamente guapa pero no es mi tipo tío, además, eres mi mejor amigo, ¿enserio pensarías que podría hacerte algo así?–me mira fijamente.–Por no hablar de lo loca que la tienes.
–Pero las fans...
–Ahhh.–pone cara de póquer.–Eso ha sido culpa mía. Maya y yo habíamos ido a comprar los regalos y...bueno, unas niñas empezaron a llamarla de todo porque sospechaban lo vuestro y les tuve que decir que estábamos juntos. Pero fue para protegeros, lo juro.
Entreabro la boca dándome cuenta de que la acabo de cagar. Otra vez.
Salgo del cuarto de baño y corro hasta la habitación de Maya. Entro esperando que este, pero al no verla, se me ocurre algo mejor.Dejo el regalo que le había echo y comprado en la cama, y cuando me dispongo a salir se abre la puerta.
Ambos nos quedamos en silencio durante varios segundos, hasta que ella pasa cerrando la puerta tras de sí.–¿Qué haces aquí?–duda acercándose a mi.
–Yo...–murmuro.–Te había echo un regalo y...
–Pues cógelo y dáselo a alguna que no sea la reina de las zorras.–dice pasando por mi lado hacia su escritorio.
–Lo siento...
–Cállate.–me ordena sin mirarme.
–No.–digo.–No voy a callarme porque me he equivocado y quiero que lo sepas. Debería haberte dejado hablar, es uno de los muchos defectos que saco, como el de creerme todo lo que me dicen. Por favor, la he cagado otra vez y te entendería que no me perdonarás, pero hazlo, por favor.
No eres una guarra, y jamás me equivocaría en quererte, y si lo hiciera, volvería a repetirlo porque eres lo mejor que tengo.–Jesús...
–Lo mejor que tengo, Maya.–la miro con los ojos cristalinos.–Te quiero...
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Darle mg a mi ultima foto de Instagram (@silviasaez_) y subiré lo antes posible❤️