Maya.
Ando directa hacia Jesús, cabreada y nerviosa por lo idiota que fue anoche.
Samantha me sigue, con la misma expresión que yo y con unas ganas de matarlo que ni ella se lo cree.-¡Jesús!-alzo la voz haciendo que me miren él y sus amigos.-¿Pero haber, tú eres gilipollas o te lo haces?
-Eh, relaja guapa.-me dice sonriendo ampliamente y aunque me derrita su sonrisa, tengo que mantenerme firme.-¿Qué pasa?
-¡Toda España nos odia!-grita Sam, llamando la atención de Dani.-¡Y solo llevamos aquí unos meses!
-¿De dónde sois?-se interesa una chica morena muy guapa, a la que reconozco como Carmen.
-Dinamarca.-contesto sonriéndole débilmente.
-Oh, a ella se lo dices y a mí no, eh.-se sorprende Jesús y ruedo los ojos sin entusiasmo.-Lo siento, ¿vale?-me mira y entreabro los ojos unos segundos.-Ay veces que mis niñas no se controlan.
-Pues plántales cara, chico.-cojo aire y clavo mis grandes ojos azules en los suyos.-Parecen novias celosas.
-Lo son.-se ríe Dani y me muerdo el carrillo intentando ser más fría que antes.-Pero es verdad que a veces son demasiado inmaduras.
Durante unos minutos nos encontramos en un incómodo silencio hasta que Samantha se decide a hablar.
-¿Qué hora es?-se dirige a Dani, extrañada porque el timbre de entrada no suene.
-¿Me ves cara de reloj?-intenta hacerse el gracioso y lo miro con las cejas alzadas.
-No, de gilipollas, ¿pero nos puedes decir la hora?-le contesto yo viendo como su hermano y el resto empiecen a reírse.
-Son menos cinco.-me contesta Jesús y le echo una mala mirada para luego mirar a mi hermana, que observa a Dani de reojo.
-Gracias.-le contesto con una sonrisa falsa volviendo la mirada a él.
-Oye, ¿y con quién estáis en los patios?-se interesa una chica de la que no se el nombre.
-Solas.-le responde Sam, apartándose el pelo de la cara.
-Oh, pues veniros con nosotros.-nos propone Sebas y alzo las cejas mordiéndome el labio.
-Ya veremos.-contesto colocándome bien la mochila.-Nos vemos.
*****
Jesús.Entro en clase y ando hasta el pupitre donde Dani me está esperando ansioso.
-¿Y bien?-me pregunta y sonrío sentándome a su lado.
-Los he conseguido.-asiento.-Tengo sus números y reza para que accedan a cantar con nosotros.
-Ojalá porque sería la hostia.-mira al frente.-Solo hace falta escucharlas para enamorarse y ya las conocen en todo el mundo.-asiento.-Es la polla.
-Tenemos nuestras armas de seducción.-le digo.-Seguro que acceden.
-Jesús.-me advierte.-A ver si ellas van a tener mejores armas que tú y ya estás jodido.