4.

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Maya.

Ando directa hacia Jesús, cabreada y nerviosa por lo idiota que fue anoche.
Samantha me sigue, con la misma expresión que yo y con unas ganas de matarlo que ni ella se lo cree.

-¡Jesús!-alzo la voz haciendo que me miren él y sus amigos.-¿Pero haber, tú eres gilipollas o te lo haces?

-Eh, relaja guapa.-me dice sonriendo ampliamente y aunque me derrita su sonrisa, tengo que mantenerme firme.-¿Qué pasa?

-¡Toda España nos odia!-grita Sam, llamando la atención de Dani.-¡Y solo llevamos aquí unos meses!

-¿De dónde sois?-se interesa una chica morena muy guapa, a la que reconozco como Carmen.

-Dinamarca.-contesto sonriéndole débilmente.

-Oh, a ella se lo dices y a mí no, eh.-se sorprende Jesús y ruedo los ojos sin entusiasmo.-Lo siento, ¿vale?-me mira y entreabro los ojos unos segundos.-Ay veces que mis niñas no se controlan.

-Pues plántales cara, chico.-cojo aire y clavo mis grandes ojos azules en los suyos.-Parecen novias celosas.

-Lo son.-se ríe Dani y me muerdo el carrillo intentando ser más fría que antes.-Pero es verdad que a veces son demasiado inmaduras.

Durante unos minutos nos encontramos en un incómodo silencio hasta que Samantha se decide a hablar.

-¿Qué hora es?-se dirige a Dani, extrañada porque el timbre de entrada no suene.

-¿Me ves cara de reloj?-intenta hacerse el gracioso y lo miro con las cejas alzadas.

-No, de gilipollas, ¿pero nos puedes decir la hora?-le contesto yo viendo como su hermano y el resto empiecen a reírse.

-Son menos cinco.-me contesta Jesús y le echo una mala mirada para luego mirar a mi hermana, que observa a Dani de reojo.

-Gracias.-le contesto con una sonrisa falsa volviendo la mirada a él.

-Oye, ¿y con quién estáis en los patios?-se interesa una chica de la que no se el nombre.

-Solas.-le responde Sam, apartándose el pelo de la cara.

-Oh, pues veniros con nosotros.-nos propone Sebas y alzo las cejas mordiéndome el labio.

-Ya veremos.-contesto colocándome bien la mochila.-Nos vemos.

*****
Jesús.

Entro en clase y ando hasta el pupitre donde Dani me está esperando ansioso.

-¿Y bien?-me pregunta y sonrío sentándome a su lado.

-Los he conseguido.-asiento.-Tengo sus números y reza para que accedan a cantar con nosotros.

-Ojalá porque sería la hostia.-mira al frente.-Solo hace falta escucharlas para enamorarse y ya las conocen en todo el mundo.-asiento.-Es la polla.

-Tenemos nuestras armas de seducción.-le digo.-Seguro que acceden.

-Jesús.-me advierte.-A ver si ellas van a tener mejores armas que tú y ya estás jodido.

Incomprendidas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora