Jesús.
Camino hacia la puerta con las manos sudorosas. Nada más volver a España, Maya me ha llamado con la excusa de que quería hablar conmigo. No sé si podré decírselo, nunca he tenido las agallas suficientes para decirle a alguien que me he equivocado.
Abro la puerta y suspiro al mirarla a los ojos. Ha perdido ese brillo que tanto me gustaba y parece que no ha dormido durante varios días.
-Hola, pasa.-susurro buscando las palabras exactas para decirle.
-No, prefiero que sea rápido.-me interrumpe y le presto atención aunque me de miedo hacerlo.-Yo...
-Se que sabes lo que pasó con una de ellas.-aclaro antes de que me lo eche en cara.-Y...lo siento, Maya, te juro que me arrepiento mucho, pero en esos momentos...-me muerdo el labio.-Es que os parecéis mucho, en el carácter sois casi iguales, y...
-Tranquilo.-dice sorprendiéndome y vuelvo a mirarla dándome cuenta de que de verdad no es la misma.-La culpa es mía, jamás me han importado las personas y...y no sé cómo hacer que lo hagan.-admite y mira al suelo.-Jesús, será mejor que lo nuestro acabe por completo.
-Pero...
-Ya está decidido.-aclara dando unos pasos para atrás .-Tu solo...-me mira.-Cuídate, ¿vale?
Y sin poder decirle más, la veo marcharse ignorando mis insistentes llamadas.
Me doy por vencido y cierro la puerta para ver cómo Dani me mira con cierta curiosidad.
-¿Qué tal con Sam?-dudo y el acaba sonriendo sincero.
-Sabe lo que pasó con Rocky, pero dice que ella se lo explicó bien y tras pedirle varias disculpas me ha perdonado.-explica y le sonrío de lado.-¿Y tú?
-Creo que...la he destrozado.
-¿Cómo?-se sorprende frunciendo el ceño.
-No era ella, no era la Maya que conocí.-susurro.-Me ha dicho que jamás le han importado las personas y yo sé que si, pero...
-Quizás...-me mira pensativo.-No hayas sido tú quien la ha destrozado.
****
Samantha.
Oigo como se cierra la puerta de la entrada y me asomo por las escaleras para ver cómo Maya apoya la cabeza en esta.
Jamás habíamos estado tanto tiempo sin hablarnos y sé que la culpa la tengo yo, no debería haberle dicho algo que en verdad no pensaba.
-Mamá nos ha dejado la comida en el microondas.-le informo y sin ni siquiera mirarme, se da la vuelta para caminar hasta la cocina.
Bajo las escaleras rápidamente y camino hacia ella pero siempre ha sabido muy bien cómo hacer que la gente le resulte invisible y eso está haciendo.
-¿Qué tal ha ido?-dudo en preguntar pero no cambia ni una mueca de la cara, parece que realmente no me vea.-Maya, de verdad.
Se lleva una cuchara a la boca llena de arroz y suspiro ruidosamente acomodándome en la silla de enfrente. Me quedo mirándola fijamente porque se que lo odia pero, sorprendentemente, esta vez no dice nada. Supongo que está más enfadada de lo que pensaba.
Nada más acabar de comer, se levanta y sale de casa sin ni si quiera responderme a dónde va. Dios, odio cuando se pone así pero supongo que me lo merezco.
Sobre las cinco oigo como suena el timbre y ando rápidamente hacia ña entrada rezando que sea ella, pero es Jesús quien me mira con una sonrisa torpe.
-Maya no está.-hablo intentando mantener la compostura.
-Vengo a verte a ti.-me sorprende y frunzo el ceño dejándolo pasar.-No sé qué le ha pasado a tu hermana.
-Yo sí, ven.-suspiro caminando hacia el salón.-Cuando nos enteremos de lo que hicisteis con las incomprendidas, pues...-cojo aire.-Sinceramente le sentó como una mierda, eras en el primero que confiaba y te juro que le sentó como una patada en el estómago.-explico.-Pero yo no me di cuenta y...
-Esta destrozada.-se echa las manos a la cara.-No debería haberlo echo joder, pero...
-Si, está destrozada, pero no creo que sea culpa tuya.-le digo y me mira con interés.-Toda la vida he sabido que solo había una persona que podía destrozarla completamente, y esa era yo.
-Sam...
-Le eché en cara todo...todo lo que sabía que la mataría, y bueno, me equivoqué.-intento no llorar.-Le dije que veía normal que te dejara porque jamás le habías importado y yo sé que si, que si no lo hicieras habría pasado de ti pero...pero aún así se lo dije y ella se lo creyó, se lo creyó porque todo lo que le digo...
-Se lo toma muy enserio.-adivina suspirando.-Tengo un gemelo, se lo que es.-mira dudoso el suelo.-¿Y qué vamos a hacer?
-No lo sé, quizás...-me muerdo el labio.-Darle a entender que si le importas.
-¿Y cómo hacemos eso?-duda y dejo la mirada perdida durante unos segundos.
-Tengo una idea, pero es un poco...alocada.
*******
Maya.
Tiro una piedra contra el lago y la veo rebotar en el agua consiguiendo que uno de los patos se asuste.
Poco a poco te vas dando cuenta de que las personas que dicen quererte, hace mucho, te han dejado atrás
y sólo nos queda aceptar lo inevitable.
-Pero mirar que pedazo de rubia tenemos aquí.-oigo una voz a mi espalda y giro la cabeza para encontrarme con un grupo de chicos y chicas mirándome de reojo.
-¿De qué película de la Barbie has salido?-pronuncia una chica con un cigarro entre los labios y mirándome con superioridad.
-¿Y tú?-me levanto incomoda para mirarla de la misma manera y dar un paso para atrás al oler el aroma que desprende.-¿No sabes lo que es ducharse o que?
Nos miramos desafiantes durante varios segundos hasta que la chica acaba sonriendo. Frunzo el ceño sin entenderla y después se gira para mirar a sus amigos.
-Esta chica me cae bien.-habla volviendo a girar para mirarme tranquila.-Soy Karina, pero llámame Ina si no quieres que te parta los dientes.
-Maya.-le tiendo la mano sin sonreír ni un poco.
-Maya, eres una muñeca y por encima tienes bastante carácter, me gustas, me gustas mucho.-habla un chico que no se ha presentado aún.-A partir de ahora pata nosotros serás May.
-Como me llames así te juro que te retorceré los cojones hasta que te mueras del dolor.-advierto manteniéndome firme. Samantha siempre me llamaba así y no quiero volver a oír ese nombre.
-Me encantas.-sonríe enseñando su perfecta dentadura.-Yo soy Julen, solo Julen, bienvenida a las pandilla.
-¿Qué?-dudo.-Yo no he dicho que quiera entrar en ninguna pandilla.
-Venga, no te resistas.-sonríe y lo miro de arriba a abajo, que vaya todo de negro me trae mucha desconfianza.-Se nota que te has peleado con tus amigos, además, somos los reyes de Madrid, no te aburrirás.-lo miro pensativa.-¿Qué me dices?
