∆ DIEZ.

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Más tranquila, salí de la ducha. El propósito para ese día era internar frenar un poco mi salvaje mente y dejar de pensar en él.

¿Olvidarlo? Nunca. Él siempre estaría conmigo, me lo prometió.

Me sequé el pelo con la toalla y lo dejé suelto al natural, me gustaba más así.
Decidí ponerme unos vaqueros oscuros ajustados y un jersey banco.

— ¡Emma! ¡Papá y mamá se han ido a trabajar! – escuchaba el repiqueteo constante de sus zapatos subiendo las escaleras. – ¿Te llevas tú a Shannon a la U? – Asomó su larga melena por el hueco de la puerta y sonrió –Sabés que allí podría pasar desapercibida más fácilmente que en el instituto... Ya sabes cómo es la gente; y lo que les gustan los chismes. Podrían llegar a inventarste que es mi novia, ¡o! qué estamos liadas o algo pe... – la corté

— Si, Becca. Yo me la llevo. Si no te la quieres llevar, me lo dices y punto. Mientras yo reviso unos apuntes, que ella se vaya duchando y arreglando. Ahora, ¡aire de aquí! – señalé la puerta de mi habitación y ella entendió

– ¡Gracias, Emm! Eres la mejor hermana del mundo.

— Si, si. Me quieres mucho pero ahora vete, ¿no ves que solo tengo una toalla? – salió de la habitación mientras pegaba brinquitos y tarareaba alguna canción. Me dirigí hacia la puerta que conectaba mi pieza con la de Shannon para avisarla.

....

— ¿Qué tal te ha salido el examen, Emmi?

— Bueno, me lo esperaba peor. Creo que tengo para un siete o así... – la verdad es que a penas había estudiado nada.

– Vamos, por favor. Estamos hablando de la pequeña Withmore... ¿Qué le podría salir mal a ella? ¡Tiene una vida perfecta! – me giré para encararlo, porque obviamente sabía de dónde venía esa odiosísima voz.

— Cállate. No sabes nada de mí y por ende de mi vida. Déjame en paz. – me acerqué tanto que su nariz casi rozaba con la mía.

— Vamos, preciosa. Sabes que yo te podría hacer olvidar todas tus penas, ¿verdad? – todo pasó tan rápido que apenas pude verlo, únicamente sentí el escozor en la palma de mi mano después de haberle propinado una soberana bofetada al intentar besarme.

«Emma, menos de dos semanas en el instituto y ya estás metiéndote en líos»

— ¿¡Qué te crees que estás haciendo, idiota!?– Ethan se abalanzó sobre él con la furia reflejada en su cara. Para ayudar a Andrés, empezaron a llegar chicos a hacer un corrillo alrededor de ellos. Solo dos se tiraron a defenderle. Y Hunter no se quedó atrás: empezó a dar puñetazos a todos los que se le ponían en medio con el fin de separar a su amigo del oponente.

Andrés quedó con la nariz sangrando y un ojo morado. Ethan con la ceja derecha partida y el labio inferior roto.

— ¡Esto no quedará así! ¡Vuelvela a tocar y te corto las bolas!

— ¡Oh!, Allen. Ya entiendo. Es que estáis juntos, ¿no? – ambos nos quedamos callados mirándonos a los ojos – ¿Muñeca, estás saliendo con este indeseable?

— Sí – todos quedaron atónitos ante mi respuesta. Incluso yo misma.  –. Nos conocemos desde el verano y llevamos saliendo dos meses, ¿contento? – Andrés sonrió irónicamente, pero yo sabía que por dentro se estaba muriendo de ira. Pero aún así dijo:

— Pásalo bien el día del cumpleaños de tu...

— ¡NI SE TE OCURRA NOMBRARLO! ¡Lávate la boca antes de hablar de él! ¡GILIPOLLAS! – no era muy normal en mi ir por ahí insultando a la gente, pero de mi hermano, nadie, absolutamente nadie, hablaba.

— Woow. Qué genio tiene la muñeca... –
Empezó a reírse como si lo que acababa de decir tuviera alguna gracia.

— ¡Te voy a... – Ethan me cargó sobre su hombro a modo de saco de patatas y me sacó de allí. Hunter se acercó con cara amenazante a Andrés. También vi como Shannon, con una cara de susto y blanca como la pared, corria hacia nosotros y Oli gritaba mi nombre pidiéndome explicaciones. Era lo último que me hacía falta en ese momento.

Seguimos avanzado en silencio unos minutos; bueno, en realidad era Ethan el que avanzaba con mi peso muerto en el hombro, hasta que llegamos a su coche. Me sentó en el asiento de copiloto y me echó una mirada que no me gustó para nada; se parecía a esas típicas miradas asesinas que te dedican tus padres cuando haces algo que no les gusta.

Con tranquilidad, dió la vuelta al coche por la parte de alante y se tiró sobre el asiento del piloto. Volvió a mirarme, pero esta vez, no tan serio.

— Emma, no quiero que te metas en problemas...

— ¿Perdona? ¡Has sido tú el que se ha liado a golpes con él! ¡Yo solo me he defendido verbalmente!

— Lo sé – nos quedamos unos minutos en silencio. Era un poco incómodo y me decidí a preguntarle algo que me llevaba rondando en la cabeza desde hacía días:

—¿Por qué he sido la única persona a la que has dejado tatuarte? Hunter es tu mejor amigo, es tatuador y nunca lo ha hecho...

— Tú eres especial. – fijó la vista en el frente

— Sí, eso me respondiste la otra vez. Pero habrá un porque soy especial, ¿no? – touché. Ethan suspiró y pasó repetidas veces las manos por su pelo y cara.

— No has sido la única persona que me ha tatuado. – soltó de repente.

— Pero Hunter...

— Hunter lo dijo porque..., porque... ¡Para protegerte, ¿vale?! – no estaba entendido nada de lo que decía. Me mordí las uñas nerviosa y esperé que siguiera. – Este tatuaje – señaló la parte alta de su cuello, casi tocando la mandíbula. Eran unas letras: W.A. – me las hizo mi mejor amigo. Mi hermano. – ahora si que miró fijamente mis ojos y volvió a revolverse el pelo.

— ¡Joder! ¡Deja ya el suspense! ¿Quién era tu amigo?

— Luke Withmore, Emma. Tu hermano. – su voz se quebró al pronunciar su nombre. Sabía que le dolía hablar de él. Pero no más que a mí. Él era mi héroe.

—¿Q-que? – fue lo único que salió de mis labios. El nudo que tenía en la garganta, difícilmente se me pasaría en todo el día.

— Si... – suspiró – fue la única persona que me tatuó. Obviamente el brazo derecho no me lo pude tatuar a mí mismo. Y el cuello tampoco. Él lo hizo. Sabías que tatuaba, ¿no?

— Sí.

—Este tatuaje nos lo hicimos como sello de nuestra amistad. Ya sabes... W de Withmore y A de Allen... – sonrió débilmente, como si los recuerdos se amontonan en su mente. Pero de pronto, se puso serio y comenzó a hablar – Antes de... ya sabes, me hizo prometerle que iba a cuidar de tí, Emma. – dijo casí en un susurro, rozando sus suaves dedos con el dorso de mi temblorosa mano. No aguanté más y lloré. Lloré todo lo que estos cuatro años estuve aguantando. No podía más.
Su muerte me dejó sola, él era el único que me comprendía y estaría ahí siempre para mí.

Pero ese siempre llego a su fin; físicamente. Pero yo sé, que él está en algún sitio cuidando de mí.




                                               [Editado]

Withmore [¡EDITANDO!] | Anteriormente: Si Yo Fuera Ella...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora