∆ DOS.

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—¿Que estas enamorada de quién?–pregunté con un poco de esperanza, aún sabiendo la respuesta que me iba a dar-

—De... Andrés... –me contestó ella casi sin mirarme –Pero me alegro de que no te guste porque si no, complicaría mucho las cosas... –cuando dijo eso, me sentí mal, muy mal, quería morir, ¿soy un estorbo para mi amiga?
Eso no me frenó, incluso me aclaró mis sentimientos, debía luchar por él, no dejarle escapar, lo haría de forma sutil, pero efectiva.

No creía que fuera amor, no. Todavía no. Pero atracción si, y eso pocas veces me había pasado.

—Bien. –dijo ella con total normalidad y con una enorme sonrisa ahora mirándome. –¿Has fichado ya a alguno? –me preguntó. Su enorme sonrisa se cambió por una picara.

—No la verdad, además es nuestro primer dia aquí, no conocemos a nadie. Y... yo no ficho tan rápido como tú –la respondí con mi mejor cara.

—Bueno, seguro que hay un guapo cachas para tí en esta facultad. –dijo levantando ligeramente el hombro derecho y girandose hacia donde Andrés estaba.

—Seguro. –Dije comenzando a andar hacia unos asientos libres. Al lado derecho, un chico muy alto, de tez blanca y com un gran y tupido tupé estaba repasando unos folios.

Me senté a su lado, y el me miró de arriba a abajo. Me fije en sus ojos: azules como al cielo.

—Hola. –dije para romper un poco el hielo. –Soy Emma. –extendí mi mano.

—Yo Ethan. Encantado –estrechó mi mano y me regaló una sonrisa.

Encantador.

—Y... ¿estás en esta clase? Pareces un poco mas mayor y... estas muy relajado.–sonreí.

- Bueno, en realidad no. Estoy aquí obligado por mi padre. Yo no quiero estudiar esto ¿entiendes?
He repetido segundo curso, a si que aún estoy en segundo, pero esta asignatura la tengo pendiente desde primero...
Y... a lo que parezco más mayor, solo te llevo dos años... –dijo subiendo la manga de su suéter negro y dejó a la vista un brazo lleno de tatuajes.

—Uf.. tiene que ser dificil estudiar una cosa que no te gusta. –dije.

—Mucho. Lo que yo quiero es esto –señaló a su brazo tatuado. –, tatuar. Todos los he hecho yo. ¿Te gustan?– lo miré asombrada.

—Claro... a mi también me gustaría aprender a tatuar.

—¿Enserio?

— ¡Si!

— Bueno... eso lo puedo arrelgar yo. ¿Tienes algo que hacer esta tarde?– preguntó apoyando la cara en el dorso de su mano.

—Hmmm, no. ¿Por qué?

—Si quieres... cuando salgamos de aquí, te llevo a mi apartamento y... te enseño algo de agujas. –mi boca se abrió en una gran O.

—¿¡Lo dices enserio?! –pregunté emocionada. Ethan soltó una gran carcajada.

— ¡Claro! Yo no miento. Hoy por ser el primer día, solo tenemos tres clases. Cuando el día termine, espérame en la cafetería.

—Bien.

—Buenos días señores y señoras. –un hombre bajito y con el pelo cano entraba en la sala con un maletín en la mano. –Soy Matías y seré vuestro profesor de Audiovisuales este curso. –revisé la sala con la mirada para intentar localizar a Oli. La vi sentada al lado de Andrés, que para mi sorpresa me estaba mirando.
Volví a centrar mi atención en Oli.
Pensé que había conseguido lo que quería.
Ella me guiñó un ojo y levantó su mentón hacia Ethan.
Rodee los ojos y miré al frente, intentando conseguir que se me quedarán algunas de las cosas que el profesor decía.

...

—¡Hey Emm! –dijo Oli llegando hacia mi y pasandome el brazo por encima de los hombros.
Las clases ya habían termindo y me dirigía a la cafetería. Estaba ansiosa por aprender a tatuar.

—Hola... –sonreí sin ganas.

—Vamos a comer todos juntos ¿te vienes? –¿todos? Fruncí el ceño y giré mi cara hacia atrás. Allí estaban Andrés, Manuel, y mas gente que no conocía.

—No gracias. He quedado. –dije andando más rápido.

—Uhh, el chico oscuro. –dijo levantando las cejas.

—Oli deja ya el interrogatorio. He quedado y punto. –me solté de su agarre y continué andando aún mas rápido.
No tenía ganas de hablar con ella.

Llegué a la cafetería y pedí una botella de agua.
No podía abrirla, estupendo.
Intente varias veces desenroscar el tapón pero solo logré conseguir un ardor en los dedos.

—¿Te ayudo con eso? –me sobresalté y mire hacia donde venía el sonido de la voz.

Sonreí al ver a Ethan sonriendo de lado y con una ceja levantada.

—Por favor... –dije tendiendole la botella. Soltó una carcajada y de una vez, abrió la botella sin parpadear.
Volvió a cerrar el tapón, pero esta vez mas flojito, para que no se derramara el agua.

—¡Eso es porque yo ya te la había aflojado! –dije arrebatandole la botella de las manos y comenzando a andar.

—Si claro... –ironizó.
Sonreí al sentir sus pasos detrás de los míos.

—¿Donde vas? –preguntó haciendome parar de golpe y girarme hacia él con el ceño fruncido.

—¿A salir?

—Pero... por ahí no se sale –dijo sonriendo ampliamente.

—¿Cómo que no? –dije cruzandome de brazos y mirando fijamente a sus imponentes ojos azules.

—Tengo coche Emma, y una plaza en el aparcamiento. –cogió mis hombros entre sus manos y giró todo mi cuerpo hasta dejarme delante de una gran puerta por la que se veían numerosos coches aparcados y alguno que otro saliendo ya del recinto.

—¿Vamos? –preguntó

—Vamos.



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