∆ CUATRO.

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— No lo quiero. – respondí tajante. Eso mismo, hacía menos de cuatro horas que le había conocido, no me iba a enamorar tan rápidamente de él. Al menos yo no.

— Vamos Emma, ¿como que no lo quieres? ¿Te has dado cuenta de cómo te miraba esta mañana? Nena, ese chico está loquito por ti...

— Oli deja de decir tonterías. Ni siquiera hemos mantenido una conversación, no puede estar loquito por mí, así, de la nada, sin conocerme ni mucho menos. Solo sabe mi nombre.

— Bueno chica, tampoco hace falta que te pongas así... ¡Ay! ¿No me digas que todo esté numerito es por el chico de los tatuajes? Si es así, enhorabuena, has conquistado al "chico imposible" de la Facultad. – dijo dándose la vuelta y echando a andar moviendo las caderas. Este movimiento hacia levantar su ceñido vestido, pero sin dejar nada comprometedor a la vista. Interesante.
Fruncí el ceño ante sus palabras ¿chico imposible?

— ¿Cómo que chico imposible?– me puse corriendo a su lado para escuchar mejor lo que tenía que decir. Quería enterarme de todo.

— Ah... Ya veo que no estás al tanto de los rumores... – masculló entre dientes.

— ¿Qué rumores Oli? ¿De qué estás hablando?

— Bueno tranquila que te lo iba a explicar de todos modos, eh fiera.
Pues las chicas, al menos todas con las que he estado hablando y sus conocidas, no le han visto nunca con una chica. Ni siquiera hablar por temas que no sean exclusivamente necesarios para algún trabajo grupal de clase. Al parecer, aunque tenga pinta, no es ningún mujeriego.
Nadie le conoce de verdad, solo Hunter Crane. – fruncí aún más el ceño si era posible. ¿Quién era ahora Hunter Crane? – Bien, por tu cara veo que no tienes ni idea de quien es Crane, ¿verdad? –negué repetidas veces – , Hunter es el mejor amigo de Allen, o más conocido por mi como el chico oscuro, y como todo el instituto, como el chico imposible.

...

Llegué a casa algo cansada después de estar por largas horas dando vueltas por todo el centro comercial para que Oli acabara comprándose el primero de los veinticinco vestidos que se probó. Agotador.
Yo también había caído en la tentación, me compre unas botas bajas negras; al estilo gótico, una camisa a cuadros rojos y negros, y unos leggins rosas para hacer deporte.

Dejé las bolsas en el descansillo del portal apoyadas en uno de los costados de la puerta de mi casa. Introducí la llave en la cerradura e intenté girarla. Nada, otra vez se había atascado.
Tarde cosa de cinco minutos en poder entrar.

—¿¡Hay alguien!?– chillé desde la cocina. No respondió nadie, no se por que preguntaba si sabía perfectamente que mamá y papá estaban en el trabajo y Becca con sus amigas de fiesta, aunque fuera lunes.

Entré en mi habitación y tiré las bolsas a la cama y yo con ellas.
Cogí el portátil que me había comprado Oli por mi cumpleaños número dieciocho y me puse a buscar trabajo.

Esa misma tarde, en casa de Ethan, me di cuenta que, si quería tener una buena carrera universitaria, debía tener dinero. Pero lo que yo nunca he querido es que mis padres me la pagasen, a si que estuve buscando varias horas por internet, algun trabajo a jornada partida que me permitiera estudiar, asistir a clases y que no estuviera muy lejos de mi casa, ya que no disponía de ningún vehículo para desplazarme, solo el transporte público.

Al fin encontré una heladería a tres manzanas de mi casa, bastante cerca.
Eché la solicitud y crucé los dedos para que me escojieran.

Un picor bastante conocido para mí se instaló en mis ojos. Esta desazón hizo que me frotara las manos contra ellos y que apagara el ordenador. Estaba cansada.

Withmore [¡EDITANDO!] | Anteriormente: Si Yo Fuera Ella...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora