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Eventualmente me levanté de la silla en la cocina y caminé hacia la sala. Tomé una manta y me envolví en ella para luego tirarme al sofá y tomar el control remoto. Pasé por todos los canales para darme cuenta que nada me llamaba la atención. En cambio, lo que si me atraía eran las fotos colgadas en la pared.

Reconocí algunos paisajes de la ciudad de Sydney. Una heladería. El muelle cerca de mi - nuestro - apartamento. La playa. La casa de mi madre. Era desconcertante ver esas fotos conmigo y una extraña en lugares tan familiares. Algunas fotos eran selfies. ¿Como podía tomarnos una foto, imprimirla, colgarla y no recordar tomarla en primer lugar?

Una pequeña parte de mi todavía creía que esto era una broma. Me paré y trate de analizar las fotos buscando algún signo de que habían sido retocadas. Pero claro, ninguna lo parecía. No había ni sombras raras ni lineas obvias donde uno notaría que dos fotos fueron puestas juntas sobre un fondo cualquiera.

Mis ojos cayeron en la foto mas grande en la habitación. No sé como no la vi antes. La foto de la boda. Mi foto de boda.

Yo usaba un traje grisáceo, con un pañuelo color menta en el bolsillo izquierdo. Mis brazos estaban alrededor de Gabrielle, quien estaba de pie junto a mi con un vestido que no parecía de nada mas que de encaje. Tenia un corte bajo en el frente, con mangas que cubrían sus bronceados brazos. La cola del vestido formaba una media luna frente a nosotros. Lucíamos tan felices. Sonreí como si estuviera en ese momento otra vez. Como si nunca lo hubiera vivido antes.

Me quedé observando la foto un rato mas, esperando que quizá lo que parecía ser el día mas feliz de mi vida, me haría recordar algo - lo que sea- sobre quien era. Cuando nada pasó, decidí irme a la cama. No había nada que yo pudiera hacer en este apartamento porque después de todo lo que había pasado en estas 24 horas, no tenia ganas de empezar a empacar mi vida en cajas.

Me acosté bajo las sabanas púrpura y verde y sentí como me hundía en el colchón que todavía tenía la forma de mi cuerpo marcada. Al menos este todavía era mi lado de la cama, pensé antes de cerrar los ojos y respirar el perfume que solo podría imaginar que era de ella.

La miré desvestirse frente a mi, y me mordí el labio. Todo sobre ella seguía siendo nuevo para mi, y la miré todo lo que pude antes de que se cubriera de nuevo con una de mis remeras viejas y se acostara junto a mi. La envolví en mis brazos y la abracé a mi pecho, el perfume de su cuerpo tibio abrumaba mis sentidos. Hundí mi cara en su cuello y dejé que su cabello me cegara.

"Eres tan hermosa." Murmuré con voz adormilada.

Sentí como se movió al dejar salir una pequeña risa. Subió mis manos de su cintura a sus labios para darles un suave beso, dejándolos allí unos segundos. Sentí su respiración sobre mi piel, "Guárdatelo," murmuró en un tono duro.

Abrí mi boca para preguntarle que ocurría, pero todo se volvió negro y solo pude escuchar el ruido de un portazo.

Me desperté agitado, mi respiración entre cortada y mi corazón latiendo demasiado rápido. Traté de calmarme, no quería alarmar a la hermosa chica acostada a mi lado. Pero cuando miré hacia mi izquierda me di cuenta que no había nadie a mi lado. Acaricié las sabanas donde había sentido sus labios hacia unos momentos. Se había sentido tan real.

Todo había sido un sueño. Respiré hondo una vez mas y me acosté, mirando el techo. El aire se sentía mas frío y la habitación parecía mas grande.

Todo había sido un sueño.

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