¿Lo sabe?

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No pude evitar caer en mi cama y echarme a llorar. Evidentemente ella me estaba viendo como una amiga. ¿En qué estaba pensando? Sin embargo, no podía seguir ocultándolo. No era sano para mí.

Cogí un rotulador rojo, y en esa misma nota, escribí "Lo siento, pero, te amo". Lo doble y dejé tal y dónde estaba. Al día siguiente le devolvería el anorak y, en algún momento, lo vería.

Y eso hice. Pero pasaron los días y todo seguía igual. Quizá sólo lo llevaba encima y no era algo que habitualmente mirase.

Aunque un día, volvió a cautivarme. Me invitó de nuevo a su casa. Ese día fuimos andando. Al llegar me di cuenta de que sus padres no estaban. Después ella lo confirmó. No iban a estar.

EllasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora