Descubriendo

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Me aparté de ella y la traje por los hombros hacia la cama y la tumbe, tal cual estaba yo. Quité sus bragas y me puse del revés, encima de ella.

Estaba viendo algo que más veces había visto, en los baños de la escuela, pero jamás tan de cerca. Ella ni corta ni perezosa, volvió a usar sus habilidosas manos, labios y lengua.

Y yo también empecé a jugar. Cuando separé sus labios, estaba tan húmeda como yo. Rocé con mi dedo desde la humedad, hasta el clitoris, y por primera vez la oí gemir yo a ella. Me excité tanto que no pude contenerme y torpemente imitaba lo que hacía conmigo.

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