Floreciendo

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Empezó a tocarme con mucha suavidad y no podía evitar gemir. Mis manos iban hacia las suyas, intentando apartarlas, pero en realidad no quería que parase, así que no ejercían ninguna fuerza.

Pronto uno de sus dedos se deslizó dentro de mi. Mi gemido debió motivarla, porque se apartó y me dijo "Ven", prácticamente lanzándome hacia su cama y dejándome en igual postura. Volvió a introducir con delicadeza un dedo mientras con la otra mano estimulaba mi clítoris. Jamás había sentido tanto placer. Hasta que la mano que tocaba el clítoris fue a mi pecho y en su lugar, sentí su lengua. ¿Qué estaba pasando? No podía entenderlo pero me encantaba y quería más.

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