En su casa

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Un día, me sorprendió gratamente. Preocupada por nuestro leve distanciamiento, me invitó a dormir a su casa. Y qué casa más bonita y acogedora. Justo como ella.

Pasamos parte de la noche hablando y jugando. Yo no podía evitar fijarme en que sólo había una cama. Y finalmente llegó la hora de ir a dormir. Abrió las sábanas y me invitó a entrar. Su aroma, estaba por todas partes. Su rostro, a un par de palmos de mí. Sus rodillas rozaban con las mías. Y mi cuerpo estaba cada vez más caliente. Pero no podía hacer nada.

Pronto se dio la vuelta. Se acurrucó contra mí y podía oler el olor del champú en su pelo. Su espalda rozaba con mi pecho. Mi cara enrojecía. Menos mal que no me podía ver.

Permanecía inmóvil, como una tabla. Pero ella tiró de mi mano y la puso sobre su barriga. Ella me hizo abrazarla. Y creo que jamás me sentí tan bien. Controlé todos mis impulsos y al final, conseguí dormir.

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