Capítulo 17 (POV Mica)

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El guía que nos tocó preguntó si alguien quería visitar el colegio solo, pues, que día de suerte era ese todo lo que sucedía nos sorprendía dado lo bueno que era.

-Nosotros- casi gritó Paul- creo que podría ser mejor que lo recorramos solos.

-Como ustedes prefieran- respondió con simpatía el señor.

Por supuesto que no íbamos a ir directo al baño, ya que sería demasiado misterioso, bueno, en realidad, nadie nos estaba vigilando, pero por las dudas no nos arriesgamos.

El patio fue lo primero que visitamos, sonreí al entrar por el pasillo pintado de blanco al igual que lo había dejado antes de que apareciera en aquella época, las baldosas no estaban iguales, sino que muy gastadas, se notaba que el color había sido rojo y gris anteriormente. No había carteleras con dibujos enmarcados por la profesora de arte, ni tampoco poesías en inglés de los nenes más pequeños, me pareció tan frío al ver que no había nada expuesto que un temblor recorrió mi cuerpo. Miré hacia adelante tratando de olvidar lo triste que se veían las paredes BLANCAS. Una luz blanca chocó mi cara dilatando mis pupilas. Finalmente, llegamos al centro del lugar donde siempre tuvimos el recreo, las columnas limpias sin ninguna mancha negra de algún zapatazo que "sin querer" los nenitos habían dejado.

Vi a cuatro chicas sentadas junto a la pared, cuatro morochas, dos de ellas me miraban fijo y sus rostros me resultaban demasiado familiares, tanto pensar descubrí que ¿Cómo no me iban a parecer conocidos si eran mis amigas y yo? América me observaba con sus ojos negros, Isabela con sus pupilas diminutas, según mi punto de vista, Paula me sonreía y sus ojos verdes me indicaban que me acerque a ellas y como era de esperar la única que no miraba era yo, Micaela, que seguía leyendo un cuaderno como hacíamos en los viejos tiempos, nos encantaba escribir e intercambiarnos las pequeñas historias que construíamos con la mente de nenas de siete años, pero, mi yo, en el año 1980 estaba completamente petrificada y al contrario de la única niña que no miraba, yo si miraba. Acercándome a ellas atropelladamente, las abrasé, pude sentir como sus brazos rosaban los míos y mis lágrimas caían sobre sus hombros, América me decía que todo iba a estar bien, mientras que isa y Paula me hacían chistes para que me olvidara de todo. Todos los momentos que habíamos compartido pasaban por mi cabeza como miles de estrellas fugaces. No podía creerlo, estaban ahí. Lo único que no me terminaba de cerrar era que se veía que estábamos en la primaria, y según lo que me había dicho Clara en el año en el que me encontraba era 1980, lo que sucedía era que en esa época nosotras no existíamos.

-Ponele los pies para arriba- era la voz de la abuela Clara que respiraba hondo al mismo tiempo que le daba órdenes a Qui.

Me había desmayado.

-Estoy bien- susurré.

Me ayudaron a que me levantara.

-¿Y las chicas?- miré hacia la pared

-Nunca hubo nadie acá, te desmayaste unos diez minutos- me aclaró todo Paul.


No todos los sueños se cumplen a la perfecciónWhere stories live. Discover now