II

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Stiles POV

¿Qué hago? ¿Qué hago? Me pregunté mentalmente, sin encontrar respuesta. Eres un ángel, Stiles, deberías poder solucionarlo tú solo. Eso es precisamente lo que le había dicho a Lydia, que era un ángel. No había salido bien.

Miré por quinta vez como Lydia seguía inconsciente en el suelo, sin despertar. Estaba respirando, eso estaba claro. Sin saber qué hacer, opté por sentarme, esperando que despertara. Lydia no era para nada como yo me imaginaba. Era una chica con el pelo largo, rubio fresa, ojos verdes, labios carnosos, piel blanca. Era bajita y tenía la voz un poco chillona, solo un poco. Cuando me contaron su caso, no esperé encontrarme con una chica como la que veía. Y eso que estaba vestida completamente informal, porque algo más arreglada... Saqué los pensamientos de mi cabeza.

Lydia comenzó a respirar un poco más fuerte, y supe que se iba a despertar. Poco a poco, abrió los ojos y se levantó. Cuando me vio, volvió a ponerse tensa.

—Así que no ha sido un sueño. Estás aquí. —Me dijo seriamente. Yo asentí. — ¿Qué ha pasado...?

—Stiles, soy Stiles. Te lo dije justo antes de que te desmayaras. —Ella abrió los ojos como platos.

—Ya lo recuerdo. ¡Me dijiste que eras un ángel! —Dijo apuntándome con el dedo.

—Y no he mentido, lo soy. ¿O acaso crees que las personas van por ahí hablando en la mente de otras? —Pregunté sarcástico.

—Podrías ser un mago... —Dijo pensativa. —Dime... Stiles. —Dijo mi nombre dudosamente. —Si es verdad que los ángeles existen y tú eres uno, ¿qué haces aquí?

—Resulta que eres mi misión, Lydia. Soy tu ángel de la guarda. —Ella resopló.

—No necesito ningún "ángel de la guarda", ¿vale? Estoy perfectamente.

— ¿Así? ¿Llamas perfectamente a no salir de casa? ¿A hablar solamente con tu madre? ¿Haber dejado tu antigua vida por completo?

—Pasaron cosas... —susurró, acariciándose las muñecas.

—Sé que tuviste un accidente. Al igual que sé que los cristales dejaron cortes en tus muñecas, que no has dejado curar. —Ella tragó saliva.

— ¿Cómo sabes eso? ¿Por qué sabes que...?

— ¿Te cortas? —terminé de formular la pregunta. —Soy un ángel, Lydia, ya me han informado. No te preocupes, no te voy a juzgar por ello, pero lograré que dejes de hacerlo. Preguntaste por mi misión y esa es... Debo lograr que vuelvas a tener una vida normal, que vayas al instituto y en especial... que seas feliz. —Ella parecía pensativa.

— ¿Qué ganas tú?

— ¿Yo? Yo lograré ser un ángel que descanse en paz, quedándome en el cielo y controlándolo todo desde allí.

—Tú... ¿estás...?

—Acaba la pregunta. Sé la pregunta, pero quiero que la hagas tú. Será un pequeño avance.

—Está bien. Pero no suena nada bien. ¿Eres un ángel porque has muerto? Dije que no sonaría bien, lo siento.

—No te disculpes, Lydia. Sí, estoy muerto. Te hablaría del suceso y eso, pero nadie me ha dicho que pasó. Si consigo ayudarte, me enteraré. No es tan malo como parece. —Ella seguía pensativa. —Pero oye, si logro ayudarte, tú además tendrás un deseo que se cumplirá.

—No sabía ni que desear en los cumpleaños... —Dijo tristemente. Yo me levanté de la silla y me acerqué a ella.

—Escúchame. Sé que no quieres esto, pero tiene que ser así. Sé que eres insegura y que probablemente yo sea una de las pocas personas con las que has hablado últimamente. Sé que piensas que un ángel como yo no podrá lograrlo con alguien como tú, pero seguro que te equivocas. Y te lo puedo demostrar, pero tienes que poner de tu parte. Por favor, Lydia. —Supliqué, mirándole a los ojos. Ella miraba a los míos con confusión y algo que no pude descifrar. Ella terminó apartando la mirada.

—Está bien. Lo voy a intentar. Pero no por ti, ni siquiera por mí. Por mi madre, es la que más está sufriendo por mí y no quiero que sea así. —Yo sonreí. — ¿Dónde vas a dormir?

— ¿No te lo dije? Debo estar contigo.

— ¿Qué qué? —Preguntó histérica— ¿Cómo le voy a explicar esto a mi madre? Porque no eres invisible, ¿no? —Yo reí ante su ocurrencia, a lo que ella frunció el ceño.

—No, no soy invisible. Pero tu madre no me verá, confía en mí. Con que me pongas unas mantas en tu sofá—dije señalando su sofá—bastará. No molestaré.

Pensé que iba a volverse loca pero simplemente se levantó, cogió unas mantas y dos cojines y los colocó en el sofá.

—Ya está listo. Tienes sitio para dormir. —Yo la miré sorprendido. — ¿A qué viene esa cara?

—Has tomado una decisión y has tenido iniciativa. Buen comienzo.

—Dije que ayudaría, ¿no? Pues eso hago. —Yo sonreí. Quizá no fuera tan difícil, después de todo.


Heaven is a place on Earth || StydiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora