1. Mision

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Adam

Estaba en el gimnasio boxeando, cuando una vocecita que conozco, me llama.

—¡Adam! —gritó Emily, mientras se acercaba a mí. La ignoré y seguí con lo mío, me encantaba hacerla enojar—. ¡Adam! —volvió a gritar, esta vez más fuerte y cerca.

Paré de pegarle a la bolsa de boxeo y me giré para verla con una sonrisa burlona. Ella estaba de brazos cruzados, con el ceño fruncido. Vestía con su chaqueta y jean negro ajustado de siempre.

—¡¿Acaso eres sordo?! —gritó enfadada.

Por suerte no había mucha gente en el gimnasio.

—Perdón, no sabía que me llamabas. —Sonreí de forma inocente y bufó.

—Como sea... —Resopló—. La Directora quiere vernos —dijo y me tiró una toalla, que atrapé, para limpiarme el sudor—. Te espero en la puerta. —Comenzó a caminar hacia esta—. ¡No tardes! —gritó antes de desaparecer de mi vista.

Me tomé una ducha rápida y me vestí con una remera blanca, un jean y mi chaqueta negra. Luego salí del gimnasio y justo al lado de la puerta me estaba esperando Emily, recostada en la pared. Me miró.

—Bien, vamos —dijo y comenzó a caminar hacia la oficina de la Directora.

La seguí.

—Hola, muchachos —nos saludó la mujer rubia cuando entramos minutos más tarde—. Tengo una nueva misión para ustedes. —Asentimos y nos dio un informe—. Él es el señor Christopher Jones. Es un científico. Tuvo un gran hallazgo, y por eso, algunas personas lo amenazaron con hacerle daño a su hija, Samantha Jones, sino les entregaban lo que había descubierto. —Miré la foto de su hija. Linda, tengo que admitir. Rubia y con unos hipnotizantes ojos grises—. Tiene dieciocho años y está terminando la secundaria. En el archivo tienen toda la información.

—¿Y nuestra misión sería...? —preguntó Emily mientras cerraba el informe.

—Tienen que cuidarla —respondió—. Van a tener que infiltrarse en su secundaria, fingir que son estudiantes y estar cerca de ella. Les daremos una casa, en la cual vivirán por el tiempo que tengan que cuidarla. Tendrán nombres y apellidos falsos. Nadie puede saber sus verdaderas identidades. —Asentí—. Ahora preparen sus cosas, en ese informe esta la dirección de su nueva casa y de la escuela. Ah... También me olvidaba, te daremos un auto Adam.

—¡¿Qué?! —gritó Emily, incapaz de contenerse, con los ojos muy abiertos—. ¿Y yo?

No pude evitar soltar una carcajada. Le molestaba que a mí me dieran siempre lo mejor.

—Lo siento, Emily. Está decidido —respondió tranquilamente la Directora.

—Eso es injusto —dijo y bufó.

—Bien, eso es todo. Ya pueden retirarse.

Después de eso nos retiramos y empacamos nuestras cosas, para dirigirnos a la nueva casa.



Espias En La SecundariaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora