Despierta

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Mi cuerpo dolía demasiado... Mi cabeza quería explotar y no podía moverme o abrir los ojos. No tenía la más mínima idea de donde me encontraba. Sólo escuchaba gritos y voces. Escuchaba un hombre gritar y decir que me salvarán. Una voz gruesa le respondía intentando calmarlo, pero sus gritos fueron más descontrolados al escuchar lo siguiente.

-Debe elegir señor... Su mujer o su bebé.

-¡Tienes que salvarlas a ambas! No me puede pedir que eliga... ¡No puede hacerme esto!

Pobre de aquel desgraciado hombre. Sentía mucha pena por el y sus gritos tocaban fuertemente mi corazón.

Había pasado un largo tiempo y no podía reaccionar aún... Escuchaba llantos imparables y voces desconocidas que me causaban terror.
Largas semanas, días o quizás meses después, escuché aquella voz gruesa decir.

-No va a despertar, debemos desconectar a la señorita Siana. De hacerlo... Las posibilidades que ella lo recuerde son muy pocas. El impacto en su cabeza fue muy fuerte.

-No doctor...

Escuché a otro hombre un poco mayor decir.
-Ya perdí antes un hijo... No puedo perder ahora a una hija.

¿Que rayos esta sucediendo aquí? ¡POR FAVOR ALGUIEN ESCUCHEME!
No puedo morir ahora... No puedo quedarme aquí en el vacío, escuchen mis gritos por favor! No permitan que mi vida acabe.

-Tienen dos días más... Es lo más que puedo hacer. Piensen que ella esta sufriendo ahora.

Escuché la puerta cerrar y una dulce voz hablar.

-Princesa soy yo nuevamente... Sé que puedes escucharme. Sé que volverás pronto. Por favor despierta...

Ese hombre venía todos los días. Al parecer había alguien más en aquella habitación. Quizás su esposa pasaba por lo mismo que yo. Y de algún modo sus palabras me lograban calmar a mi.

Habían pasado unas largas horas, había silencio, excepto por unos ronquidos cercanos. Lo que me hacía imaginar que era de noche. Tenía muchas ganas de salir de ese lugar. Fuerzas envano habían sido gastadas en mi. Pero esa noche pude sentir que movía mis pies... ¡Si! Me estoy moviendo, estoy moviendo mis manos también. Hice fuerzas para abrir mis ojos y lo conseguí. Me Levante de esa cama y mire por el enorme cristal. Los hermosos edificio estaban hermosamente brillantes.

-¡Ah!, aire fresco y una hermosa vista.

Escuché a ese hombre gritar y llamar a los enfermeros. Me volteé de inmediato y me quede completamente helada en ese momento. Era yo.... Mi cuerpo estaba en la camilla tirado, las máquinas sonaban sin control y las enfermeras no tardaron dos segundos en llegar. Sentía presión en ese pecho, veía como me trataban de salvar...
Ayudenme por favor.... Escuché a una niña llorar y decir mi nombre. De golpe volví a aquel estado y todo volvió a ponerse oscuro. Inmóvil de nuevo y las ganas de llorar me sobraban. ¿Porque mi familia no estaba allí? ¿Porque un hombre desconocido estaba tan preocupado por mi?

Ayudenme.... Por favor...
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En medio de un suave susurro suaves palabras lograron escabullir de mi.

-Por favor... Ayudame.
-¡Siana!

Logré abrir mis ojos y sentir unas heladas manos acariciarme. Las lágrimas de aquel hombre caían en mi rostro. Lo mire completamente sorprendida y pregunté.

-¿Quien eres?

Su rostro desesperado,sus labios secos y sus ojos llorosos provocaban en mi un sentimiento de dolor.

-Por favor... No hagas esto...

Mi corazón sé congeló al escuchar esas palabras de manera tan dolorosa.

-Señor...

Las enfermeras sacaron al hombre histérico de la habitación. Sus pasos sonaban cansados e inútiles. Como si su vida no tuviera rumbo.

La mañana siguiente llegaron unas personas a la habitación. Una señora se sentó junto a mi y me presentó su familia.

-Hola Siana... Dijo con un nudo en la garganta.
-Disculpa...
- sé que no me recuerdas preciosa... Mi nombre es Anastasia, ella es Ana y mi esposo Eduardo.

Un silencio se quedó en la habitación hasta que la señora estalló en llanto. El señor la acompañó afuera y la pequeña se sentó junto a mi.

-Siana cuando salgas ¿Podemos ir con Ed?

Su sonrisa era impecable y el brillo en sus ojos me causaba alegría. Pero me mataba el tener que decirle que no tenía idea de quien era ella. No sabía dónde estaban mis padres y si perdimos el vuelo.

-Siana disculpa a mi esposa...

~Marc PV~

Mi princesa había despertado luego de 8 meses... Los doctores me habían advertido de esto una vez. Pero me arrancó el alma en pedazos saber que no sabe quien soy. Que no sabe lo feliz que éramos. Que ella no sabe que tenemos una hija.

-Señor ya puede pasar a ver a la señorita.
-Doctor... ¿Que tanto ella recuerda?

-La señorita había pasado por esto antes... Hace unos años ella tuvo la desgracia de sufrir un accidente y perder gran parte de su memoria. Recuerdos que casi no logró recuperar por completo... ¿Usted es su única familia cierto?
-

Así es...
-Venga a mi oficina... Debo explicarle algunas cosas.

La cara del doctor me causaba mucha intriga y preocupación. Yo no sabía mucho de Siana, ni de su pasado. Mis manos temblaban y mi corazón seguía doliendo. Guiado por la curiosidad y el deseo de saber aquello que tanto preocupaba al doctor entre a la oficina.

Tres lunas atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora