Regreso a Madrid

19 0 0
                                    



Luego de ello nos despedimos por completo de su familia para volver a Madrid y emprender nuestra nueva vida en Inglaterra.



Aquella fotografía había alcanzado a llegar a mi corazón, el solo hecho de pensar que fui besado dos veces por esos tiernos, cálidos y adorables labios hacía que quisiera robarle un beso, pero no cualquiera, uno apasionadamente especial que nunca olvidaríamos en nuestras vidas. Mientras que el señor A conducía su coche para llevarnos al aeropuerto pude verla a ella mirando hacia el exterior del coche admirando la increíble naturaleza y paisajes que Gasteiz tenía para ofrecernos a cada hora del día, a cada segundo imparable que solo hacía que quisiera tener a Jessica a mi lado con mucha más fuerza, vi sus ojos, un poco verdes por efecto de sus lentes. Tan inocentes como siempre, no creerías que tenía unos 19 años en ese momento porque parecía una chica, una tierna y adorable, del tipo que haría enamorar a cualquier tontuelo de 15 años en un colegio cualquiera.





Su inocencia rebosaba, con solo verla te daban ganas de hacerla la chica más feliz de todo el jodido mundo, sin preguntas, sin recuerdos amargos, simplemente querías convertir su pasado en un cuento que sobre el agua un día el viento escribió, algo importante, pero insignificante a la vez, todos sus sufrimientos, tristezas. Hubieses querido estar ahí para evitar que esas cosas sucedieran. Hubieses querido protegerla y estar siempre a su lado también como golpear a los idiotas que le hiciesen sufrir.





Por un momento dejé de mirarle, para concentrarme en Gasteiz, ciudad que la ha visto nacer, marcharse y volver con alguien increíble a su lado según su padre, y le había creído, porque ese fatídico día, cambio nuestras vidas para siempre. Noté que Jessica me miraba, de una manera no tan inocente como hace unos minutos cuando miraba a la lente de mi pequeña cámara, lograba ver una pizca de complicidad, por los besos y aquel otro no consentido pero aceptado por igual por sorpresa, supuse que ella también estaba pensando en ello, ¿A caso quería tener sexo conmigo? Por Dios, si pasaba, por mi genial, pero no era algo que me importase tanto como lo que sentía por ella, ¿Y si alguien se daba cuenta? Puja. Hubiese sido de lo peor, aunque por parte de sus ladres no habría mucho problema. Igualmente, no me gustaría contarle a Paula, o a Alejandro, sus padres, que me he tirado a su hija, y que lo hemos disfrutado y todo eso, y además Sam estaría como loco preguntando. Solo habría que descifrarlo, y ello sería en Londres, Tendría que estar atento a cualquier cosa que ella hiciera.




- Chicos. Hangares del Aeropuerto Vitoria Gasteiz. Hemos llegado - Interrumpió mis pensamientos sucios, no podía creer que estuviese pensando de esa manera, solo por una mirada que decía muchas cosas, besos, deseo, cariño, amor, temor y dudas. Estos dos últimos porque no estaba segura, porque no quería salir lastimada, porque tenía miedo del futuro que posiblemente le fuese a afectar de alguna manera.



-Muchas gracias señor A, ha sido muy amable con nosotros el dia de hoy, y le estoy agradecido por la compañía y recibimiento que ha tenido hoy conmigo, muchas gracias – Dije un poco nervioso, tratando de eliminar mis sucios pensamientos.



-Gracias a vosotros por venir a visitarnos, y mucho más a ti por cuidar de mi hija allí en Londres, si no fuese por ti no le dejaría ir.



-Vamos papá, ambos sabemos que igual me iría




-Es cierto chicuela, pero no estaríamos tranquilos contigo sola en otra ciudad sin conocer a nadie, este maravilloso chico trae un gran alivio para nosotros al cuidarte, después de todo te salvo la vida ese once de marzo, no se que hubiese hecho si mi pequeña hubiera muerto en ese ataque, Josh es un angel para nosotros, y por eso me agrada mucho la idea de que os vayáis juntos – Luego de esas emotivas palabras nos tomó a ambos y nos dio un fuerte abrazo, nunca antes me había sentido tan querido por alguien, no desde que decidí hacer mi vida completamente solo.



-Venga chicuelo, tenemos que irnos, nuestro vuelo parte en 20 minutos -¿Qué? ¿A caso no volveríamos en la pequeña avioneta? Tal parecía que no.



-Vale, vale. Hasta pronto señor A. – Me despedí y me dispuse a correr detrás de Jessica que ya estaba pasando los controles de seguridad con nuestras maletas, sería un tonto si me quedaba despidiendo y dejaba que el avión me abandonara en el aeropuerto.



Abordamos y en una hora y cuarto ya estábamos en Madrid, esperando la confirmación de nuestro vuelo a Londres, que partía una hora después. Asombrosamente logramos registrar nuestros equipajes y logramos tener tiempo para quedarnos por ahí deambulando con dos frapuccinos en nuestras manos. A medida que yo caminaba ella me miraba, de nuevo esa mirada que no lograba descifrar correctamente y que me dejaba ver entre inocencia y deseo, no sabía cual era más fuerte y realmente esperaba poder averiguarlo más tarde, cuando llegásemos a la hermosa y fría ciudad de Londres



¿Este era nuestro momento? No lo sabia, realmente nunca lo supe aunque pareciese. Dos besos, uno robado, miradas picaras, abrazos sin fin. ¿Qué sucedia? No lo sabia y lucharía por averiguarlo horas después, la intriga me estaba volviendo loco.

Cometas Por El CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora