Capítulo tres: Cien años de soledad.

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El timbre sonó, Lucero tenía los ojos desorbitados ante tal debate entre sus compañeros de clase, Carmelo pestañeó varias veces antes de recomponerse y advertirle a los alumnos sobre las tareas que muchos tenían atrasadas, incluyendo a Lucero y obviamente a Alex.

Entre el receso y la nueva clase, Lucero tenía clases de física, cuando Alex tenía Biología. El timbre volvió a sonar y la chica se dirigía a su clase de Biología cuando Damon se acercó a ella.

- Disculpa. ¿Podrías ayudarme? No encuentro la clase de Biología de la profesora Cecilia. Y te he visto en la clase de Carmelo.

- Voy para esa misma clase justo ahora. - Sonrió ella. - Si quieres puedes venir conmigo.

- Gracias.

- ¿Cómo te trata tu primer día de instituto? - Preguntó comenzando a caminar. - 

- A decir verdad el debate de Literatura ha sido genial. Aunque creo que debería disculparme con Alondra por haber sido tan borde.

- No te preocupes, cuando de religión se trata Alondra suele perder la cordura. - Rió. -

- De todas formas, no la traté bien y fue mi primer día de clases.

- Es algo normal, supongo. - Se encogió de hombros. - Será que toda la vida vine al mismo instituto y no conozco otros. - Rió. -

Silencio cómodo.

- Es aquí. - Dijo Lucero. - Ten paciencia porque Cecilia es bastante odiosa. - Aclaró en voz baja. -

- Gracias. - Dejó un silencio. -

- Oh, mi nombre es Lucero.

- Bonito nombre, Lucero.

La chica se sentó en el mismo lugar de siempre, justo al costado izquierdo, hacia la parte de atrás. Damon se sentó más al medio y sacó de su mochila un libro que hizo que los ojos de Lucero se desorbitaran, él estaba leyendo "Cien años de soledad".

Sonrió, jamás había conocido a alguien que lea aquel libro.

Cecilia comenzó con su insoportable clase sobre el sistema respiratorio luego de presentar a Damon y que él haga la misma presentación que en Literatura. Los ojos de ella viajaban hacia la profesora, luego a la pizarra y luego a su nuevo compañero que le resultaba tan interesante como sospechoso. Sí, sospechoso. ¿Qué clase de persona defendía a los dioses griegos y leía un libro como "Cien años de soledad"? Nadie más que ella.

Damon parecía estar interesado en todo lo que la profesora decía, al punto en que pasó a la pizarra a dibujar el sistema respiratorio, Cecilia estaba contenta como perro con dos colas, ya que ninguno del resto de los alumnos había sido capaz de pasar a la pizarra por más de sus insistencias.

Lucero esperaba a que la clase termine para por fin poder hablar con Alex sobre el nuevo chico, la siguiente clase la compartía con su gran amigo y necesitaba contarle a alguien que había encontrado a otra persona con los mismos gustos literarios.

- El chico nuevo no me da buena espina. - Dijo Alex. -

- ¿Por qué?

- No lo sé, simplemente no me parece un buen chico como aparenta.

Damon pasó tras la espalda de Lucero y Alex lo fulminó con la mirada.

- Tal vez debas conocerlo un poco más para darte cuenta de que no es tan malo.

La última batalla de Morfeo. |EN PAUSA HASTA MARZO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora