Estaba caminando con mis amigas.
Ellas y yo íbamos a comprar algo de comer.
Estábamos jugando.
La más pequeña salió corriendo para esconderse detrás de mí.
Iba pasando un grupo de personas, todos se veían de nuestra edad.
Pasaron todos y yo crucé la calle, iba por la mitad y un chavo iba a toda velocidad con su patineta.
Me quede congelada, cerré los ojos para no ver cómo mi cuerpo chocaba con el chico de la patineta.
Pero el golpe nunca llegó.
Abrí mis ojos.
"-¡Lo siento mucho! Es mi culpa, iba en la patineta muy rápido y por poco no te veo. Agradezco que alcance a frenar."
Esa voz.
La voz de la persona que muchas noches me había robado el sueño.
Alcé mi mirada, y por fin pude ver a la persona que casi se golpea conmigo.
Eras tú.
Los dos nos quedamos callados. Tú me mirabas y yo no sabía qué hacer.
Había pasado tanto tiempo, tanto tiempo en el que soñé mil y un maneras de cómo nos podríamos reencontrar, pero nunca pensé que fuera de esta manera.
Había pasado tanto tiempo, que cuando te vi. Casi no te reconocía.
Había pasado tanto tiempo. Y me di cuenta que la persona que estaba frente a mí no eras tú y que la persona que estaba frente a ti, no era yo.