"-Hola.
No respondí. Me quede callada y te miré
-¿Puedo sentarme?- dijiste después de un largo tiempo.
Me encogí de hombros, tratando de restarle importancia. Tú lo tomaste como una afirmación y te sentaste.
Intenté volver a mi lectura, pero contigo enfrente mío se me hizo difícil.
-Perdón.- dijiste después de un largo tiempo.
Y esa fue la gota que derramó el vaso.
-¿Por qué te disculpas? ¿Por dejarme sola sin razón alguna? ¿Por confundirme? ¿Por prometerme cosas que no cumpliste?
-Por todo.
-Okay.
-¿Okay? Es todo lo que dirás. Te he buscado por muchos lugares para poder aclarar las cosas. ¿Y eso es todo lo que dirás? Créeme que no fue fácil. No sabía que cambiaste de escuela. No sabía que cambiaste de casa. No sabía muchas cosas y aún así te encontré.
-Es todo lo que diré, porque no puedes pretender que con un simple perdón se arregle todo. No somos unos niños.
-Cambiaste.
-Tú también. Y todo cambio. Han pasado muchas cosas desde que te fuiste.
-No lo sabía.
-En un año pasan muchas cosas.
-La extraño. Extraño a la vieja tú. Extraño que te vistas como niño, extraño que no te peines y tengas el cabello corto, extraño que seas sarcástica, extraño tu sentido del humor, extraño tus tenis viejos. Extraño todo eso.
-Eso ya no existe. Esa ya no soy yo. No puedes llegar y pretender que todo sería como antes.
-Te volviste todo lo que dijiste que nunca serías.
-No, me volví lo que nunca me atreví ser.
-¿Te estás escuchando? Esta no puedes ser tú. Te extrañe cada uno de mis días ahí internado y me niego a pensar que esta eres tú.
-¡Pues está soy y no lo puedes cambiar! ¡La persona que extrañaste ya no existe! Y me niego volver a ser esa persona otra vez.
-¿Por qué?
-Porque estoy harta de necesitar a alguien para estar bien conmigo misma.
-Dijiste que me necesitabas para ser feliz.
-Dijiste que podríamos con todo. Supongo que los dos somos malos diciendo cosas."