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Una vez más sentada en el comedor con marcas, marcas en su cuello por el maltrato físico de julian y marcas en su alma por el maltrato psicológico que le había causado.

Estaba tan cansada de cada día tener una marca nueva en ella que no se dio cuenta cuando una de las mujeres de limpieza la observo con lastima desde el otro lado del lugar.

La mujer pensaba "Nuevamente" mientras observaba a la pobre señora Casablancas luchar contra el poco apetito que tenía.

¿Cuántas?.¿Cuantas veces más tendría que sentarse en ese comedor golpeada y lastimada por aquel maldito hombre?. Estaba cansada de tener todas esas Marcas en la piel y en el corazón por todo el gran dolor que le causaba aquel infeliz que disfrutaba a verla mal.

Luego de una media hora sentada en total silencio en aquel comedor, Se levantó rápidamente y con lágrimas en sus ojos aventó el plato lleno de comida contra el suelo, Las mujeres de servicio corrieron asustadas hacia el lugar pero ella ya había subido las escaleras dirigiéndose hacia la habitación.

A pesar de que habían pasado años y mantener la amistad y el contacto se había hecho un poco difícil para ellas, Anna y Alexa aun eran amigas. Así que cada que ella se sentía frustrada o mal (La gran mayoría del tiempo) Solía llamar a su amiga para sentir que alguien le escuchaba.

Luego de un largo día en el cual hablo por teléfono con su amiga y en el cual el pequeño julian no vio a ninguno de sus padres pues ambos estaban "Demasiado ocupados" como para pasar tiempo con él. Se escuchó un gran portazo indicando que el señor Casablancas había regresado a casa.

-Buenas noches señor.- Dijo una de las empleadas de la casa mientras recogía el chaleco de piel de julian del sofá.

-¿Mi hijo en donde esta?- Dijo serio mientras se quitaba los lentes.

-El niño está en su habitación dormido señor, Y su esposa está arriba. No ha querido salir en todo el día.-

Sin decir ni una palabra más el hombre camino directo hacia la escalera para ir a la habitación, Sintió molestia pues creía que al entrar en la habitación se encontraría con el llanto de su estúpida esposa o su total silencio por el simple hecho de la discusión que a él le parecía totalmente estúpida.

A diferencia de lo que se esperaba cuando abrió aquella puerta lentamente, Se encontró con su esposa sentada en aquella enorme cama observándolo, Ella estaba con nada más y nada menos que una pequeña lencería de color blanco, maquillada y peinada, Parecía que solo estaba allí sentada a la espera de la llegada de Casablancas.

-Vaya..- Dijo julian mientras cerraba la puerta de la habitación. –Miren quien se quiere poner cariñosa conmigo.-

-Pensé que luego de aquella tonta discusión. Necesitábamos arreglar las cosas.- Dijo sonriente mientras se acercaba hacia el para comenzar a desabotonar su camisa.

-Pensante bien por primera vez ¿eh?.- La tomo por la cintura mientras se sentaba en la cama.

-Solo pensé.. ¿Por qué no hacerlo?-

Ella comenzó a besar lentamente su cuello mientras él se acomodaba un poco más sobre la cama.

-Acuéstate..- Le ordeno ella mientras se movía para desabrochar su sostén.

Extrañamente el hombre obedeció y se acomodó plácidamente sobre la cama mientras le observaba, Cuando ella termino de hacerlo se posó sobre el para seguir besando su cuello.

-Fui una idiota esta mañana...- Dijo susurrando a su oído para luego morderlo.

Julian comenzó a reír mientras posaba sus manos en su trasero.

-Fui una idiota con todo lo que sucedió esta mañan cariño.- Dijo aun besándole.

-Ya no hablemos de ello.- Respondio el comenzando a bajar sus bragas.

-Lo cierto es que ya no seré más una idiota cariño.- Sonrió un poco mientras metía su mano bajo una de las almohadas. –Ya no volverás a hacerme daño... – Dijo rápidamente justo antes de sacar un arma y apuntarle directo hacia la cabeza.

El padrinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora