Capítulo 4: Pesadillas y palomitas

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—¿Tu crees que está en nuestro colegio?—me preguntó Lucas.

—No estoy segura, pero dice que me ha visto así que es posible—le respondo a Lucas.

El asiente.

—¿Te vas a quedar hoy? —le pregunto.

—Sí, mi mamá está de viaje y prefiero estar aquí que solo en mi casa.

—Bueno en ese caso necesito que me ayudes a sacar el colchón del ático, a menos que te guste dormir en el piso.

—¿Dormir en el piso? ¿Te refieres a dormir en esa superficie dura por la que todos caminamos?—rodé los ojos—. Mejor vamos por el colchón.

Subimos las escaleras hasta el ático.
Hace mucho tiempo que no entraba a ese lugar.

—Ahí está —dije señalando un colchón que estaba en la esquina de la habitación—. Déjame ir a traerlo.

—Yo te ayudo.

Caminamos hasta el colchón y lo levantamos. Ya íbamos a bajar, cuando vi un pequeño bicho caminar cerca de mi mano.

—¡Ahh!—grite soltando el colchón, provocando que Lucas casi se caiga.

—¡¿Que rayos te sucede?!— gritó Lucas molesto.

—Hay-hay—tartamudeé señalando el colchón—. ¡Hay una araña!

—¿Es en serio? ¿Tanto drama por una pequeña arañita?

Lucas sacudió el colchón haciendo que la araña caiga cerca mío.

—¡Ahh!—volví a gritar mientras bajaba las escaleras a velocidad de la luz.

Lucas terminó de sacar el colchón solo y lo dejó en mi habitación. Luego fuimos a la cocina por algo de comer.

Abrí el refrigerador y saqué dos sodas.

—¿Hago las palomitas?—preguntó Lucas.

—Sí, solo no incendies la casa.

La última vez que hizo palomitas quemó el microondas.

Conozco a Lucas desde los 3 años. Después de la muerte de mi padre nos volvimos más unidos. Es un buen amigo, algo torpe a veces pero ¡hey!, nadie es perfecto, o eso dice mi "admirador secreto".

Hablando de él, es algo extraño. No conozco a nadie en el colegio que esté enamorado de mí. Por favor, quien se enamoraría de la chica rara del colegio.

—¡Hey! ¡Rachel! ¡Oye, despierta!— dijo Lucas chasqueando sus dedos frente a mi cara.

—Oh, lo siento estaba pensando en...—antes de poder terminar de hablar, el timbre sonó.

—Debe ser mi mamá, posiblemente olvido sus llaves.

Fui a abrir la puerta pero esa persona no era mi mamá.

Me quedé en shock mirando a la persona que estaba parada frente a mí.

—¿Que pasó Rachel?—dijo Lucas acercándose a mí, luego lo vio.

Era el mismo hombre alto y corpulento de mi pesadilla, solo que este no tenía un hacha.

—¿Qu- qué se le ofrece señor?—dije mirando fijamente al hombre.

Entonces la vi. Vi el hacha que tenía en la mano izquierda. La escondía detrás de su espalda, por eso no la había visto antes.

—Bueno señor, no es de por aquí ¿verdad?—dijo Lucas tomando la manija de la puerta.

—Lucas cierra la puerta—dije entre dientes.

—¿Qué? No se te escucha, habla más claro.

Agh, ¿por qué tenía que ser tan tonto?

—Que cierres la puerta!—grito, al mismo tiempo que el hombre levanta el hacha.

Lucas cierra la puerta justo antes de que nos convirtamos en filetes. Corro a coger el teléfono para llamar a la policía pero el hombre había desaparecido.

—¿Qué fue eso?—pregunta Lucas confundido.

—Eso fue una de mis pesadillas—respondo con asombro—. Pero no sé cómo se volvió real.

—Mejor olvidémoslo y veamos la película—dijo Lucas dándose la vuelta—. Ya están listas las palomitas!

El admirador secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora