Capitulo 5: ¡Eres hombre muerto McCall!

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No podía parar de pensar en lo que había pasado tan solo hace unos minutos; una de mis pesadillas se había hecho realidad. Los sueños se hacen realidad, siempre dicen eso, pero... Las pesadillas son sueños también ¿no? Así que las pesadillas se vuelven realidad.
Eso tiene más sentido... A quien engaño, ¡claro que no! ¿No puedo tener una vida semi-normal? No quiero una vida normal ya que lo normal es aburrido, pero quiero tener un poco de paz en mi vida.

—Y ¿Qué película vemos?—me preguntó Lucas.

—¡Bajo la misma estrella!

—Para verte llorar toda la noche? Paso.

—¡Hunger Games!

—La última vez que la vimos me hiciste poner la siguiente, luego la siguiente...

—¡Ya para!, entiendo tu punto. ¡¿Y que
tal Divergente!?

—¿Para que me llenes de spoilers? No gracias. Qué tal... ¡Harry Potter! ¡Me encantan!

—Solo si yo elijo cual.

—Está bien, Rachel. ¿Qué película de Harry Potter quieres ver?

—¡La Cámara de los Secretos!

Puso la película y comenzamos a verla.

—¡Lucas!—una voz femenina gritó detrás de nosotros. Me pegué un susto tan grande que salté de mi asiento.

—¡Mamá, me asustaste!

—Lo siento hija. ¡Hola Lucas!—dijo mi mamá y fue a abrazarlo. A veces pensaba que lo quería más a él que a mí.

—¡Hola Sra. Friar!

—Lucas, cariño, ¿te vas a quedar a dormir?

—Sí, mi mamá no está y es aburrido estar en mi casa solo sin nada que hacer.

—Sí, claro, te aburres solo en tu casa; ¿no querrás decir que te da miedo?—dije en tono de burla. Lucas me mandó una mirada de odio. Era muy divertido molestarlo.

—Bueno... Veo que están viendo una película, perdón por interrumpir. Ya me voy—dijo mi mamá y subió las escaleras.

—Bueno... Sigamos con la película—dije, quitándole a Lucas el balde de palomitas.

—¡Hey!

—¿Qué? Solo quiero palomitas.

Terminamos la película a las 11:30 p.m. y fuimos a mi habitación.

—Y... ¿Qué hacemos ahora?—me preguntó Lucas.

—Qué te parece, no se...—di una vuelta con la mirada a mi habitación y paré mi vista en la guitarra que estaba reposando en una esquina de mi cuarto —. ¡Si me tocas una canción!

—Emmm... No lo sé... Tú sabes que no toco desde "el incidente".

El año pasado, Lucas tenía una banda. Eran los mejores de la ciudad. Eran tan buenos que empezaron a participar en concursos y esas cosas. Así llegaron a las regionales. En la final, antes de salir al escenario, los chicos ensayaban detrás del escenario, todo estaba muy bien, Mike, el vocalista, había dejado su vaso de agua sobre el amplificador al que estaba conectada la guitarra de Lucas. Bueno, lo único que diré es que el agua y los amplificadores no son muy buenos amigos. Lucas tuvo un horrible final electrizante.

—Por favor—le dije, poniendo cara de perrito—. No vas a terminar siendo Electroboy otra vez.

—No creo, me falta práctica.

—Por favor, por favor, por favor—dije pestañeando muchas veces seguidas.

—Lo hago con una condición.

—¿Cuál?

—Si me das un beso.

—¡No! No te voy a besar.

—Entonces no voy a tocar guitarra—dijo cruzando los brazos.

—Aghh, está bien. En la mejilla.

—Nariz

—Hecho

—Hecho— y así cerramos nuestro trato.

Fui por la guitarra y la puse frente a Lucas.

—Toca—le dije.

—¿Qué canción quieres?—preguntó cogiendo la guitarra.

—Emmm... No se... Tal vez...¡Photograph!

—¿La de Ed Sheeran?

—¡Siiii!

—Ok... ¡Pero no critiques si me sale mal!

Como era de esperar no le salió tan bien.

—¡Dame esa guitarra, la vas a desafinar!—le grite en forma de broma.

—¡Hey!—dijo al momento que le quité la guitarra—Te dije que necesitaba práctica!

—Excusas, excusas. Deja a la maestra tocar—dije y luego comenzamos a reír.

—Toca Catch and Release.

—Sí, y  la voy a tocar tan bien que vas a ver lo que es tocar de verdad—dije acomodando la guitarra en mis piernas.

Cerré los ojos y comencé a tocar la canción (¿Qué? Yo toco con los ojos cerrados, ayuda a que me concentre).

—Ok esta ves me ganaste —admitió Lucas—pero la próxima vengo preparado y verás cómo te gano.

—Ja ja ja, tú ¿ganarme? Ya quisieras—dije y los dos comenzamos a reír.

Luego de eso jugamos Monopolio y hablamos un poco. Mañana era sábado y el baile era ese día. Lucas no pudo encontrar un mejor momento para preguntarme si quería ir con el que el día anterior.

El tiempo pasó volando y ya eran las 3 de la mañana.

—Bueno, yo ya estoy cansada, me voy a dormir.

—¡Hasta mañana!

—Ya es "mañana" bobo—dije riendo, me metí en mi cama y apagué la luz.

—¡Hey!—Lucas gritó al mismo instante que oí algo caer.

Prendí la luz y le grité:

—¿¡Que rayos pasó!?

—Apagaste la luz antes de que llegue a mi cama—dijo Lucas en tono de protesta—. Tropecé con el librero y se me cayeron unos libros encima.

—¡Mis bebés!—grité al instante en que me levante de mi cama para acomodar mis libros en el librero otra vez—. Tienes suerte en que nada les pasó Lucas, ¡o serías hombre MUERTO!

—No seas tan dramática, son solo libros.

Me miró y puso una cara que valía la pena haber visto. Parecía que había visto al mismísimo Voldemort. Se dio cuenta del error que había cometido al decir "son solo libros". Esos libros eran mi vida. Y yo estaba dispuesta a matarlo por sus palabras.

— ¡Eres hombre muerto, McCall!—grite, y me lancé sobre él.

—¡No! Lo siento, no son solo libros.

—Te perdono por esta vez McCall, pero te advierto, ¡deberías dormir con un ojo abierto!

—Ya entendí, ¡y para de decirme McCall!

—¡Calla y duerme, McCall! Esta es mi casa, y yo hago lo que quiero.

El admirador secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora